—¡Abran la puerta!
Y en realidad parecía que iban a tumbarla con los fuertes golpes que le daban a la madera.
¿Qué hizo la puerta para merecer tanto odio?
Cerré la llave de la ducha para poder escuchar con claridad.
—Muestren sus caras, pecadores...
No se trataba de un solo grito, se trataba de medio pueblo, seguramente.
Sonreí como el gato malévolo de Alicia en el país de las maravillas porque significaba que ya habían visto la fuentecita.
Mis padres llamaron un par de veces a mi habitación.
—Hija, al parecer ha pasado algo grave —dijo mi padre.
—Varios vecinos estuvieron tocando la puerta —informó mi madre—. Quieren que vayamos a la estatua, parecía urgente.
Les avise que saldría en unos minutos, que tenía que vestirme y peinarme. Oí a mi padre decir que tenía un problema en su trabajo y que lo solucionaría, así que fue el primero en marcharse. Mi madre esperaba pacientemente en la sala. Al verme alzó su mirada y entrecerró sus ojos, escaneándome completamente.
—¿Hiciste algo? —cuestionó— ¿Hiciste algo malo? Tengo que saberlo antes de que me rellenen como pavo navideño.
—¿Yo? Bueno, hice un pequeño cambio en la estatua del viejo Gibson —comenté.
Mi madre se levantó casi perpleja con la boca en una perfecta "O".
—Pero, digamos que se ve mejor que antes. Te gustará —aseguré.
Salimos de casa, emprendiendo la caminata hasta la fuente. Al llegar todos los reunidos empezar a hablar al mismo tiempo, la mayoría se encontraba furiosa, otros se reían mientras tomaban fotos y otra pequeña parte estaba llorándole a la estatua.
El señor Tomas fue quien levantó la mano, fue mas como una orden, así que los demás se callaron, incluidas las lloronas.
—Señora Aurora, aprecie la bestialidad que su hija hizo mientras descansábamos anoche.
Y todos se hicieron a un lado para dejar apreciar mi arte.
Mi madre me miró y sonrió completamente, pero al final ocultó su sonrisa.
—Su hija es una bestia, es una chica perversa. En este pueblo no hemos conocido a una chica tan maldita como ella, es un caos, es una malcriada y...
Mi madre tosió al escuchar todo.
—Disculpe, pero ¿acaso en este maldito pueblo no conocen otro nombre que no sea el de Melina? Estamos exhaustos de que siempre la culpen de todo lo malo qué pasa en este pueblo, pero bueno, creo que quedó muy bonita la remodelación, deberían agradecerle a mi hija por ponerle un poco de color a la vieja estatua.
Miré a mamá sin poder creer todo lo que decía, es que ¿me la cambiaron mientras dormía?
—Ya veo, la madre igual que la hija... deberíamos ponerle una restricción a su hija, no hace más que dar problemas a todos nosotros.
Iba a defenderme, pero el silencio se hizo permanente cuando llegó la familia Gibson. Gabriel, el director y también padre de Lucas, impresionado por la barbaridad que veían sus ojos se obligó a contener sus lágrimas. Nadie dijo nada, nadie me acusó, pero él ya sabía de quien provenía todo esto. Creo que quería matarme con tan solo mirarme si le fuera eso posible. La abuela de Lucas temblaba de la ira y Lucas estaba incrédulo ante la situación en la que se encontraba.
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Mi exilio con la abuela
Teen FictionLibre y salvaje, al menos eso se cree de Melina, una chica muy inusual para un pueblo muy anticuado. Porque entre ser y no ser, Lillie es un desastre, pero vamos, un desastre muy divertido. Acusada de ser ladrona ✔️ Expulsada del colegio ✔️ Remode...