-Lauren-
No puedo concentrarme. Estar consciente de su presencia en éste lugar, me pone la carne de gallina. Estoy asustada hasta la mierda. Me aterroriza el hecho de tenerla aquí.
Es mi lugar seguro. El único lugar donde puedo ser yo, sin tener miedo de lastimar a todo el que me rodea, ¿qué diablos está haciendo en mi lugar?...
—Lauren —la voz de Halsey suena a mis espaldas, pero no respondo. Sigo golpeando el saco con todas mis fuerzas—. Lauren, no seas una imbécil. Fue culpa mía. Yo le dije a Dinah dónde quedaba el gimnasio. Camila no tiene nada que ver.
Aprieto los dientes. Sé que no tengo ningún motivo para sentirme enfadada con ella, pero lo estoy. Estoy enfadada con ella por estar aquí, invadiendo mi espacio. Quizás sólo estoy enfadada porque no quiero que me vea realmente. No quiero que se dé cuenta de lo que soy capaz de hacer.
— De acuerdo, vete a la mierda, entonces —espeta Halsey y golpeo tan fuerte, que el saco sale del gancho que los sostiene, cayendo al suelo con pesadez.
Estoy jadeando. Sé que estoy siendo una verdadera idiota, pero no puedo relajarme. No puedo estar tranquila. No puedo dejar de sentirme invadida.
La miro de reojo. Está sentada junto a Dinah, con una sonrisa suave pintada en los labios; pero, aún con todo y su sonrisa, soy capaz de notar el brillo triste en su mirada. En ese instante, me ablando completamente. No quiero que esté aquí por el simple hecho de que, cuando entreno, no me contengo. No quiero que me tenga miedo. No quiero que se dé cuenta de que soy más peligrosa de lo que aparento.
Maté a alguien a golpes. ¿Cuánto tiempo voy a ser capaz de ocultárselo?, ¿Cuándo voy a dejar de ser una cobarde y voy contárselo?...
El idiota de Josh Matthews está fanfarroneando delante de ella, golpeando la pera con movimientos torpes e imprecisos.
“No te atrevas a arruinarlo más de lo que lo has arruinado hasta ahora, Lauren.” Me digo, intentando ignorar la forma en la que quiere llamar la atención de Camila.
Paso los siguientes cuarenta minutos intentando no mirarla, pero es imposible. No puedo apartar mi vista de ella. He memorizado la manera en la que se pasa las manos por el cabello, cepillándolo hacia un lado; la manera en la que sonríe de vez en cuando, cuando Dinah hace un comentario en su oído; sus miradas de soslayo en mi dirección, y su mueca triste.
Mi coraje ha mermado con el esfuerzo físico y Josh se ha mantenido a raya. Eso me tranquiliza.
Cuando termino mi entrenamiento, me dirijo directamente a las regaderas. Tomo una ducha rápida y me visto a toda velocidad. Deseo ver a Camila antes de que se vaya. Sé que cree que soy una imbécil, pero quiero verla de todos modos.
Cuando salgo del vestidor, noto a Halsey, poniéndose sus zapatillas deportivas. Su mirada se alza y me mira con cautela.
— ¿Ya vas a dejar de ser una imbécil? —pregunta y me dirijo a mi taquilla, donde he guardado todas mis cosas.
—Vete a la mierda —mascullo, tomando mi maleta.
—Camila irá sola a casa —dice a mis espaldas, y me congelo en ese instante—. Dinah y yo iremos a mi departamento. Sería bueno que dejaras de ser una idiota y la acompañaras.
El corazón me da un vuelco, pero no digo ni una sola palabra. Me echo a andar rumbo a la puerta principal del gimnasio. La veo de pie, cruzada de brazos, recargada en uno de los aparatos, con la mirada fija en el suelo. Dinah agita la mano en mi dirección, pero sé que es a Halsey a quien se dirige. Ella me pasa de un empujón y aprieto los dientes, reprimiendo mi coraje.
— ¿Nos vamos? —escucho que le dice mientras la envuelve por la cintura.