32| Entre las Flores

53 8 8
                                    

  No podía recordar con exactitud el momento en que me dormí, pero al abrir los ojos seguía en la habitación de Edward.

Solté un bostezo antes de estirarme un poco y sentarme en la cama. Edward dormía a mi lado con un brazo cubriendo sus ojos y con la pierna sana formando un cuatro, gracias al cielo la cama era lo suficientemente grande para no enviarme de un empujón al suelo. De tener el teléfono a la mano no hubiera dudado en tomarle una foto, incluso considere despertarlo solo con el fin de fastidiarlo por su mal postura al dormir, pero algo sorprendente y hermoso captó mi atención.

Ni fotos de bebes ni retratos.

Era un mural en la pared frente a la cama. Un mural hermoso, digno de un gran artista.

Casi caigo de la cama por el afán de acercarme; me percaté de no haber despertado a Edward en ese intento de no morir. Apenas di unos pasos antes de fascinarme con la combinación de lugares... El mural albergaba los sitios más conocidos y hermosos del mundo, desde el Cristo redentor en Brasil hasta la Muralla China, la torre Eifell, los parques de Amsterdam, el puente de San Francisco, la estatua de la libertad, el Big Bang y mucho más. En definitivo era un mural increíble, capaz de motivar en cualquiera el querer viajar solo por pisar al menos un minuto un lugar de esos.

—Es increíble ¿no? —. Me sobresalté ante la voz de Edward, volteé para verlo y se hallaba sentado como anoche—. Quién diría que tantos lugares entraran en un pequeño espacio.

—¿Otro regalo de cumpleaños? —aventuré.

—Motivacional, de despedida... —Fijó sus vista en el mural—. Tiene muchos significados.

Verlo tan centrado y sentir la mezcla de emociones en su voz me hizo atar cabos. Volvió a mi mente la foto de ayer y la magnífica sonrisa de Edward en ella.

—¿Tú lo pintaste?

—Cuando tenía ocho la abuela me inscribió en clases de dibujos... Desde entonces he ido avanzando en ello —Una sonrisa débil surco su rostro—. Me llevó semana y media a tiempo completo terminarlo, pero valió la pena.

Me acerqué a la cama para sentarme junto a él. —¿Y por qué pareces tristes?

—Porque tiene muchos significados, Esmeralda, representa los sueños que se perdieron y la tortura de haber arrastrado otros.

—¿Quieres hablarlo?

—¿Tienes hambre? —se cruzó de brazos y volvió a mirarme—, puedes bajar a comer si quieres.

Eso fue un no.

—Puedo bajar después, además, no me he lavado los dientes y...

—Escuché a Frank decir "Pre-funeral" , nada puede ser peor.

—Conste que hablaba de dientes y tu eres quien saca esos temas —me defendí aunque los dos sabíamos que acertó con la respuesta.

—Esme, voy a estar bien.

Solté un suspiro, él no se daría por vencido. —¿Seguro? No me molesta estar contigo.

—Tu ve a comer, ya hablaremos más tarde.

Asentí. Edward eran tan necio que sería difícil convencerlo. Así que le dediqué una sonrisa antes de dejar la habitación.

•••

Ya era medio día y la tensión en la casa aumentaba.

Quizá fue un error salir de la habitación de Edward, porque no dejó entrar a nadie más, ni siquiera recibió el desayuno en la puerta. Y fue como si una onda negativa nos hubiera afectado al momento que bajé a desayunar... Todos estaban tranquilos y comiendo, pero de la nada entró una llamada de la clínica.

Amor Entre las Flores ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora