33| Secuestro Accidentado.

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Y luego del gran descubrimiento tuve miedo.

Miedo de que Edward lo notara y se alejara de mí. Miedo de la bofetada de ciento ochenta grados que había recibido mi cerebro por parte de mi corazón.

Edward suspiró y dejé de mirarlo fijamente.

—Esme —habló aún con los ojos cerrados—, podrías venir y darme un abrazo.

Algo dentro de mí se revolvió en respuesta. Apuesto que mi corazón intentaba ahorcarse.

Asenti aunque él no me estaba viendo. Me senté a su lado conteniendo un suspiro, hasta que no procesara esto no volvería a actuar con naturalidad y era una gran ventaja que tuviera sus ojos cerrados.

Lo abracé como pude y me correspondió. Al parecer mi corazón se arrepintió de suicidarse ya que se aceleró.

Y eso fue todo lo que transitó por mi mente el resto de la noche. Ni siquiera podía dormir, solo pensaba y pensaba y pensaba. Estaba envuelta en un ciclo de recuerdos, dudas, temores y sensaciones poco agradables.

Amaneció y la mala cara me delataba, creo que llegué a dormir dos hora antes de que la alarma sonara, pero ahora debía ir a estudiar y fingir que no tenía de sueño e intentar escribir algo correcto. Intenté desayunar y prestar atención a mis padres, creo que preguntaron sobre cómo me fue o algo así pero lo único cierto fue que respondí con un «Sí».

—Esme ¿me escuchaste? —miré a Víctor apoyado en el arco de la cocina y los brazos cruzados— ¿le digo a Matthew que se vaya?

¿Quién carajos es Matthew?

—No lo sé, Víctor, digo, Yasel... Perdón Ya... Perdón, Víctor —solté en balbuceos. Esperaba que mi hermano no se molestara, pero quizá lo hizo porque volvió a la entrada sin decir más nada.

—¿Quién es Matthew? —preguntó Victoria.

—No tengo ni la menor idea.

—¿Cómo que no sabes sobre Matthew? —Victor volvía a la cocina—. Se supone que son amigos ¿no?, además lo ves a diario.

—¿De qué hablas? —no entendía nada.

—Lo sabía —Victoria negó en señal de reprensión a ambos—. Víctor esta hablando de Matt.

Nuestro hermano bufó. —Lo siento ¿okay? siempre confundo su nombre, el punto es que ya se fue.

—¿Matt? —me levanté de golpe—, ¿por qué no me dijiste que estaba ahí? —tomé la mochila y salí corriendo mientras deseaba alcanzar a Matt, tuve suerte y no iba tan lejos.

Él se sorprendió al verme. —¿Esme? Creí que no sabías si ir hoy a clases o algo así...

—¿Podrías hacerme un favor? Bueno, son dos.

Matt formaba parte de una idea que tuve durante la noche, una que consideraba fuera buena y no tan severa como las consecuencias que seguro me traería. 

Pero al final de cuentas, valdría la pena.

•••

Ahora volvía del instituto, o bueno, de esperar por media hora detrás de un árbol cerca de la institución. Justo al tiempo en que no había nadie en casa. Y si lo que decía Matt era correcto tampoco habría nadie en la suya, bueno, a excepción de Edward.

Llegué primero a casa, me cambié el uniforme y metí una muda de ropa extra en el bolso, bajé a la cocina y guardé unas galletas que encontré junto con una botella de agua que llene con jugo. Y aunque mis padres me matarían sería muy noble de mi parte dejar una nota ¿no?.

Amor Entre las Flores ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora