Estoy en casa

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Después de estar fuera de casa durante dieciocho días, lo único de lo que tengo ganas es de llegar a casa y abrazar a mi gatito gruñón. Aunque A-Cheng respondió a todos mis mensajes, no volvió a llamarme después de que le dijese que tardaría en volver un poco más. Sé que algo no está bien, pero no estoy seguro de qué es. Lo hecho mucho de menos, sobre todo por las noches. Esos ratos de estar tirados en el sofá o la cama acariciándonos, hablando tranquilamente y la sensación de despertar rodeando su cintura, son tan preciosos.

Tanto WuXian como YanLi también lo han notado. A-Cheng responde a todos sus mensajes, pero evita las llamadas telefónicas y responde con evasivas. WuXian asegura de que estaba más o menos bien cuando tuvieron su "momento de hermanos" la semana pasada. Pero que no ha vuelto a verlo después de eso, y normalmente suelen verse un par de veces por semana, aunque sea sólo para un café. A-Cheng es demasiado orgulloso para pedir ayuda cuando algo le pasa. Si algo le ronda la cabeza, lo hará hasta que alguien le obligue a sacarlo o le corte la espiral de pensamientos en la que esté metido.

Y pensaba que WuXian estaba exagerando con su "sexto sentido de hermano mayor", hasta que YanLi lo confirmó. Ella solía sentarse a su lado en la misma habitación y darle conversación sobre cualquier cosa, o pedirle ayuda con las tareas domésticas para forzarle una conversación o al menos pasar un tiempo tranquilo juntos. Porque cuando A-Cheng se aísla en sí mismo es peligroso. Le da demasiadas vueltas a las cosas y acaba sacando conclusiones erróneas de problemas sencillos.

Aunque se supone que iba a volver mañana, la compañía de vuelos decidió cancelar el vuelo nocturno por falta de pasajeros y me ofreció un billete para volver antes, así que no lo rechacé. Había intentado coger ese vuelo antes, pero el precio del billete estaba a un precio estratosférico. Así que resulto una muy buena elección escoger el siguiente, porque resulta que he acabado ocupando la primera clase sin recargo, por la cancelación. No me podría haber salido mejor. Aviso a mi familia y voy directo a casa. Quiero darle una sorpresa a mi gatito gruñón, a ver si eso lo anima.


La sorpresa me la llevo yo al ver que no está en casa. A estas horas, A-Cheng suele estar haciendo la cena. ¿Dónde puede estar? Sin nada más que hacer vacío la maleta y me meto a la ducha. Ha sido un viaje largo y refrescarme me vendrá bien. Si cuando salga A-Cheng no está lo llamaré. Quiero asegurarme de que está bien... aunque no vuelva a casa esta noche... porque no sería tan improbable que no venga... He notado que ha estado ocultando partes de su cuerpo a propósito en sus fotos.

Cuando salgo de la ducha, la luz de la cocina está encendida, pero no la radio. Es raro. A-Cheng siempre cocina con la radio encendida. Tampoco le he oído abrir la puerta. Me dirijo directamente a la cocina. A-Cheng está hirviendo algo con aire ausente. Lo que sea que esté pensando parece tener toda su atención, porque nunca lo he visto concentrarse tanto para hacer una sopa. De hecho, parece moverse en automático, y no, no tiene pinta de estar bien. Lo abrazo por la espalda y me acurruco en su hombro, como suelo hacer siempre. A-Cheng salta como un resorte y se gira para mirarme sorprendido.

- ¿¡XiChen!?

- Estoy en casa – beso su frente - ¿me echaste de menos?

- ¿Cuándo has llegado? – Esa cara que está poniendo... ¿Qué le ha pasado en la cara? ¿Dónde se ha hecho esas heridas?

- Hace un rato, antes que tú – acaricio sus mejillas - ¿Todo bien A-Cheng? – También tiene ojeras.

- Si, todo bien. Sólo no te esperaba tan pronto. – Sus ojos empiezan a aguarse. Me abraza y se acurruca en mi cuello. Lo oigo aspirar con fuerza mientras empieza a apretarme. No está bien. ¿Qué ha pasado mientras no estaba? Le devuelvo el abrazo.

Distensión de un loto imperecederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora