18| ¿En la piscina?

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Había mucho calor.

Estaba sentada bajo el árbol del jardín mientras intentaba ignorar las peticiones de Víctor hacía mis girasoles. Mi querido hermano quería que le regalara algunas de mis flores para una cita que tenía con quién sabe. 

Ellos no sufrirían por su mal de amores.

En ese instante llegó un mensaje.

De: Matt

Hola Esme ¿te gustaría venir un rato a casa?. Tengo una gran idea pero no con quien compartirla.

De: Esmeralda.

Espero que sea buena.

Me levanté y sacudí el vestido.

—Voy a casa de los vecinos, tengo las flores contadas así que ni te atrevas a tocarles un pétalo.

No esperé para escuchar su queja porque de inmediato me marché. Matt no tardó en abrir y dirigirme al patio trasero de su casa. Era hermoso. Césped y arbustos bien podados, sillas plegables, una mesa de campo cubierta por una sombrilla playera, y lo más cautivante era la piscina.

Venía de maravilla en este día tan caluroso.

—¿Te gustaría acompañarme? —preguntó Matt viendo a la piscina—. Se suponía que era un plan en familia pero estamos en desacuerdo. Mis padres salieron y llegaran en un rato, Tara tenía que terminar algún trabajo de la universidad y Edward...—

—Aquí estoy —interrumpió.

Ambos volteamos a verlo. Él estaba cerca de la puerta con la vista fija en algo detrás de nosotros, seguro era la piscina. Traían ropa playera: bermuda y franela sin mangas. Se apoyaba con firmeza en las muletas.

—Estaba en la sala de estar, indeciso —terminó de decir Matt.

—Eres el peor de los hermanos —comentó Edward—, sabes que amo el agua y no puedo entrar —soltó un suspiro—. La vida es un asco.

Se dirigió a una de las sillas y se sentó sin dejar de ver la piscina.

—Me da gusto que nos acompañes —Matt sonrió—. Entoces ¿te bañaras, Esme?

¿En la piscina...? Parecía muy profunda. Mal momento para no saber nadar.

—No tengo traje de baño —solté la primera excusa que vino a mi mente.

—Puedes buscar uno o también podría decirle a Tara que te preste algo.

—No querrá —intervino Edward con la vista fija en su teléfono.

—¿Tú como sabes? —debatió Matt.

—Exacto, no he decidido —me quejé.

Edward bajo su teléfono un momento antes de verme. —Te estoy conociendo, Esmeralda, apuesto que te da vergüenza.

Matt elevó una ceja con diversión. —¿Debo suponer que eso es cierto?.

—Estúpido —respondí a Edward. 

—No tienes idea —respondió él sonriendo. 

En ese momento se escuchó el timbre y Matt fue a abrir.

—¿Me dirás por qué no quieres entrar a la piscina? No estoy seguro que de verdad te de vergüenza...

Tardé unos segundos en responder... —Digamos que las actividades acuáticas no son lo mío.

—Entonces no sabes nadar... Un poco extraño para alguien que ama ir a la playa.

Asentí caminando en su dirección y me senté en una silla junto a él. —¿Por qué no te bañas?.

Amor Entre las Flores ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora