La nube sobre el loto (2/2)

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Cuando volví a casa de la biblioteca, XiChen volvía estar frito en el sofá, con Panqueque de manta. Ni me molesté en despertarle. Para que se duerma de ese modo, tiene que estar agotado, y yo tampoco estoy en mejores condiciones. Me encierro en el estudio, y continuo con la presentación final antes de dormir. Apenas me he tumbado y apagado las luces cuando XiChen entra. Me hago el dormido. Me besa en la frente, acaricia mi pelo y susurra un "buenas noches" antes de marcharse. Sé que esto no está bien, pero necesito estar a solas. Siento que voy a explotar por cualquier cosa, y de todas las personas del mundo, con quien menos quiero explotar ahora, es con él.


Depositar el trabajo escrito es una de las cosas más liberadoras que he hecho en mi vida. Tanto, que cuando me ofrecen una semana de prácticas remuneradas en una granja, ni me lo pienso antes de aceptar. Llevaré a Panqueque conmigo. XiChen está demasiado liado con el hospital y el podrá correr libre por todas partes. No consigo ver a XiChen antes de preparar las cosas e irme. Le dejo apuntado que estoy fuera en la nevera y le mando todas las explicaciones en mensajes de texto, cuando ya estoy en el camino. Las leerá cuando termine de trabajar.

XiChen me llama por la noche, suena agotado y algo desesperado. Le aseguro que estoy bien y que volveré pronto. No parece tranquilizarlo del todo porque me pide que le llame a diario. Hablamos diez o quince minutos cada día y le mando fotos de Panqueque retozando sobre el pasto. Cada día cuenta menos sobre su jornada y se le oye más cansado. Ese idiota se está pasando con el horario de trabajo de nuevo. Vamos a tener que tener una larga charla cuando vuelva al respecto. Y si no habla él con su coordinador, seré yo quien hable con él y no seré tan suave.


Para cuando vuelvo, Panqueque entra completamente excitado buscando a XiChen. No he dejado las bolsas en el suelo cuando les oigo encontrarse y saludarse el uno al otro, Panqueque lloriquea y XiChen lo saluda, acariciando su pelaje en círculos. Tan pronto como consigo pasar de la entrada, XiChen se acerca y me abraza con fuerza. Huele a sudor y a té. Y por la forma en la que me besa, parece que me ha echado mucho más en falta de lo que imaginaba. Le devuelvo cada beso, dejando que se sacie por completo y saciándome con él. Yo también necesitaba esto. Y no es lo único que necesito.

Cuando nos separamos para respirar, acaricio su pelo para echarlo hacia atrás. Se ve realmente agotado. Nunca pensé que un Lan pudiese desarrollar ojeras, pero al parecer, no son inmunes. Picotea mi cara con besos suaves mientras vuelve a estrecharme contra su cuerpo. Lo aparto ligeramente para tratar de pasar de la entrada y sentarnos a charlar. Su cara se contorsiona y por un momento parece a punto de empezar a llorar. ¿Qué le pasa?

- ¿Todo bien A-Huan?

- Si... yo... sólo... estoy cansado, creo... - Se frota los brazos. Miente. No sabe mentir. Levanto una ceja.

- ¿Cuánto tiempo llevas sin dormir en condiciones A-Huan?

- No lo sé. ¿Ha habido un solo día en todo el mes que hayamos dormido juntos? – Eso ha sido un reproche en toda regla. Cansado y enfadado, por lo que veo...

- ¿Has descansado algún día del trabajo? - Se agarra a mi cintura y se apoya en un hombro. ¿Estas enfadado o mimoso? ¡Decídete!

- No, estoy de guardia hoy también. Puede que tenga que salir más tarde.

- ¡Eso hacen veinte días de tirón A-Huan! - lo aparto de mi espalda - ¿Es que tu coordinador no sabe contar? – lo cojo del brazo e intento llevármelo al sofá – ¡Hora de que descanses!

- Estoy bien – Se suelta y va a por las bolsas. ¡Idiota! ¡Es muy obvio que no lo estás!

- Deja eso y ves a sentarte. Panqueque se dejará mimar tanto como quieras mientras recojo.

Distensión de un loto imperecederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora