Capitulo 69

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—¡Lillie! —Pamela gritaba y caminaba a paso rápido.

Yo tenía los ojos cerrados, estaba disfrutando del silencio que había, corrección, no había un silencio, había un maravilloso sonido. Eran un par de pajaritos cantando espectacular mientras picaban un mango de un árbol. Era música para mis oídos hasta que apareció mi prima. Ella se detuvo al frente de mi peresoza, me tapaba el sol. Su sola presencia hizo nublar mi día, incluso los pajaritos salieron volando despavoridamente.

—¿Mm?

—¿Mm? ¿Cómo que Mm? —preguntó casi que al borde del colapso.

Solo quería sacarla de quicio. Lo estaba logrando satisfactoriamente. No me culpen, ella aterrorizó a los pajaritos y me dejó sin música.

—¡Pues, mm!

Pamela golpeó sus palmas en la mesita blanca de madera, donde estaba mi refresco de mango y sal. Estaba delicioso para este calor infernal que hacía.

—¿Que haces? —preguntó.

—Es obvio, no? —dije ya abriendo mis ojos.

Ahora entendía porque ellos pajaritos salieron huyendo por su vida. Pamela venía toda despeinada, parecía que se había peleado con su cepillo, además venía con la camiseta rota y con los zapatos llenos de lodo. Casi parecía que había peleado por su vida.

—No me refiero a esto —me señaló —a quemarte bajo el sol como pollo de asadero.

Mis intenciones eran claramente broncear un poco estás piernas de pollo blanco. Pamela me lo dificultaba entrometiéndose entre la luz del sol. Además, me estaba comparando con un pollo de asadero. ¡De asadero! Era una falta de respeto para esos pollos, viendo que ellos poseían de piernas más gordas que las de un cerdo y yo de las de un cerillo.

Auto bullying.

—Gracias por tu halago —dije mostrando gratitud —y que ha pasado contigo? Te atropelló un camión?

Pamela se dio cuenta de su estado físico. Al parecer no se había fijado en eso.

—Yo... —sonrió angelicalmente —creí que estabas encerrada en tu habitación... es que fui a buscarte, pero estabas con llave... entonces decidí entrar por el balcón... espera, no empieces a reírte, yo creí que me estabas evitando y decidí caerte de sorpresa, pero la que se cayó del balcón fui yo.

Estaba partiéndome de la risa. Como un animal salvaje. Es que, Pamela era muy chistosa.

—Y el lodo?

Volteó sus ojos y se cruzó de brazos.

—Es que riegas tus plantas muy seguido, porque debajo del balcón ya hacia ahí esperándome un charco lleno de lodo.

Yo seguía riendo.

—Y el —mire su cabello pero ella me interrumpió. De mala gana.

—Me enredé con las ramas de esos árboles odiosos... tras que casi me dejan calva, también rompieron mi fabulosa blusa tejida de Gucci.

Yo ya no era una dama en cuanto a la risa.

—Lana y sol? —me refería a su camisa de tiras —no es muy buena combinación, Pamela... chúpamela. Casi has perdido la vida por andar con complejo de Spiderman.

Seguí riéndome y ella ignorándome. Suspiró ya cansada y con ganas de ahogarme en la piscina. Yo decidí no tentar mi suerte y calmarme un poco.

—Así que ibas de intrusa a mi habitación —caí en ese detalle misterioso —no me digas —exclamé casi sorprendida —eres tú la que mueve mis libros del estante?

Mi exilio con la abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora