37| Bajo la Lluvia

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Ayer fue un gran día, pude arreglar mi problema con Carlos y fue como encontrar eso que había perdido. Lo restante de la tarde lo pasamos hablando y contándonos cosas perdidas uno del otro; incluso me preguntó varias veces si de verdad no lo iba a hacer tío, pregunta que negué todas las veces.

Pero hoy, era otro día. Y aunque la mañana parecía muy prometedora, no todo era positivo.

Primero salieron mis padres, porque un amigo de papá estaba de cumpleaños. Víctor se fue al taller y Victoria sólo dijo «vuelvo más tarde». Ni siquiera Cucaracha estaba, en la noche dormía al pie de mi cama y al despetar ya no.

Y el problema no era estar sola en casa, sino el clima. A penas salí al patio supe que mi día de jardinería estaba estropeado y traté de que no me afectara, incluso cerré las ventanas de la casa para no fijarme en las nubes oscuras que poco a poco cubrían el cielo. Terminé unas tareas del instituto y de la casa, intenté ver televisión pero nada me parecía bueno, ni siquiera vídeos en youtube.

Tenía una horrible inquietud en ver el cielo. En saber cual era el clima.

Así que me dejé llevar por los nervios... Cosa que empeoró al asomarme por la ventana y ver la calle desolada, además del cielo bastante oscuro. Se veía que hacía mucha brisa, por lo que concluí que era bastante probable que se fuera la luz.

En ese momento asumí que estaba más sola de lo que debería, y menos con ese clima, peor aún con aquel recuerdo.

Definitivamente no podía estar sola, no otra vez. Así que sin pensarlo mucho, subí a la habitación corriendo por un abrigo, al volver a la sala tomé el teléfono y las llaves. Debía ir a casa de Carlos de inmediato. Salí a la calle y me puse más nerviosa al comprobar que estaba más desolada de lo que pensaba, la única fuera de su casa era yo, algo muy estúpido viendo lo oscuro que estaba el cielo y tan fuerte el viento.

Comprendí que no llegaría a casa de Carlos sin que me atrapara la lluvia a mitad de camino. Duré al menos un minuto en contemplar mis otras opciones, una a un lado y la otra al frente. Crucé la calle y apenas me detuve frente a la casa de Claudia escuché unos gritos, estaban discutiendo, genial. Sabía que solo me quedaba una opción y aunque la prefería quizá no era la más apropiada, porque si donde los Torres no discutían igualmente podían no dejarme entar por el asunto del accidente.

Solté un suspiro y avancé a la casa de los Torres. No dudé en tocar el timbre, cada segundo contaba y mi prioridad ahora era escapar de la lluvia; insistí más al timbre cuando empecé a tener más frío, pero me desesperaba más no tener respuesta porque era probable que no hubiera nadie. Pudieron pasar unos cinco minutos cuando quería entrar en pánico pero la puerta principal se abrió.

Mi corazon se descobó y no porque Edward me miraba fijamente, sino porque empezaron a caer algunas gotas. —¡Abreme!

Mantuvo el ceño fruncido y avanzó un poco. —¿Qué haces aquí?

Su pregunta era bastante estupida. —¿Acaso no ves que lloverá? ¡abreme ya! —empezaba a estresarme.

—No te molestes. Además vives al lado y la lluvia en eso no es buena excusa.

—No tengo ninguna excusa.

Volvió a avanzar hasta llegar a la reja que nos separaba. —Dime por qué estas aquí y te abro —sonrio con malicia.

—Ya te dije que llovera.

—Eso ya lo escuhé.

—Como quieras —ya estaba molesta—, llamaré a alguien más.

Me giré mientras marcaba el numero de Victor, seguro volvería a acompañarme. Pero me mandaba a buzón, intenté otra vez y nada.

—¿Me lo dirás? —preguntó.

Amor Entre las Flores ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora