43| Después de la tormenta no hay calma

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Dicen que después de la tormenta viene la calma...

Ya habían pasado dos semanas desde el anuncio del bebé, en dos días Tara cumplía el primer mes de embarazo. Estaban organizando los preparativos para una ceremonia sencilla, querían que fuera antes del segundo mes.

Victoria seguía resentida con Matt, pero ahora evitaba verlo ya que le daban ganas de llorar y matarlo. Estos nuevos sentimientos surgieron cuando el muy torpe le dijo que faltaba una verdad por admitir. La cereza del pastel: La chica de la que tanto hablaba era Rosa, sí, la mejor amiga de Victoria.

Creo que hasta mi dulce corazón quisiera matarlo.

Era un poco loco saber que lo que Matt sentía por ella fue algo que inició a primera vista, le basto con solo verla sonreír un día en el instituto cuando ella fue a llevarle algo a su madre —que era profesora ahí—, él quedó fascinado. Y desde entonces se la encontraba cada vez que salía o cuando pasaba cerca del aula de su madre, así que cuando se enteró que Victoria era amiga de ella decidió acercarse a mi hermana con el fin de poder conocer a Rosa. Lástima que tanto Matt como Victoria tuvieran la misma idea, y el resultado que ninguno de los dos esperaba.

Pero la cuestión interesante en esta confesión es que Rosa no sabía nada de los sentimientos de Matt. Él se lo confesó porque no quería que pensara que quizá la dichosa chica era ella. Y sí, Matt queriendo arreglar terminaba por arruinar. Al menos Victoria decidió ser prudente y dejar que Matt fuera quien admitiera sus sentimientos por Rosa y no terceros.

Así que mi hermana había disminuido su trato un poco con Rosa —hasta que pudiera verla sin sentirse triste— y quería a Matt bajo tierra.

Y con los demás todo iba bien, inclusive Edward, quien esta semana pasada lo vi sonreír más seguido, ser más atento conmigo y su familia, pasaba las tardes con él hablando,viendo la serie de la que habló el otro día e incluso logré que saliera un par de veces al patio. Se sentía de maravilla tener sentimientos correspondidos.

Ahora volvía del instituto con Carlos, el muy torpe me empujaba por el costado mientras caminábamos y obviamente le devolvía los empujones, solo que mi brazo ya dolía y a la próxima vez que me empujara caería al suelo... Fue mi turno de dar el empujón, y cuando creí que ni siquiera le efectaria se balanceó considerablemente, incluso quería reírme hasta que detallé su expresión.

Parecía asustado y confundido.

Lleve mi vista al frente, y fui consciente de que estábamos a algunas casas de la mía y frente a ella había una ambulancia. No lo pensé y empecé a correr, sentí a Carlos seguirme pero no giré a comprobarlo.

Alguien poco cercano hubiera pensado: "Pero tu papá es médico, quizá alguien lo trajo o pasó a buscar algo importante", pero no, papá no dejaría que minutos de utilidad de una ambulancia se perdieran, si necesitaba algo él mismo venía a casa en cualquier otro medio. Si había una ambulancia en frente es porque algo malo pasaba.

Estando cerca de casa me detuve abruptamente, Carlos chocó a mi espalda, por suerte fue rápido y me sostuvo del brazo para no caer. Lo que me hizo detener fue que la ambulancia no estaba frente a mi casa sino frente a la de los Torres, tuve un alivio tan instantáneo... Que en un segundo volvió a ser miedo y preocupación.

No supe al instante que ocurría, solo observé a Claudia montarse hecha un mar de lágrimas y las puertas traseras de la ambulancia cerrarse. Alguno de los demás familiares iba en la camilla. Luego arrancó y me quedé ahí, viendo todo, pérdida.

Me giré en dirección al porche de mi casa y vi a mamá y Victoria. Mamá al verme se acercó con lentitud, sus ojos estaban rojos y se veía bastante nerviosa, en cambio Victoria parecía muy confundida.

Amor Entre las Flores ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora