𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐

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—¿Expulsada? —repetí en voz baja.

La verdad es que todo estaba pasando tan rápido que apenas podía asimilar la situación. Se me estaba cayendo la vida en la cara, como si fuera un ladrillo impactando a una delicada porcelana. No quería ver ni los zapatos de mis padres, sentía que hasta respirar seria considerado un delito.

—Gabriel, hay una pelea en el gimnasio, tienes que ir de inmediato —anunció su esposa.

El director se despidió de mis padres y salió, dejándome sola con la furia de mi madre.

¡Dios, sálveme!

—Viste las consecuencias de tus actos, ¿eh? —preguntó mi madre preguntó— ¿Ahora que piensas hacer con tu vida? ¿piensas ver esas novelas turcas desde que amanece hasta que anochece? Dime, explícamelo porque de verdad quiero entender cuáles son tus propósitos al enviar tu vida por la tubería.

No gritaba, pero solo bastaba escucharla para saber que estaba muy muy enojada.

—No se enojen, lo voy a solucionar —fue la genial respuesta que salió de mi.

De verdad que necesitaba pensar antes de hablar.

—Hija, no estoy enojada, estoy decepcionada de ti y tu comportamiento —respondió mamá.

Mi padre abrazó a mi madre, en modo de soporte.

—Prometiste que no te meterías en problemas y ahora ya no tienes ni donde estudiar —mi padre suspiró desilusionado.

Ambos se miraron y de alguna manera se comunicaron sin hablar, luego me miraron.

—Cuando lleguemos a casa hablaremos de esto a más profundidad —informó mi madre.

Iba detrás de mis padres mientras salíamos de la horrenda oficina del director cuando recordé que tendría que llevarme mis cosas. Si ya me habían expulsado ya no había más razones para volver, si cortaba lazo con este lugar lo haría hoy.

—Recogeré algunas cosas, los veo en casa —me atreví a decir.

Caminé entre pasillos para ir a mi casillero y tomar mis cosas antes de irme. Los pasillos estaban desolados ya que todos estaban en clases, pero al llegar a mi casillero, logré ver a Lucas, estaba esperándome.

—Oí que no ha sido un gran día para ti.

Llegué a su lado y prácticamente rechacé el beso que quería darme en los labios.

—No me digas —respondí sarcástica.

—¿Esta enojada conmigo?

—¿Por qué debería?

—Sé que mi padre fue tajante y no te dio la oportunidad de redimirte.

Y vi lastima en sus ojos. No quería que nadie sintiera lastima por mi o por mi terrible caso de expulsión, no es como si fuera la primera expulsada en el mundo, no es como si estuviera pasando por una terrible enfermedad. Si, una expulsión es horrible, pero no es lo peor que puede pasarme ahora.

—Tampoco quería redimirme —aseguré.

—¿Por qué estás enojada conmigo?

Tomó mi mano con delicadeza, pero me zafé de su agarre. Estaba molesta, molesta con él.

—Sabes no esperaba que me defendieras con tu padre o algo por el estilo, pero al menos esperaba que no dudaras en negar que hice tal cosa. Y sinceramente no veo ninguna intención de hacerlo. ¿También crees que lo hice?

—¿No lo hiciste? —dudó.

—¡Eres un idiota al igual que tu padre! —hablé con disgusto.

Me di la vuelta para alejarme de él, no suele comportarse como un idiota como se estaba comportando hoy.

Mi exilio con la abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora