Amor Entre las Flores ©

34| Lo siento, Frank.

Por primera vez me alegré de no ir vestida de amarillo, el vestido marrón que llevaba era un poco pasable. Cada paso que dábamos a los familiares y conocidos de Frank era horrible. Todo en los presentes se veían triste y nadie parecía estar ahí solo por cumplir.

El primer rostro conocido en vernos fue el de Marilyn, se acercó de inmediato y abrazó a Edward, él por un momento estuvo sorprendido y cuando finalmente le respondió, ella explotó en llanto. No formaba parte de ese abrazo pero podía sentir como esa misma sensación abordaba a Edward, y aunque no me gustara verlo llorar sería lo mejor.

—Sa...Sabía que ven-drías —habló Marilyn mientras intentaba controlar su llanto—. Tu me entiendes ¿verdad?, que este dolor es... Una gran... —No terminó la frase, volvió a soltar las lágrimas.

Me sentí horriblemente mal por ellos, por el Frank que solo puede tratar en unas horas, por los familiares que estaban aquí sufriendo su pérdida, por el extraño frío que de la nada apareció. Incluso el cielo empezó a cubrirse de nubes grises, y yo odiaba las tormentas, me traían malos recuerdos.

Solo me quedaba soportar este amargo momento, ese resentimiento que sin importar la causa siempre dejaba la muerte.

Me alejé de ellos y me senté en la fila de sillas delanteras, no era capaz de acercarme al ataúd; desde mi lugar detallé una lámina de presentación que no me cuadró en todo, pero comprendí que quizá sus padres tenían algún vídeo de fotos a lo largo de su vida. De un momento a otro mi atención fue directo al ataúd, y no porque quisiese ver el cuerpo, sino porque Edward estaba allí, con el rostro inexpresivo y su atención fija en el cuerpo de Frank.

Debía hacer algo o podría empeorar.

Me levanté de golpe para acercarme a él, cada paso que daba era una duda que me sembraba, ya que: ¿si yo traje a Edward por qué ahora quiero alejarlo? fui quien insistió en venir e hizo todo lo posible por llegar aquí, incluso hasta hace unos minutos estaba convencida que esto era lo mejor para él, porque si le daba fin al ciclo podría drenar todo ese dolor que encerraba. Recordé que mi objetivo era ayudarlo y debía mantenerlo. Volví a la silla y cambié mi punto de vista, esta ahora sería mi manera de ayudarlo.

—Bien, ya que están todos podemos comenzar —anunció una mujer que no conocía, pero por los rasgos de su rostro supuse que era la madre de Marilyn y Frank.

Edward volvió a mi lado en el momento que Marilyn se posicionaba junto a su madre. —La verdad es que no sé si en un funeral se agradece por venir, porque al último que fui estaba muy pequeña, y si debe ser así les agradezco por estar en el último adiós de Frank. —Suspiró, apuesto que intentaba contener las lagrimas—. Supongo que muchos sabrán que mi hermano era un poco alocado, y tenía buenas ideas. La última de ellas la verán ahora. —Marilyn retrocedió y en la lámina empezó a correr un vídeo.

Era Frank. Aparecía sentado en un sofá individual, estaba en una habitación y por la decoración supuse que era la suya. 

—¿Listo? Ya encendí la cámara. —Se escuchó la voz de Marilyn.

—Sí, sí, solo un segundo.

—¿Qué tanto esperas? ¿piensas declararte? —Marilyn soltó una risilla—, de ser así buscas los más extraños momentos, hermano.

—Ja, ja. Mejor sal y deja de molestar.

—Aburridooo —bufó—. Deberíamos aprovechar mejor estos momentos—. Seguido de eso se escuchó un portazo.

Frank volvió su atención a la cámara y sonrió. —Hola a todos, como ya saben me llamo Frank Duran y les doy la bienvenida a mi funeral —arrugó un poco la cejas—, ignoremos lo mal que sonó eso ya que no puedo editarlo porque tampoco puedo moverme y... —se calló, soltó un suspiro y se concentró—. Volvamos a lo importante. Les agradezco por estar aquí y que sólo escuchen y no se tomen a mal rollo lo que estoy haciendo, porque mi único fin es despedirme y aclarar unas cuantas cosas.