—¿Que hacen? —la cara de Nicolás apareció por la ventana, como en esas películas de terror.
De verdad que nos aterró. En especial a mi, ya que apareció por mi lado, el de copiloto. Jenny soltó una maldición y Pamela se tiró al suelo. Escuchamos que se golpeó la cabeza y también se levantó maldiciendo y sobando la parte golpeada. Por mi lado, solo me limite a agarrar el spray en mi bolso y lo rocié en sus ojos.
Nicolás empezó a brincotear con los ojos cerrados y gritando. Después de un minuto se le pasó. Sus ojos estaban rojizos.—¡Estrellita! —se quejó.
Yo me encogí de hombros.
—Tu empezaste. Solo nos defendimos.
Pamela se terminó de acomodar el cabello y se movió hasta la mitad de nuestros asientos delanteros.
—Eres un tarado —dijo a Nicolás —no ves que tu cara me aterra. Además, me hice un chichón por tu culpa.
—Pame, mi cara te aterra porque te encanta —dijo coqueto, creo.
A veces Nicolás se me parecía al hermano de Raquel, en la serie de Barbie. Solo cuando ponía su mano en la cintura mientras hablaba con egocentrismo. Nicolás era muy divertido, excepto en este momento que nos había asustado horrible. Igual estábamos a mano, el casi ciego y nosotras casi muertas.
—En estos momentos yo ya estaría en la sala de emergencias —le informé poniendo una mano en mi pecho.
De verdad que parecía que se me iba a salir.
—¡Egocéntrico, eso es lo que eres! —Pamela siguió con la discusión.
—¿Pueden hacer más silencio o quieren que nos descubran? —Daniel apareció.
Me giré a Pamela.
—Es que todos sabían que esta fiesta es ilegal?
Todos pestañearon.
—Y a nadie se le ocurrió decírmelo, al menos?
Volvieron a pestañear.
—Estupendo —exclamé —ustedes son los mejores acerca de informar a la ciudadanía.
—Que Pamela no tenía que decírtelo? —Daniel habló.
—Eso dije yo —Jenny le aclaró.
Todos miramos a Pamela. Ella sonrió como un ángel, cosa que no era.
—Bueno, ya le dije a Lillie —comentó con risa nerviosa —que me olvide de ese pequeño detalle. Pero ya estamos aquí, no?
Nicolás se empezó a reír, divertido. Y yo lo desafié con mí spray. Se quedó más tranquilito, aún así habló.
—Yo creo que no quisiste decírselo al propósito.
Pamela le tiro el bolso en la cara, mandándolo a volar. De todas formas, Nicolás se agarró otro golpe. Era muy bueno consiguiéndolos.
—SABES QUE TE PUEDO DEMANDAR POR DECIR FALACIAS SOBRE MI, INMUNDO ANIMAL.
Nicolás apareció con una mejilla rosada y muy indignado.
—Tengo tu importantísimo bolso —mostró el bolso con risa malvada —y no te lo devolveré hasta que me pidas disculpas.
—Disculpas? Ni muerta —Pamela contestó de muy mal genio —Ya, devuélveme el bolso.
—No, chiquita. Primero las disculpas honestas y de corazón y luego te lo devuelvo.
Todos estábamos expectantes de aquella discusión. No se si yo estaba loca, o si estaba sucediendo de verdad, pero Pamela y Nicolás se miraban, de sus miradas saltaban chispas. Aquí esos dos se morían uno por el otro pero ninguno lo decía o más bien ninguno lo sabía. Después de todo Pamela admitió hace mucho estar enganchada por Nicolás, aunque después profesaba su odio por él, pero donde hubo fuego, cenizas quedan, no?
Por otro lado, Nicolás siempre decía que Pamela era necia, que era esto y lo otro, pero sin duda, cuando ella estuvo en peligro, dio todo su dinero para rescatarla, aún puedo recordar esa mirada que solo ellos pudieron entender cuando se reencontraron a las afueras de esa fábrica abandonada.
Ellos se gustaban. Ellos se gustaban y no lo decían.
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Mi exilio con la abuela
Teen FictionLibre y salvaje, al menos eso se cree de Melina, una chica muy inusual para un pueblo muy anticuado. Porque entre ser y no ser, Lillie es un desastre, pero vamos, un desastre muy divertido. Acusada de ser ladrona ✔️ Expulsada del colegio ✔️ Remode...