𝘼𝙜𝙖𝙥𝙚 🦋 𝙝𝙮𝙪𝙣𝙝𝙤

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—Hyunjin, ¿realmente eres su hijo? ¿O estás fingiendo ser el hijo del presidente, cuando realmente eres el guardaespaldas o mayordomo?

—¿Crees que alguien como yo, sería capaz de formar parte de la pobreza? — soltó con ironía. Claramente, no hay humildad en él y eso, me ha quedado más que claro desde el primer encuentro que tuvimos. —Por cierto, te prohíbo que te acerques a mi hermano.

—¿Qué? ¿Por qué?

—¿Realmente me lo estás preguntando? — soltó una carcajada. —Minho, no me gustaría ver a mi hermano con una persona como tú.

—Lamento decirte esto, pero tu hermano es el que debe decidir.

—Será mejor que acates mi orden, de lo contrario...

—¿Qué se supone que harás si salgo con él? — enarqué la ceja. —¿Asesinarme?

Hyunjin sonrió de lado. —No mancharía mis manos con sangre de baja calidad.

—Déjame decirte un pequeño secreto, príncipe— me acerqué lo suficiente a él y le dije en el oído—: Sus labios saben muy bien.

—¡Maldito bastardo!

La sonrisa burlona que tenía el pelirrubio cubriendo gran parte de su rostro se borró por completo, posó ambas manos sobre mi pecho y me alejó de él, elevó su puño y lo llevó directamente a mi rostro. Me quedé esperando gustosamente su golpe porque me encanta verle perder los estribos, claramente, eso lo hace ver mucho más atractivo y apetecible.

El golpe nunca llegó y eso, me pareció demasiado extraño, sin embargo, ocurrió algo inesperado que me dejó helado. Hyunjin me tomó con fuerza de la cadera y me acercó demasiado a él, colocó su mano libre en mi mentón y acercó sus labios a los míos y, me besó con pasión, deseo y un ligero toque de necesidad.

Acepté gustosamente el beso puesto que, lo deseaba demasiado que hasta me siento muy feliz y satisfecho, como si hubiese estado esperando miles de años para poder sentir sus deliciosos labios sobre los míos; le regresé el beso y él no perdió oportunidad para introducir su lengua en mi boca y exploró deliberadamente el interior mientras saboreaba el sabor del vodka. Es estúpido, pero siento como si el tiempo se hubiera detenido mientras nos comíamos la boca con pasión y necesidad.

Coloqué mis manos sobre su pecho y tras romper el delicioso beso, lo alejé de mí y lo miré con obvia molestia que es totalmente falsa.

—¿Qué te pasa, estúpido?

Hyunjin se limpió el hilo de baba que se había desprendido de nuestros labios y tras sonreí abiertamente para demostrar su superioridad, respondió—: Nada. Solo quería comprobar que tan feo sabes.

—Vete a la...

—Hijo, Minho— fui interrumpido por el presidente que apareció de pronto en el jardín junto con mi padre. —Me alegra verlos juntos, será más fácil dar la noticia— sonrió abiertamente. —Hyunjin, desde hoy, Lee Minho será tu guardaespaldas personal.

—¿Qué? ¿Por qué? — el rostro atractivo de Hyunjin mostró una notable expresión de fastidio.

—Confío demasiado en su padre, también confío en él, espero que puedas ser agradable con el pequeño Minho.

—No me gusta estar rodeado de gente estúpida y perdedora como tú, pero no puedo evitar aceptar la decisión que ha tomado mi padre— soltó con desprecio y desapareció de mi vista.

—Lamento su actitud de mierda— soltó su padre. —Él no suele confiar en las personas tan rápido, espero que puedas entenderlo y cuando sea necesario, bríndale un puñetazo en la cara cuando se porte mal.

—Tomaré en cuenta sus palabras, presidente— le aseguré.

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—Minho, ¿ya te había dicho que eres un pendejo?

—Sí, hace cinco segundos atrás me lo dijiste, Seungmin— rodé los ojos.

—Cierto, ¿cómo es que aún no lo entiendes?

—No lo sé— suspiré. —Cada vez estoy más jodido.

—¿En serio? — se burló —Minho, ¿qué demonios has hecho?

—Acepté ser el guardaespaldas de Hyunjin, ¿puedes creerlo?

—Eres demasiado estúpido— se rio. —Por cierto, ¿se lo contarás al Gran Maestro?

Elevé la mirada del suelo hasta encontrarme con la de Kim y negué repetidas veces con la cabeza. —No. Al menos, no por ahora. Primero necesito ganarme a ese hijo de perra para poder jugar con él de una manera sutil y discreta.

—Lee Minho, piensa bien las cosas, porque tarde o temprano, todo puede salir a luz y tendrás demasiados problemas.

Seungmin tiene razón, pero ya estoy a la mitad del camino y no es momento para devolverme o simplemente salirme; llegaré hasta la meta a como dé lugar y obtendré el éxito deseado para poder sentirme un poco más libre.

—Lo sé, sé lo que hago— le aseguré.

—¿Cuál es esa «cosa» que tanto desea el Gran Maestro?

—Ni yo mismo lo sé— admití —Él me ha dicho que cuando tenga a la presa en mis garras, él se encargará de obtener personalmente esa «cosa». No puedo preguntar nada más al respecto porque no me dirían absolutamente ninguna información, es por eso, que prefiero fingir que sé lo que hago.

—¿Qué pasaría si esa cosa te puede dañar?

—No lo creo.

—No estés tan seguro, amigo.

—¿Qué tan probable es que el Gran Maestro me quiera dañar, si he hecho todo lo que me ha ordenado y le he dado tantas victorias?

—Dentro de este mundo, nunca confíes en nadie, mi querido amigo.

Después de que se fue Seungmin del departamento, me quedé pensando en las palabras que me había dicho sobre la confianza, sé perfectamente que no puedo confiar ni siquiera en mi propia sombra, pero tampoco estoy seguro de que el Gran Maestro me quiera hacer daño o al menos, eso quiero creer.

Salí del edificio puesto que deseo tomar aire fresco mientras pienso en mis siguientes movimientos; caminé por la solitaria calle sin mirar alrededor, simplemente me perdí en mis pensamientos y no me percaté de que había caminado hacia un callejón oscuro sin salida. De pronto, fui tomado del cuello y me lanzaron en contra de una pared, solté un quejido a causa de dolor que he sentido recorrer por completo mi cuerpo y elevé la mirada hasta encontrarme con la de un hombre desconocido.

—Nos volvemos a encontrar, Know— soltó con autentico desprecio que logró hacerme hervir la sangre. —Te lo dije, debía encontrar la manera de tenerte para mí solito— sonrió con perversión. Acercó su nariz hasta mi cuello y lamió una gran parte de este con su asquerosa lengua; la acción me hizo sentir totalmente desorientado y muy enfermo.

—¡Aléjate! — le ordené tan pronto salí de trance.

—¿Por qué debería hacerlo? — sonrió. Nuevamente, lamió mi cuello e intenté darle un golpe con mi puño, pero el hombre fue más rápido y retuvo mis dos manos, las colocó sobre mi cabeza y repitió la acción de la lamida. —Sabes tan bien.