Capitulo 66

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Ahí estábamos. Pamela con cara de espanto. Mila con mirada retadora y yo, yo congelada sin siquiera respirar normalmente.
Lucio parecía bastante ebrio, traía una botella en las manos. Botella cuyo frasco estaba vacío.

—¡Te atreviste a volver a pisar esta casa con todo lo que has hecho! —Mila le hablaba fuerte y claro, con algo de rencor también.

Mila parecía más que enojada y el señor mas que borracho, creo que lloraría en cualquier momento. Pamela me daba una miradita asustadiza y se escondía detrás de Mila. Yo estaba pegada al marco de la puerta sin atreverme a mover un dedo.
No conocía lo suficiente a Lucio, no exactamente, al menos que si vomitó en mis zapatos cuente.

—¿Dónde está Victoriaaa? —arrastraba las palabras de lo ebrio que estaba . Me sorprendía verlo parado y no en el suelo —¿dónde esta ella?

—Ella está de Luna de miel... —Pamela se sintió la boca, al cometer cierta imprudencia ante Mila —¡Ups! No sabía que la boda de la abuela era un secreto —añadió empeorando la situación.

—¿Cómo que se casó? —gritó colérico, tirando la botella contra el piso.

Cuando la botella se rompió contra el piso, miles de vidrios salpicaron por todos lados. Hasta sentí mi piel ser cortada. Me quejé mientras Mila daba un paso retador hacia el señor.

—Mi hija tiene derecho a ser feliz, ¿que pensabas? ¿Que estaría esperando por ti? —preguntó desafiante —No seas ingenuo, Lucio. Tu y yo sabemos que ella te olvido hace mucho.

—Usted, señora... que señora, usted lo que es, es una vieja amargada eso es lo que usted es, además también miente! —agitaba sus brazos abruptamente —¡Mi Bernie jamás se olvidaría de mi!

Mila estaba desconcertada y nada alegre por lo que le decía Lucio.

—Mire rufián desgraciado —también se enojó —No tendría porque mentirle a un ignorante como usted. Si quiere saber si mi hija está o no feliz sin usted vaya y pregunté a la vieja pedorra de su abuela o mejor vaya y pague por sus errores en la cárcel.

—No, ustedes mienten... ¡Victoria! —Lucio estaba desquiciado —yo no iré a la cárcel, no de nuevo, ni por usted, ni por Victoria.

—No, es que no irá a la cárcel por nosotras, sino por usted mismo y por esa enfermera a la que mató al escaparse.

Nos asustamos al ver que tomó una escultura, la tiro contra el piso. Nuevos pedazos se crearon al estrellarse en el piso.

—Ah —Pamela gritó.

Yo me cubrí la cara por instinto.

—A esta familia le encanta tirar cosas al suelo —exclamé cuando la escultura vino a quebrantarse no muy lejos de mi.

—¿Que el abuelo no estaba en una clínica de rehabilitación? —Pamela preguntó cerrando los ojos del impacto del ruido.

—Se escapó hace algunos días, hirió a una enfermera —Mila le respondía a Pamela, cubriéndose de los vidrios que salpicaban —murió hace dos días.

—¿Eso era lo que nos ocultabas? —interrogué yo —¿Por qué lo odias tanto?

—Porque intentó matarme a mí y a Victoria cuando se enteró de su matrimonio con tu abuelo, Lillie —respondió gritando —Algo más que necesiten saber?

Yo me quede rígida ante la verdad que me golpeaba casi que en la cara. Bueno, solo era otra botella de vidrio qué pasó casi rozando mi cara. Me agaché cuando esta botella se estrelló con la pared.

—Ya veo por qué tanto misterio. Deberíamos llamar a la policía —Pamela hablaba viendo cómo cada adorno de la sala se convertía en miles de pedacitos de vidrio —debo admitir que me sorprende la vida amorosa de la abuela, claro mientras ella vive y disfruta de la vida, nosotras aquí, bajo amenaza. ¡La vida es injusta!

Mi exilio con la abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora