-Lauren-
Llegamos a Denver a las dos de la mañana, pero pasamos cuarenta minutos dentro del auto, renuente a salir de él. Camila es bastante paciente conmigo. No me presionó ni un poco. Simplemente esperó a que estuviese lista para bajar y encaminarme con ella al enorme edificio donde vive Chris, mi hermano mayor.
— Le pediré a Chris la clave para el estacionamiento del edificio —mascullo, mirando hacia el Chevelle de Camila.
—No te preocupes por eso —se encoje de hombros—. No es como si alguien quisiera robar mi viejo cacharro.
Una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios y entramos a la recepción. El portero nocturno nos mira una fracción de segundo antes de regalarnos una inclinación de cabeza. Sé que ha podido reconocerme. Lo noto en la incredulidad que tiñe su expresión.
—Bienvenidas —dice.
Camila murmura un suave “Gracias. Buenas noches”, siguiéndome de cerca.
Subimos al ascensor y presiono el código que Chris me ha enviado por mensaje de texto. Yo llevo la maleta de Camila y la mía; mientras que ella lleva a Guante entre sus brazos. Decidí llamarle así porque la mañana de año nuevo, desperté con él, hecho una bola sobre mi mano. Parecía un guante de box. No he podido dejar de llamarle de esa manera desde entonces.
—Tranquila —la voz de Camila me hace salir de mi ensimismamiento. La miro, confundida. Ella mira hacia mis manos y hace un gesto hacia ellas.
No me había dado cuenta de que estoy abriendo y cerrando los puños hasta éste momento. He dejado caer ambas maletas, así que me inclino para levantarlas. Una sonrisa aterrada se pinta en mi boca y mascullo—: Lo siento.
—Todo saldrá bien —su sonrisa es tan genuina, que casi creo en la certeza con la que habla. Quiero creer que todo estará bien.
Abro la boca para responder, pero la puerta de elevador se abre de pronto, haciéndome saltar del susto. Mi corazón golpea furioso contra mis costillas. Mis manos tiemblan ligeramente y mi garganta se siente áspera.
El vestíbulo del departamento de mi hermano aparece en mi campo de visión. —Es aquí —digo. Mi voz suena ronca e inestable. Estoy tan nerviosa que creo que voy a vomitar.
Camila es la primera en avanzar, poniéndose justo en la puerta del ascensor para evitar que cierre. Doy un par de pasos hasta el vestíbulo. Es entonces cuando soy capaz de notar la figura de Chris, recostada en el sillón más grande.
El pent-house es un lugar impresionante. Está en uno de los edificios más grandes de Denver, y tiene una preciosa vista de la ciudad. Las paredes son blancas en su totalidad y casi todos los muebles son de tonalidades oscuras como grises, azules y negro. Hay un toque de color en algunos cuadros y plantas. Estoy segura de que las plantas son obra de Taylor y mi madre.
—Chirs —digo en voz alta y él se levanta como impulsado por un resorte.
Su mirada encuentra la mía y me congelo ahí, mirando a mi hermano. Luce tan familiar y tan diferente al mismo tiempo…
— ¡Lauren! —Su voz suena ronca por el sueño—, ¡Maldita sea, me quedé dormido!
—Hola —sonrío suavemente y él me sonríe de vuelta.
Camina en mi dirección, y se detiene cuando estamos frente a frente. Es mucho más alto que yo, y esta mucho más flaco de lo que recordaba, sus cejas son más pobladas de lo que puedo recordar.
Su cabello está más corto de lo que solía estar y hay un brillo extraño en su expresión. Un soplo de sabiduría que no estaba ahí antes. Quizás sólo es el hecho de que tenía bastante tiempo sin verlo.