10| Adiós, Cosita.

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Dos de la tarde.

Estaba en el jardín sacando la maleza, hace unos minutos había terminado las tareas del colegio así que tocaba hacer limpieza en las plantas. No llevaba mucho tiempo porque tenía más cuidados con mis flores que con los trabajos de la escuela, por lo tanto no me llevaría más de media hora o quizá menos.

Justo terminaba de responderle un mensaje a Carlos y estaba por guardarme el teléfono en el bolsillo cuando una notificación encendió la pantalla. Era de Instagram, Luis acaba de publicar una nueva foto. Lo consideré unos segundos y sin darle tanta importancia entré a la aplicación y esperé a que cargase la foto.

Inevitablemente sonreí al ver su perfil distraído y sonriendo. Él era muy atractivo la verdad, además de atento y considerado, quizá por eso me llegó a gustar tanto; lástima que nunca se fijó en mí más que como una amiga. Su atención cayó en Victoria y lamentablemente ella no le pudo corresponder. 

Deslice la pantalla a la segunda foto, en esa aparecía con una chica abrazado y sonriendo. Al pie de la publicación decía: "deja que las casualidades toquen a tu corazón". Me sentí de verdad alegre por él, porque se veía feliz con su novia y ya luego de un año había superado el corazón roto que le dejó Victoria, además, de que aunque no llegó a romper mi corazón sino una gran ilusión, no sentí ninguna sensación molesta o inquietante ante la foto. También había superado a Luis.

 Guarde el teléfono y volví a mi actividad de limpieza. Ahora debía esperar por alguna casualidad que tocara mi corazón. 

De repente el suave sonido de un golpe activó mis sentidos, algo había caido. Automáticamente traté de identificar el causante del ruido. Volvió a suceder pero esta vez cayó cerca, a mis pies. 

Tomé lo que a primer instante creí una piedrita, pero en realidad no era piedra sino un grano de maíz. ¿Cómo llegaron hasta aquí?.

Dejé a un lado la maleza para levantarme y buscar el causante, miré en el árbol y al arededor, pero no encontré nada.

Nuevamente cayó otro grano de maíz, pero ahora había chocado contra mi frente. Suspiré con frustración, estaba empezando a molestarme. Inconscientemente elevé la mirada y di con el causante, caminé un poco a su dirección para quedar frente a frente, no era la misma altura pero de alguna manera quedaba en igualdad.

—¿Qué se supone que haces? —me quejé alzando la voz para que pudiera escucharme.

—Estoy aburrido —respondió desde su ventana.

No estaba lo suficientemente cerca para detallar su expresión pero juraría que se estaba divirtiendo.

—¡¿Yo qué tengo que ver?!

—Nada.

Solté un bufido. ¿Qué le pasa?.

—¡Fstidioso, mejor busca oficio y ve a bañarte!

—No tengo quien me ayude, al menos que quiera venir.

Iba a protestar pero de inmediato recordé el día que entré al baño sin llamar. Mi boca se  abrió y cerro instantáneamente.

—¿Qué? —en su tono fue evidente la diversión—. No estoy tan mal, lo sé.

—¡Eres un creído! 

No respondió, en su lugar continuó lanzado granos de maíz ignorando mis protestas.

—¡Para ! ¡idiota!

Nuevamente volvió a ignorarme. Estaba harta. Tomé unas cuantas piedras pequeñas del suelo con la intención de lanzárselas hasta que mamá apareció.

Amor Entre las Flores ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora