17 | No creo que debamos decirle

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-Edward-

—¿Puedo pasar o conseguiste una pistola? —escuché la voz de  Matt del otro lado de la puerta.

—Creeme que cuando salga de la casa conseguiré una, así que puedes pasar.

—No sé si eso deba alegrarme porque quieres salir de casa, o horrorizarme porque sería solo para conseguir un arma —al entrar cerró la puerta—. ¿Cómo vamos con el ánimo?.

—Hoy me odio pero no me quiero morir —expresé una mueca dudosa—, así que encajaría en lo que todos asumen como bien.

—Pero qué humor... No seas tan complicado hermano. 

Ignoré su comentario, si le seguía el tema terminaríamos con la charla emocional y no me provocaba.

—¿Qué haces aquí?.

—Te quiero —sonrió—, me agrada que Esmeralda te haga bien.

—¿Esme por qué viene al tema?

—Porque antier la vi entrando y tardo en salir, quiere decir que  estabas que matabas a quien te dijera " hola" y a ella no.

Reí brevemente, era cierto. Le había dicho que si se le ocurría entrar con su charla emocional ya no sería el único discapacitado de la casa porque lo dejaría tuerto de un muletazo. Así que dijo que iría por agua para bajarme los humos. 

¿Yo amargado? Nah.

—Supongo que tienes un poco de razón... —reflexioné—. Me agrada su compañía, ella es muy dulce conmigo y bueno, con todo mundo. Pero creo que me entiende.

Desde que aclaramos las cosas y comprendí que Esme no sentía lástima por mí, empece a verla por lo que es: una persona con luz propia dispuesta a iluminar a los demás. Alguien que no quería regodearse en mi miseria para aumentar su estima en si mismas, ella solo me ofrecía una amistad verdadera... Algo que de verdad necesitaba.

—La vida es difícil ¿no? —ironizó—. Soy tu hermano y quieres matarme, a ella la conoces hace un par de semanas y la dejas acompañarte en tus días malos, ¿todo bien contigo?

—sabes que no —respondí a lo ultimo que dijo.

Me rodé hasta la orilla de la cama para tomar las muletas y salir de la habitación.

—¿A dónde vas? —preguntó Matt.

—Carreras clandestinas.

Lo esuche bufar y poco después seguirme en el pasillo agitando frente a mi el teléfono.

—Tienes un mensaje.

—¿Quién molesta mi existencia? —me referí al mensaje mientras entraba a la habitación de Tara sin llamar.

Ella hablaba por teléfono y obviamente no se esperaba nuestra visita. Su expresión cambió a una de molestia, seguro por entrar sin avisar pero ella nunca llamaba a mi habitación así que poco me interesaba.

—Victoria Torres.

Solté un suspiro con pesadez. —Todo el tiempo escribe. No entiendo que es lo que quiere conmigo.

—Eres un rompe ligas, incluso con muletas atrapas corazones —se burló Matt—, apuesto seran una pareja increíble. 

—Si claro —respondí con sarcasmo—. Estoy a nada de denunciarla, todo los días y a cada rato escribe ¿quién le dio mi número?. La añadí solo para no ser tan patán y saber cuando no contestar. 

De repente la sonrisa de Matt dudó, y no paso mucho cuando lo entendí como una una señal... Fue él.

— Estás buscando que en definitiva te deje tuerto ¿no? —reproché—, apuesto que por un par de muletas han muerto más de uno.

Amor Entre las Flores ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora