15| ¿Quién ayuda a quien?

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Estaba acostada en la cama viendo el número de Carlos en mi teléfono como si fuera la decisión más difícil, pero ya era más de medio día y nada que me daba señales de vida. 

Marqué el número de Carlos y al tercer repique contestó.

—Esmeralda —escuché.

—Carlos —fue inevitable sentirme un poco aliviada—, ¿podemos hablar?.

—Justamente acabo de tomar una decisión.

—¿Cuál? Claro, si quieres contarme.

Era raro, empezaba a sentir que no hablaba con Carlos sino con un desconocido. Mi Carlos era dulce y divertido, no esta persona seria y pensativa que respondió la llamada. 

—Yo... ¿Estás en tu casa?.

Asentí estúpidamente como si pudiera verme, por eso di un golpe en mi frente

—¿Qué fue eso? —preguntó por el sonido del golpe.

—Nada —pasé suavemente la mano por mi frente ¿qué me pasa?—. Y sí, estoy en casa.

—Bien, estoy abajo, te espero. 

—Ok... —colgué la llamada. Me dirigí a la venta y al mirar abajo puede ver a Carlos. 

Fue inevItable sentirme aliviada, Carlos estaba cumpliendo con su papel de buen amigo y seguro ya había aclarado todo con Mariana. Quizá estaba un poco serio, pero era problable que le hubiera costado convencerla y aún lidiaba con eso. 

Sonriente dejé la habitación atrás y salí al patio lateral directo a Carlos. —Todo bien ¿no? , ¿cómo esta Mariana? 

Carlos rascó la parte baja de su cabeza, justo detrás de su cuello. Mi sonrisa desapareció. Él solía hacer ese gesto cuando tenía algún lío complicado que soltar. 

—Esme yo... —soltó un suspiro y cerró sus ojos con fuerzas algunos segundos—. Debemos darnos un tiempo. 

En definitivo de las muchas cosas que pudo haber dicho no me esperaba  eso. 

—¿Por qué debemos darnos un tiempo? —no entendía como aplicaban sus palabras conmigo, aunque por muy estúpido que fuese tenía sentido, ya que cuando los novios se "daban tiempo" Prácticamente terminaban de forma indirecta. 

—Sabes que no veo con frecuencia a Mariana y que cuando estamos juntos no es por mucho... Yo debo aprovechar este momento, la oportunidad. Ella se irá en algunas semanas a su pasantía.

. —¿Y qué tengo que ver?.

—Necesitamos espacio, ella... Quizá no me desenvuelva bien junto a ella al estar contigo. Yo las quiero a las dos, pero también necesito la mayor parte mi atención en ella. 

—¿Soy una distracción? —sentí como si me hubieran dado un golpe en el estómago.

Ni Victor cuando querían engatusar a una chicha en el centro comercial me alejaba así. 

—No, cosita —se acercó—. Solo serán unos días, siempre seremos amigos. 

Eso dolió.

Dolió que mi mejor amigo me cambiara por su novia celosa. 

—¿Aceptas? —preguntó. 

No había nada que aceptar, aunque lo aparentara él no estaba preguntado, me estaba avisando que mi amistad debería hacerse a un lado. 

Mi falta de repuesta la tomó por un sí. Carlos simplemente me abrazó y luego de una sonrisa se fue. 

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Amor Entre las Flores ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora