Extra especial: 1k de votos

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¡Madre mía! ¡Si os habéis dado prisa en llegar al k! ¡No se os puede prometer nada sin tenerlo preparado con anticipación!

Me he sentido tentada y todo de publicaros el siguiente capítulo en vez del extra, por no romper el hilo de la trama ahora que esta tenso, peeeeeeeeeeeeeero...

(¬‿¬)

Tendréis que esperar. Os dejo un pequeño agradecimiento, espero que os guste (●'◡'●)

Una vez más, cualquier parecido con la trama original es pura coincidencia XD



A-Cheng disfruta de cocinar. No importa lo que diga, le gusta. Siempre que está en la cocina tiene la radio a todo volumen y canta. Y consigues darle un tono dulce a canciones que son de todo, menos dulces y armónicas. Sobre todo ahora que no tiene mucho más que hacer. Si sigue doliéndole la pierna acabaré por rodar en vez de correr por las mañanas. No deja de quejarse de que como demasiado dulce, pero está horneando un bizcocho justo ahora. Parece que los próximos días será bizcocho para desayunar. Y es perfecto.

El problema es que es igual de perfecto que las galletas de chocolate de la semana pasada y las crepes y las tortitas de la anterior, y no hablemos de los croissants, tan buenos dulces como salados. Pero si le preguntas, no, no le gusta cocinar, es mera supervivencia.


Su cruzada contra los delantales también sigue activa. Ni por Internet ha encontrado uno que le guste, y aun así, se niega a seguir usando el de A-Yao. ¿Me habré pasado con los besos en la nuca? Siempre chasquea la lengua y gruñe cuando lo hago, pero no puedo evitarlo, es adorable. Incluso las recomendaciones que Yanli le hace por teléfono no parecen terminar de gustarle. Eso sí, juraría que antes no había tantos artilugios de cocina en esta casa. El último paquete que mandó Yanli incluía un bol de plástico, una manga pastelera y una espumadera nuevas. Todavía estoy deseando comprobar para que las va a usar.

Y aunque sigue sin dejarme entrar a la cocina, no parece molestarle que trabaje con el pc en la barra americana mientras lo observo. De algún modo la cocina se ha convertido en algo así como el pequeño dominio de mi gatito gruñón favorito. Y también el lugar donde parece sentirse más cómodo. Es el único lugar en el que realmente se sienta cuando se cansa o siente tensión. También donde se olvida de la Universidad o de cualquier otra cosa que lo moleste. Su pequeño santuario, por decirlo así.

Y creo que es solo porque se ha cansado del sofá y porque es demasiado orgulloso para admitir cuando le duele la pierna. Nunca se queja de mis masajes, pero tampoco nunca los pide. Y enseñarle a pedir lo que necesita, me temo que va a ser una larga y ardua batalla. No sé de dónde ha sacado la idea de que eso lo hace egoísta. Y Jiang Cheng es muchas cosas, pero no egoísta. Y está dispuesto a dar mucho más de lo que pide. Lo único que ha pedido, más bien exigido, desde que vive aquí es mi destierro de la cocina.

- ¿Cómo vas con eso? - pregunta sentándose frente a mi - ¿Te falta mucho? - Un rato, teniendo en cuenta que llego un rato mirándote en vez de trabajar.

- No mucho. ¿Cómo va el bizcocho?

- Listo en media hora. Pero nada de probarlo caliente.

- ¿Ni siquiera un poquito? Una esquinita.

- Tendrás que esperar a mañana para el control de calidad – dice quitándose las manoplas.

Distensión de un loto imperecederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora