Intimidad

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Ha pasado una semana desde que A-Cheng está en casa. Como era previsible, el primer lunes consiguió salir del apartamento por su cuenta, cogió el autobús y comenzó las clases en la universidad. Se presentó ante cada profesor a explicar detalladamente la situación y prometió ponerse al día cuanto antes. Desde entonces, si se ha saltado alguna clase, se la ha pasado en el su cuarto o en el sofá leyendo. Los días en los que llueve no es seguro que salga solo, y no es difícil que me llegue un mensaje pidiendo que le saque de la biblioteca algún libro en concreto. Cualquier día volveré a casa para encontrarlo, tarareando la música de sus cascos, y con esas bonitas pestañas suyas, literalmente en llamas.

Por supuesto, MingJue y Meng Yao no han tardado en preguntarme si ya he estrenado su regalo. Dicen que me veo demasiado feliz como para que nada haya pasado. Y no, creo que es demasiado pronto para que cierta botella de lubricante salga del cajón donde esta guardada. Ni siquiera estamos saliendo, todavía, por mucho que A-Yao afirme que es algo que, eventualmente pasará. No es que quiera esconder lo que pasa con él, simplemente creo que los momentos entre A-Cheng y yo, deberían ser simplemente nuestros. Nunca he negado que me hace feliz que permanezca a mi lado y sí, he admitido que nos hemos vuelto más cercanos últimamente.

Además, A-Cheng está más receptivo. Y no solo a la conversación, también se deja mimar un poco más. Sigue sin permitirme muchas muestras de afecto, pero ya no se queja tanto con algunas caricias. También está más predispuesto a más actos de intimidad, e incluso llega a iniciarlos él. A veces se apoya en mi hombro cuando estamos sentados en el sofá. En esas raras ocasiones, incluso me permite entrelazar las manos o acariciar su espalda. También se ha tumbado con la cabeza en mis piernas más de una vez. Entonces no hay quien le toque, pero de algún modo, aun se apoya. Definitivamente cada día es más un felino que un canido. Sólo aceptará cariño cuando él quiera y si tratas de rascarle la tripita... acabarás por descubrir que tan afiladas son sus uñas...

Desde que A-Cheng se encarga de cocinar, vuelvo a casa a comer. Por ahora, nuestros horarios se amoldan lo suficiente para que eso sea posible la mayoría de los días.

- XiChen, llegas justo a tiempo. Esto ya está a punto.

- Tiene buena pinta.

- Estoy seguro de que te va gustar - A-Cheng parece feliz. Debe ser algunos de sus favoritos. Parece un salteado de verduras con algo de carne. Y sospecho que el paquete de verduras que llego hace poco de Yummeng está involucrado.

- ¿No me vas a decir que es?

- Salteado de carne con bambú y raíz de loto al estilo Jiang. Tranquilo, la cantidad de picante es tolerable. La salsa de chile la he preparado a parte.

Aunque A-Cheng no es WuXian, su cantidad de picante que "no pica tanto", sigue siendo demasiado para mí. Así que se gradece que el picante sea una salsa aparte. Normalmente me suelo echar máximo una cucharada de todo lo que el prepara para sí mismo. Todavía no sé cómo WangJi consigue respirar cuando WuXian cocina. Empezamos a comer tranquilamente. Pensaba que era pollo, pero la carne tiene un sabor distinto. Tampoco es cordero o ternera. A-Cheng ya sabe mi problema con las carnes rojas y hasta ahora siempre ha preparado algo distinto para mi si él comía. Aun así, no puedo evitar dudar.

- A-Cheng

- ¿Te gusta? - Solo mira esa expresión. ¿Como puedo dudar de él?

- Mhn. Está muy bueno. Pero nunca había probado este tipo de carne antes...

- No te preocupes, no te sentará mal. No hay nada más magro que eso. - me hecho otro trozo a la boca sin pensarlo demasiado. Si A-Cheng lo ha tenido en cuenta, estoy tranquilo - el conejo tiene incluso menos grasa que el pollo. - Dejo de masticar de inmediato. A-Cheng me mira con una ceja levantada.

Distensión de un loto imperecederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora