Capitulo 3 | Camila

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-Camila-

La semana pasa a una velocidad alarmante.

Entre mis múltiples tareas y clases, apenas tuve tiempo para pensar en lo que había hecho: aceptar salir con Lauren Jauregui.

Me la he cruzado por los pasillos, pero sólo se limita a guiñarme un ojo y sonreírme con galantería.

Ni siquiera se lo he comentado a Dinah porque tenía miedo de su reacción. Por otro lado, se ha encargado de presentarme a todos y cada uno de sus amigos. Hemos estado charlando tanto, que me explicó el significado de todos y cada uno de sus tatuajes, me mostró los que lleva en las caderas y aquel pequeño tatuaje en su espalda baja.

 He intentado saber cuál es la bruma generada alrededor de Lauren Jauregui, pero cada que saco el tema a relucir, Dinah termina evadiéndolo de manera impresionante.

Una vez intenté preguntárselo a Ally, una de las amigas de Dinah, pero se limitó a mirarme con expresión horrorizada y decir—: Créeme cuando te digo que no quieres saberlo.

Me levanto especialmente tarde el sábado y holgazaneo un rato, navegando en internet y desayunando una nada nutritiva big mac.

Pasadas las tres de la tarde, Dinah me acompaña al cuarto de lavado del edificio y me enseña cómo funciona eso de lavar en máquinas traga monedas. Paso el resto de la tarde sentada con Dinah, charlando y lavando ropa y, cuando menos lo pienso, son casi las siete de la tarde.

— ¡Maldición!, ¡necesito ducharme ahora mismo! —chillo cuando me doy cuenta de la hora.

Dinah está pintando sus uñas de negro y me sonríe —Así es, debes estar lista porque a las ocho iremos a un bar con los demás —dice, soplando hacia sus uñas.

Yo me congelo en la puerta del baño y cierro los ojos mientras me vuelvo hacia Dinah. —E-En realidad tengo otros planes —mascullo, mirando hacia mis pies descalzos.

Siento la mirada de Dinah clavada en mí, pero no la miro. — ¿Qué clase de planes?

Rasco detrás de mi oreja con nerviosismo. —Es algo así como… —me aclaro la garganta y la miro—, una cita.

Las cejas de mi compañera de cuarto se disparan al cielo mientras una sonrisa sugerente se desliza por sus labios.

— ¿Tienes una semana aquí y ya conseguiste una cita?, ¡Dios mío, mujer, debes decirme cómo hacerle! —se burla y yo me relajo un poco.

—En realidad es una cita de amigos —miento.

Una parte de mí grita que debo decirle con quién voy a salir, pero otra, más fuerte e insistente, me grita que mienta. Que sólo será una cita y que no volverá a repetirse, ¿qué caso tiene angustiarla?, no es como si estuviera iniciando una relación, ¿o sí?...

—De acuerdo, ¿a dónde irán?, ¿cómo se llama?, ¿lo conozco?, ¿está bueno? —Dinah se acomoda sobre la cama, mirándome con expectación.

Yo no puedo evitar soltar una risita nerviosa. —Iremos por comida mexicana. Y no, no lo conoces. Es alguien de mi semestre —miento. 

— ¡Su nombre, Camila!, ¡quiero su nombre! —chilla con emoción y yo cierro mis ojos.

—John. John Hudson —miento. John es, en realidad, uno de mis mejores amigos en Los Ángeles. Y es gay…

—No me suena —hace una mueca y yo hago un gesto desdeñoso con la mano, restándole importancia.

—Debo estar lista en una hora, me ducharé—digo, escabulléndome al baño.

DestruyemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora