—Creo que deje mi estómago en aquel lugar —Nicolás habló algo mareado.
—¿Alguien está herido? ¿Están bien todos? —pregunté tomando aire.
Mire a todos, pero fue Santi quien me agarró de la cara y me besó. Fue un beso apasionado y delicioso. Sentíamos la adrenalina, nuestros corazones acelerados. Aún seguíamos con vida, de milagro.
—LILLIE MIRA LA CARRETERA —Pamela gritó nerviosa.
Me separé de Santiago, divertida.
—Lo siento —me disculpe —ahora entiendo a Nina cuando casi nos lleva directo al abismo.
Pamela empezó a reírse histérica.
—Creo que por ustedes tendré pánico de tomar el volante.
Los chicos se nos quedaron viendo un rato, sin entender de lo que hablábamos. Sentía la mirada de Santi clavada en mi perfil.
—Cual abismo? —inquirió.
Yo sonreí nerviosa, Pamela igual.
—Un juego. Hablamos de un juego.
—Si, es uno de esos de realidad virtual —Pamela apoyó.
—Pues como que juegan mucho con esas gafas —Daniel comentó extrañado.
—Pues son bonitas y divertidas. Es como muy real, cierto Lillie.
Yo asentí sin despegar la mirada del camino.
—Una vez te oí decir que esas gafas son una asquerosidad —Nicolás abrió su bocota.
Pamela le pellizcó el brazo.
—Eso fue antes de descubrir que podíamos simular muchas realidades.
—Como la de ahogarse en la playa? —preguntó Daniel.
Era una pregunta capciosa. Trate de buscar la mirada de Pamela y hacerle saber que estábamos al borde de caer en nuestras mentiras.
—Tengo mucha hambre —grité antes de que ella pudiera decir algo —Pamela, esos tipos te alimentaron?
Ella negó, pero supo que trataba de evitar que respondiera a las preguntas de Daniel.
—Hermana, ¿estás bien? —preguntó este —¿Esos tipos te hicieron algo?
—Estoy bien, gracias por salvarme de ese animal de Elio —suspiró cansada —¿que le hiciste? Dime qué le diste un buen puñete.
Todos posamos nuestras miradas en Daniel.
—Lo rocié gas pimienta en el rostro...
—Gas pimienta? —repitió Nicolás incrédulo.
Sonreí con orgullo.
—Yo lo dejé en el bolso... creo que estaba expirado, espero que el motociclista no se quede ciego...
—Eso es lo poco que se merece— Nicolás respondió— quieren ir a comer?
—Creí que el estómago lo habías dejado botado— Santi le recordó.
—Así fue, pero el susto ya me devolvió el apetito.
—Comparto la opinión con Nico —mi primo hablo.
—Entonces iremos a algún restaurante, no se diga más. Por favor, señorita conductora puede llevarnos a un restaurante de comida rápida?
Yo iba a aceptar la petición de Nicolás, pero entonces recordé a cierta anciana molestosa.
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Mi exilio con la abuela
Teen FictionLibre y salvaje, al menos eso se cree de Melina, una chica muy inusual para un pueblo muy anticuado. Porque entre ser y no ser, Lillie es un desastre, pero vamos, un desastre muy divertido. Acusada de ser ladrona ✔️ Expulsada del colegio ✔️ Remode...