Hace ya dos semanas que vivo con Lan XiChen y todavía sigo flipando con que sobreviva a su maldita rutina diaria. Y no, no lo digo porque se levanta a las putas seis de la mañana para salir a correr y hacer ejercicio, sin meterse ni un café en el cuerpo. Lo digo porque si no tuviese su puto horario en la pizarra magnética del frigo, ni siquiera sabría donde cojones se mete. No me extraña que jamás coincidiésemos fuera de clases, era completamente imposible. No creo que WuXian sea consciente de cuanto tuvo que tocar su horario para estar llevándome de aquí para allá con la moto.
Fuera del horario de lecciones, y sin contar que se apunta a todos, TODOS, los seminarios que salen de medicina, los lunes da clases particulares a unos críos, los martes se pasa la tarde entre las distintas asociaciones de discapacitados visuales y el colegio de educación especial. Y si, debe de estar apuntado en todas las malditas asociaciones existentes, porque cuando no está acudiendo a una charla, está en un cursillo o colaborando con una clase especial. Los miércoles y viernes acude igualmente para dar clases de música. Los jueves son los días que tiene más libres. Siempre y cuando no haya reunión de los amigos de la biblioteca, MingJue no lo engañe para acudir con él a las lecciones de judo y defensa personal que imparte o Meng garrapata Yao, tenga algún asunto que requiera todo el tiempo disponible restante.
Los fines de semana son el puto caos, porque no hay nada fijo, excepto la comida semanal de los domingos en casa de Lan QiRen. El resto depende de trabajos universitarios extracurriculares, seminarios, jornadas intensivas, su trabajo en el restaurante, tareas domésticas y el resto de su activa vida social, que todavía no entiendo como demonios le queda tiempo para administrar. Aun no entiendo como logra dormir ocho horas diarias, aunque si me explico porque no le queda tiempo para cocinar. Y estudia, no sé cómo lo consigue pero lo he visto.
A todo eso añádele la hora o media hora, dependiendo del día, de práctica musical en casa, y los cuarenta y cinco minutos de Yoga postcena. También llamada la hora de mirarle el culo a Lan XiChen y que te muestre todas las posturas en las que quieres follarle. Porque esa maldita flexibilidad suya no puede desperdiciarse. No es mi culpa que el único punto de la casa donde tenga espacio suficiente para ponerse con la esterilla sea precisamente el salón, justo al lado del sofá. Y tampoco que use, prácticamente, ropa interior para ello.
No sé cómo todavía piensa que el hecho de que este semiduro cada vez que me ayuda a cambiarme al pijama sea por pura vergüenza. Cualquier día me encargaré de hacerle pagar esas miraditas depredadoras que me hecha cuando está a la altura exacta. Y no será por ganas de hacerle abrir la boca para ocupársela por completo. Después de todo necesita practicar. Cuanto más mejor, gracias. Porque a pesar de que casi ha pasado a ser parte de su horario el tiempo que usa para liarse conmigo después de las comidas, siempre y cuando coma en casa, y los manoseos en la ducha, todavía necesita mejorar en eso.
No creo que nadie me creyese si les contase que debajo de la apariencia de ángel que jamás ha roto un plato, ese hombre tiene las manos bien largas, los dedos muy rápidos, te va robando besos a la que te descuidas y lanza unas miradas de querer desnudarte y ponerte en cuatro, a la mínima de cambio. Joder, WuXian no bromea cada vez que dice que los Lan son bestias insaciables con cara de santos. Mi lívido ya es bastante alta y aun pienso que podría llegar a ser difícil llegar a complacer a Lan XiChen sin su jodido autocontrol de mierda. Sobre todo, porque su maldito autocontrol se está relajando bastante. Tengo más de un chupetón que lo atestigua.
Y es pegajoso. En cuanto me descuido, tengo sus brazos rodeando mi cintura, está buscando entrelazar los dedos o esparciendo besos por mi cuello. Lo cual empieza a ser preocupante. Primero porque no soy precisamente una persona a la que le gusten los mimos a todas horas, y me estoy acostumbrando a esta mierda. Segundo porque esta mierda es tan natural que no se siente del todo incomoda, y eso es todavía más preocupante. Tercero, porque entre las miraditas de salido son más frecuentes que antes. Y tal vez porque el resto de miradas empiezan a ser empalagosas y brillantes. Ya las notaba de cuando en cuando en el hospital, pero ahora es todo el tiempo.
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Distensión de un loto imperecedero
FanfictionSegunda parte de "Apostar para perder" Lan XiChen no entiende que demonios le pasa a su cuñadito (diga lo que diga él, ya es oficial). Primero le reta a un carrera, arriesga su integridad para ganarle, y cuando lo consigue sale huyendo. Jiang Chen...