40| Rupturas y debates.

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Estaba muy inquieta con la idea de que esto le fuera afectar a Victoria, que aunque no era la chica más romántica, tenía sentimientos y el hecho de que Matt le vaya a terminar después de estar juntos —además de ser descubiertos— es un golpe bajo para cualquiera.

—Esme... —Edward llamó mi atención— recuerda que tu no tienes absolutamente nada que ver.

—¿De qué hablas?

—En lo que está pasando. No puedes sentirte culpable o querer buscar una manera de solucionarlo, ellos deben hacerlo.

—Pero es mi hermana, últimamente no he hecho nada por ella.

—Los hermanos están para apoyarse, no para querer lidiar con todos los problemas del otro.

—No busco cargar con sus problemas, sino ayudarla.

Suspiró. —De verdad, Esme, lo mejor es que ellos soluciones su asunto —extendió su mano para acaricia mi mejilla—. Se de consuelo, de apoyo. Más no seas parte del problema.

Se escuchó un carraspeo, evidentemente de Rosa. —Si me disculpan... Creo que Edward tiene razón, Esme. Porque puedes ayudar, pero si las cosas empeoran entrarás en la culpa de eso —sonrió ligeramente—. Mi abuela siempre decía que los problemas de pareja son de dos, y las abuelas son sabias.

—También le creo a su abuela —Edward sonrió levemente.

Estaba por acceder y decidir creerle a su abuela, cuando escuchamos un portazo. Los tres nos miramos un poco asombrados, hasta que por la puerta de la habitación apareció Victoria, su mirada se centro en Rosa.

—Vamonos —su voz se escuchó un poco temblorosa.

Rosa se levantó y salió de la habitación con Victoria. Me quedé un momento en silencio considerando que debía hacer ahora, hasta que en esta ocasión fue Matt quien entró y se lanzó en la cama junto a nosotros.

—¿Fue muy mal? —preguntó Edward.

Matt soltó un bufido. —Más de lo que imaginas... Me puse nervioso y no sabía como explicarme, así que no solté mayor estupidez que: "no eres tú, soy yo" —se pasó las manos por el rostro con frustración—. Que patético.

En efecto, era la manera más trillada de terminar con alguien.

—¿Y por qué no le dijiste lo mismo que a nosotros? —Edward volvió a preguntar.

—¿Qué parte? ¿la de qué no me pasa nada romántico con ella, o la que solo me trae sexualmente? —ironizó.

Edward disimuló una sonrisa. —De acuerdo, quizá no eres el único malo en estas cosas... Pero dime algo Matt, ¿te sientes mejor?

Aguardó unos segundos en silencio antes de responder. —Siento que solté un peso grande, sin embargo no puedo borrar del todo el sentimiento triste pero también un poco culpable... Si tan solo hubiera sido honesto desde el principio, me estaría ahorrando el mal rato.

—Todos debemos ser esplendorosamente idiotas en algún momento. Vas a estar bien, todo mejorará su tiempo.

—Quien diría que el mismo torpe que se cae en la baño tiene momento reflexivos.

Edward se echó a reír. —No digas eso, ahora Esme creerá que de verdad me bañas.

—¿Acaso ya no lo hacía? —bromeé.

Matt empezó a reír seguido de mí.

—Esta buscando un remplazo ¿te interesa? —su tono fue sutilmente sarcástico, acompañado de una sonrisa burlona.

Mi risa perdió fuerza. —No gracias, yo quiero ser doctora, ese tipo de trato se da mejor en enfermeras.

Amor Entre las Flores ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora