9| Tus comentarios no me alejan, me impulsan.

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No puede ser. —¿Cómo? —quería que Matt repitiera la pregunta, aún no podía creerlo.

Estábamos sentados en el patio de la escuela, era hora libre. Una chica de cabello rosa pasó cerca de nosotros y con un movimiento de la mano y una sonrisa la saludé, era Rosa, una de las mejores amiga de Victoria. Su mamá era profesora, y por eso algunas veces la veía por aquí.

—¿Cómo puedo conquistar fácilmente a una chica? —repitió con calma luego de que ambos dejamos de ver a la chica.

¿Desde cuándo soy cupido?

—¿A qué viene eso?

—Aún no lo sé —suspiró—, creo que me gusta pero... Es complicado, llevo solo una semana en éste pueblo, no puedo enamorarme de ella ¿o sí?

—¿Cómo es ella? ¿la conozco?

Matt se sonrojó. —No estoy listo para responderte eso. Solo sé que no tengo ni la más estúpida idea de como hablarle. Simplemente no puedo dejar de verla y sonreír cuando ella lo hace.

—Solo sé tú —sonreí—. A las chicas les gusta el romance, quizás a unas más que otras pero todas quieren su momento de amor; y con esa carita tan linda y tierna; seguro que no se resiste —pellizque su mejilla.

Rodó los ojos y apartó mis manos de su rostro. —Gracias —sonrió—, ¿podrías hacerme un favor?

—Claro.

—¿Cuánta probabilidad hay de que convenzas a Edward de volver a comer con nosotros? 

—Bueno... Puedo intentarlo, pero no prometo nada.

—Gracias, Esmeralda —se acercó para dar un beso en mi mejilla y se fue.

•••

—¿A donde vas?.

La pregunta de Victoria canceló de forma automática mi acción, estaba por abrir la puerta pero mi mano la soltó.

—Voy a casa de los Torres.

—¿Te ha dicho algo que me sea útil? Ya sabes, cosas que le parecen importante y así... —su voz fue suave, cargada de persuasión. 

—Que... Tuvo un accidente de auto.

No me quedé a esperar su respuesta, salí a paso rápido y toqué de forma precipitada el timbre de los vecinos. Tara me abrió, pero también estaba por salir.

—Hola, Esme —sonrió—. Matt está en la cocina.

Dicho eso se marchó. Y aunque soy inevitablemente agradable , no soy tan confiada. — ¡Matt! —llamé desde la puerta principal—, ¡sal rápido! ¡Tara me abrió y se fue!

—No grites —dijo Matt apareciendo.

—Lo siento, creí que no me escucharías a la primera.

Le restó importancia con una leve negación haciéndose a un lado para que pudiera pasar. 

—¿Bajaste a comer? —pregunté al instante que mis ojos se cruzaron con Edward.

Estaba sentado en el sofá de la sala, no había silla de ruedas, tenía las muletas recostadas del posa brazos, revisaba su teléfono.

—Buenas tardes, Esmeralda —habló en un tono muy formal al momento que apartaba sus ojos del teléfono—. Y no, bajé porque mis padres no están y puedo tener unos minutos fuera del cuarto sin comentarios incómodos.

—Cuanta sutileza —comenté con evidente sarcasmo.

—Me sorprende que sepas usar el sarcasmo, creí que lo que mejor que se te da es sonreír.

Amor Entre las Flores ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora