El Cumpleaños de Jiang Cheng

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A-Cheng está empeñado en no querer celebrar su cumpleaños. WuXian dice que siempre es así, pero cuando se juntan todos en la fiesta lo disfruta, aunque se pegue refunfuñando por ello una semana antes y otra después. Incluso cuando WangJi lo mencionó estuvo a punto de arrearle con el cucharón. Y eso que sólo trataba de ser amable como agradecimiento por guiarle con la tarta de WuXian. Nunca pensé que ellos dos pudiesen trabajar juntos y sin embargo son un buen combo entre los fogones. Aunque la comunicación sea a base de gruñidos. Apenas logro saber cómo se entendían entre ellos.

Durante el cumpleaños de WuXian se pasó la fiesta riéndose, bailando y divirtiéndose. Que acabase bebiendo tanto como para olvidarse de su vergüenza y se dedicase a comerme la boca mientras bailábamos juntos, es un efecto secundario. Y por lo visto, sirvió para que todos se enterasen de una vez de que estábamos saliendo, porque A-Cheng no le había dicho nada a nadie. Eso o la frase de "XiChen es mío y me lo follo cómo y cuándo quiero", que tampoco es que dejase mucho a la imaginación. WuXian montó todo un drama diciendo que era el mejor regalo de cumpleaños que podíamos hacerle.

No deja de ser curioso que sean tan diferentes y que sólo se lleven una semana de edad de diferencia. A-Cheng asegura que con la fiesta de Halloween ya ha cumplido socialmente para todo el mes, que podrían usar la misma fiesta para los dos cumpleaños y ya vale, y que no quiere una fiesta para él. Sin embargo, no me parece correcto. Podría llegar a entenderlo si hubiesen nacido exactamente el mismo día, pero hay suficiente diferencia para dividirlo en dos. Yanli asegura que sus padres hacían una fiesta para los dos y algo especial para cada uno en su día de cumpleaños.

Ya que HuaiSang y XuanYu se están encargando de organizar prácticamente todo, para la "no fiesta" de cumpleaños de Jiang Cheng, me gustaría hacer algo especial para él ese día. Ciertamente, no tengo tanta imaginación como para montar una fiesta privada en el dormitorio como A-Cheng, y tampoco parece haber nada que quiera especialmente. Viendo la que tuvieron que montar para que aceptara los delantales, probablemente tampoco aceptará fácilmente un regalo. Así que tendré que pensar algo especial.

Lleva un par de semanas muy estresado, y después de lo del otro día, parece todavía más al límite. Por lo que sé, su padre llama siempre una vez por semana para saber cómo esta. Sus conversaciones siempre son cortas, sin muchas palabras y bastante frías. No estoy seguro si pueden considerarse si quiera una conversación. Pero es más de lo que mantiene con su madre. No le he vuelto a ver hablar, o mejor dicho gritar, con ella. Y en cierto modo, eso parece provocarle tanto estrés como una de sus llamadas.


Cuando llega el martes, salgo antes de clases y omito mis actividades de la tarde. Sin los extras, es uno de los pocos días de vuelvo antes a casa que él. Por suerte para mí. A A-Cheng no le gusta especialmente el dulce, por lo que las tartas de cumpleaños están descartadas, por no hablar del pequeño detalle de que puedo acabar con ella de gorro si lo intento. La hora de diferencia me da tiempo de sobra para poder hacer una reserva en un restaurante de comida tailandesa, al que ya hemos pedido comida alguna vez y a A-Cheng le encanta, y preparar las cosas para la sorpresa de la tarde y esconderlas en el cajón del asiento de la moto.

A-Cheng llega a casa visiblemente agotado. Cuando pregunto si todo está bien, solo responde que sus profesores y compañeros le agotan. Se tira al sofá y asegura volver a estar activo en diez minutos. Me siento a su lado y acaricio su cabeza. No tarda mucho en ronronear suavemente. No tiene planes para la tarde más allá de volver a quemarse las pestañas estudiando, y tal vez, salir a dar una vuelta para despejarse entre tema y tema. Así que puedo secuestrarlo sin problemas.

A-Cheng no opone mucha resistencia, la verdad sea dicha. En cuanto le pido que me acompañe, no pone pegas. Así que le doy su casco y nos ponemos en marcha. Sonríe incluso antes de ponerse el casco. Parece que realmente le apetece dar una vuelta, así que no he estado tan desacertado como pensaba. Me lo llevo bastante más lejos de lo que estamos acostumbrados a salir, pero no tanto como para que sea un problema volver. Hay un mirador en mitad de la montaña desde el que hay una vista espectacular. Se ve toda la ciudad y una buena parte de las montañas que rodean Gusu, y por supuesto, la puesta de sol desde allí es incomparable.

Distensión de un loto imperecederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora