Capitulo 18

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–Abre la boca, un poco más—mandó Santiago, mientras se agachaba un poco, su cabello rubio dorado, caía lentamente cerca de sus ojos verdes—Lillie, ayúdame un poco— resoplo y respiro con rapidez— gracias.

—Wuakala la pasta está mala—escupí la pasta de dientes y limpie mi cara.

—Tienes fiebre— poso una palma en mi frente—ves eso pasa por comer cosas que no sabes de donde vienen.

Vi la pasta de dientes moverse.

—La pasta tiene vida.

—Si, si todo lo que digas— me guío hasta la cama—vamos, tienes que dormir.

Refuté, pero al final me acosté cómodamente en la cama.

—Ahora duerme.

Cómo podía mandarme a dormir, con todo el desastre que estaba en el jardín.

—No puedo, no puedo dormir.

En el techo habian estrellas moviendose. Eran tan brillantes.

—¿Porqué todos están durmiendo?—Daniel entro gritando.

Agarre mi cabeza, por el dolor que se intensificaba en mi cabeza.

—Puedes hablar más bajo, me duele la cabeza.

—Hasta que se dignan a llegar—exclamó Santi, levantándome del suelo.

¿En qué momento me caí al piso?

—Lillie dopó a todos, esta chica me sorprende cada día.—Nicolás entro gritando y burlándose de mi estado.

Maldito!

—Nicolás esto no es un chiste, si se dan cuenta y lo harán— Santiago me señaló—Lillie no solo estará en problemas, podría ir a la cárcel.

Las palabras de Santiago me hicieron regresar a la tierra.

—¡No quiero ir a la cárcel!

Todos me miraron con algo de pena y ¿diversión?

—¿Quiénes comieron del brownie?

—Todos Daniel, todos.

Abrió la boca, sorprendido, luego disimuló que tenía todo bajo control.

—¿Dónde está mi abuela?—preguntó.

—¿Dónde está Pamela? - pregunté, quería desgreñarla.

No sabía que responderme, luego recordó algo y se golpeo la cabeza.

—En el hospital, mierda, tenía que ir y recogerla... y la abuela?

—La ultima vez que la vi, decía que veía a los ángeles y más cosas—comenté.

Daniel empezó a reírse con nervios.

—Está bien, yo me encargaré de la abuela y de los demás, Nicolás te encargarás de desaparecer todo rastro de esos brownies. Volveré en cuanto pueda.

Iban a decir algo más, pero observaron con curiosidad los movimientos de Santiago.

—Les deseó mucha suerte con eso—tomó sus cosas— yo volveré a mi tranquila y pacífica vida.

Daniel lo observo, como si lo estuviera traicionando en su propia cara.

—No, no puedes dejarnos a nosotros con todo— le prohibió la salida, poniéndose en ella— tienes que cuidar a Lillie de que no se meta en más problemas.

Santiago me observo y luego hizo lo mismo con toda la habitación.

—Ya he tenido muchas horas con ella, de milagro sigo cuerdo— le comentó a mi primo.

Mi exilio con la abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora