𝘼𝙜𝙖𝙥𝙚 🦋 𝙝𝙮𝙪𝙣𝙝𝙤

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¿Es normal sentirme como un completo estúpido cada vez que me encuentro con cierto chico pelinegro? Sinceramente, creo que no lo es. He estado pensando constantemente en la manera de poder eliminar por completo esa extraña sensación hacia el pelinegro que me hace perder por completo los estribos y la razón; sé perfectamente que no debo continuar cayendo en sus malditas redes, a pesar de que mis amigos me dijeron que el mismísimo Hwang Hyunjin fue quien asesinó a todos los integrantes de la aldea donde pertenecía, no puedo creerlo y me ciego por completo ante la posible verdad.

Estoy cien por ciento seguro de que él no ha sido el culpable, su padre lo engañó u obligó para que hiciera algo tan terrible, eso es lo más coherente para mí porque no puedo creer que él sea capaz de hacer alto tan vil. Quizá, me estoy cegando demasiado por el amor que creo sentir hacia ese chico, posiblemente, estoy cometiendo un gravísimo error al cerrar mis ojos ante la verdad, pero por ahora, seguiré creyendo que el mismísimo emperador es el único asesino.

La noche anterior, había caído nuevamente ante los perversos encantos del príncipe Hwang al aceptar deliberadamente aquel beso que me llevó al cielo, pero sé perfectamente que todo cambiará en un abrir y cerrar de ojos porque su manera de ser es extremadamente versátil.

—El emperador saldrá hoy— me avisó Kim tan pronto se posó frente a mí después de darme un ligero golpe en la parte posterior de mi cabeza para traerme al presente. —¿Me escuchaste, Lee? — preguntó con cierto deje de burla.

—Lo hice, líder de la tropa— murmuré. —Por cierto, ¿cómo es que...?

—Ya llegué— avisó Wang tan pronto se posó frente a nosotros con una gran sonrisa que cubre la mayor parte de su atractivo rostro. —¿Los hice esperar mucho? — ladeó ligeramente su cabeza hacia la derecha y esto, logró que se viera tierno.

Kim rodó los ojos y tras suspirar, dijo—: Lamentablemente, nunca llegas tarde. ¡Han Jisung! ¿En dónde te has metido?

—Él me comentó que no iría— habló Wang.

—No se trata de si quiere o no ir— bufó Kim —, es una orden del emperador, no una pregunta.

—Lo mismo le dije yo.

—Sí, claro— me reí.

—Lee, te ves más feliz que hace unos días atrás, acaso, ¿sucedió algo interesante? — preguntó Wang mientras elevaba las cejas en señal de perversión.

—No— rodé los ojos —, no sucedió nada.

—¿Estás seguro? — preguntó Han tan pronto apareció en mi campo de visión.

—Dejemos de lado sus preguntas tontas, ¡Concéntrense en la misión de hoy! — rugió Kim.

—¡Como ordene, líder Kim! — exclamamos al unísono.

Me parece demasiado extraño el hecho de que los tres hemos sido elegidos para escoltar al emperador hacia su junta semanal con unas personas de altos rangos dentro del Palacio Real; ellos llevan a cabo sus reuniones a las afueras del Palacio Real porque consideran que será mucho más difícil de ser escuchados por personas que los quieran dañar.