-Camila-
La noticia de que Lauren Jauregui está saliendo con alguien se ha corrido como pólvora, por todo el campus.
Me tocó entablar conversación con una chica de mi curso la mañana del lunes. Estaba muy decepcionada y molesta por no ser ella quien estuviese saliendo con Laur.
Su sorpresa fue grande cuando Lauren pasó al salón de clases sólo para darme un beso. A partir de ese día, soy intocable. No hay hombre alguno que se me acerque. El miedo que le tienen es absurdo, tomando en cuenta lo dulce que es cuando está conmigo.
—Es como un repelente de hombres —se burla Dinah—. Es como si todos fuesen perros y Lauren hubiese orinado sobre ti, reclamándote como parte de su territorio.
— ¡Eso es asqueroso! —me quejo, haciendo una mueca, pero una sonrisa idiota se desliza por mis labios. Salimos desde hace más de una semana, y los rumores aún no han cesado.
— ¿Cómo se ha comportado contigo? —pregunta y noto un destello de preocupación en su mirada.
Una risa me asalta y niego con la cabeza. No puedo creer que piense que Lauren es capaz de hacerme alguna clase de daño.
—Es la persona más dulce que he conocido en mi vida —admito.
—No me lo tomes a mal, pero no imagino a Lauren siendo dulce. Siempre la he imaginado salvaje, apasionada, posesiva, sensual…
— ¡Oye, detente!, ¡estás hablando de la chica con la que salgo! —bromeo, pero una ridícula punzada de celos me golpea.
Una risa ronca brota de su garganta y la gente comienza a vernos. Estamos en la cafetería del campus, desayunando. — ¿La has visto éstos días?, fuera del campus, quiero decir —dice tras su ataque de risa.
Yo suspiro con pesadez. —No. Tiene pelea el fin de semana; se la vive entrenando —digo. No puedo evitar hacer una mueca de decepción.
Dinah rueda los ojos al cielo. —Halsey también tiene pelea, pero dentro de dos semanas. No ha dejado de hablar sobre eso. ¿Irás a verla pelear, cierto?
—Lauren quiere que vaya, pero yo no quiero. Sólo recordar cómo la golpeaban en la pelea de clasificación, me pone la carne de gallina —un escalofrío me recorre la espina dorsal.
—Pero Lauren es de las favoritas. Halsey dice que siempre regala un round, para que la pelea dure un poco de tiempo.
Soy consciente de que Lauren es una de las mejores. Soy consciente de lo fuerte que es, pero aún así, estoy renuente a verla pelear.
—Sólo le ruego a Dios que termine pronto —gimo y Dinah ríe un poco.
—Hablando del rey de Roma —masculla y mi vista se vuelca a mis espaldas.
Lauren camina en mi dirección con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Una sonrisa perezosa se desliza por sus labios y mi corazón da un vuelco mientras le sonrío de vuelta.
Sus labios encuentran los míos en un beso profundo. Su lengua invade mi boca sin pedir permiso y yo correspondo su caricia enredando mis dedos en su cabello.
—Consigan una habitación —dice Dinah y Lauren gruñe, medio sonriendo, contra mis labios.
Le hago un espacio a mi lado y se sienta descuidadamente. Su brazo se envuelve en mi cintura y besa mi mejilla. —Hola —sonríe radiante hacia Dinah, quien rueda los ojos al cielo.
—Tú y tus gestos territoriales, Jauregui —dice mi amiga, con gesto burlón.
Lauren se encoje de hombros. —Soy territorial, ¿para qué negarlo?