-Camila-
— ¡Dios, dale un descanso a ese teléfono, Camila! —me reprime Dinah.
Es la cuarta vez en menos de quince minutos que lo reviso sólo para ver si tengo algún mensaje de Lauren. Prometió avisarme en cuanto llegara a la ciudad y estoy más que ansiosa. No la he visto en casi una semana debido a que tuvo que viajar a Chicago para una de las eliminatorias. El campeonato ha sido una completa tortura. Las peleas son cada vez más brutales y cada segundo que pasa arriba del ring es un martirio para mí.
—Lo siento —mascullo, guardando el teléfono en mi bolso—. No puedo evitarlo. Espera a que Halsey viaje a Nashville la semana que viene, y verás lo que se siente.
Dinah rueda los ojos al cielo, pero noto su expresión preocupada. —No me preocupa el hecho de que salga de la ciudad —dice—, me preocupan las zorras.
El estómago se me revuelve sólo de pensar que alguna chica pueda estar alrededor de Lauren y miro a Dinah, con expresión furibunda.
—Gracias por eso. Ha sido bastante tranquilizador —digo con sarcasmo.
Una risa brota de la garganta de Dinah y se encoje de hombros. —Lauren está completamente idiota por ti, no creo que sea capaz de enrollarse con alguien en tu ausencia.
No puedo evitar pensar en todas las cosas que he escuchado sobre ella. Era una completa hija de puta con las mujeres. Se acostaba con cuanta chica se le pusiera enfrente y no volvía a llamarlas. Una parte de mí me grita que estoy siendo estúpida, que Lauren me ha demostrado una y mil veces que va en serio conmigo; pero otra me dice que la gente nunca cambia, y que podría volver a ser una hija de puta en cualquier momento.
—En serio, gracias —no estoy nada contenta con ése nuevo pensamiento rondando en mi cabeza.
— ¡Jesús, Camila!, ¡tranquila!, Lauren te quiere un mundo. Se le nota leguas de distancia. Deja de ser una completa ridícula insegura, y vuelve a revisar tu teléfono, anda —dice y me guiña un ojo.
Me digo a mi misma que estoy siendo paranoica y que las cosas con Lauren han ido bien éstos meses. Que no tengo por qué preocuparme porque Lauren quiere esto conmigo. Me obligo a comer mi almuerzo, no sin antes revisar mi teléfono seis veces más.
Estoy a punto de levantarme de la silla y salir de la cafetería, cuando escucho una voz a mis espaldas, diciendo—: ¿Supiste lo de la chica en el camerino de Jauregui?, sabía que era cuestión de tiempo.
Me congelo de inmediato. Una sensación nauseabunda se apodera de mis entrañas y de pronto, siento algo helado dentro del pecho.
—Sólo están molestándote, Camila, no te atrevas a seguirles la corriente —dice Dinah entre dientes, estirando su mano para apretar la mía.
Asiento lentamente y tomo una inspiración profunda, obligándome a levantarme de la silla. Camino entre las mesas, sin siquiera mirar a las chicas que mantienen la conversación a cerca de Lauren.
— ¿Qué se siente que tu novia te engañe en los primeros meses de relación? —Dice una de ellas cuando paso a su lado. Aprieto los dientes, obligándome a seguir avanzando—. Debe ser horrible descubrir que no puedes darle lo que necesita.
Me detengo en seco y siento los dedos tibios de Dinah envolviéndose en mi antebrazo. Tira de mí, pero no me muevo. Me giro sobre mis talones y enfrento a la pelirroja y a su amiga rubia teñida.
—Vete a la mierda —escupo.
Una risa brota de la garganta de la pelirroja, quien me mira con expresión burlona.