Capitulo 32

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—Melina, tenemos que hablar—esas fueron las únicas palabras que Lucas soltó, luego se marchó.

Tuve que seguirlo hasta el patio, donde el viento soplaba fuertemente las hojas de los árboles, haciendo un sonido relajador. Me detuve cuando Lucas se detuvo, cerca de la piscina.

—Devuélveme lo que me pertenece— pidió calmado.

—Tienes miedo de que tu padre perfecto, se entere la clase de hijo que tiene?

El se giró, ocultando su cara.

—Ese no es problema tuyo— murmuró.

—No lo es... puedo decir que me sorprendí al ver todo, pero, me lo esperaba.

El se giró, mirándome a la cara, se veía dolido.

—¿Que he hecho? Dime qué he hecho para que me trates de esta forma.

—¿De que forma?

Me señaló.

—Todos estos lujos se te han subido a la cabeza... y ahora menosprecias a los que más te quieren.

Sus palabras eran hirientes.

—Claro que no, eso no es cierto. Simplemente terminamos y no me agrada verte aquí... tengo una vida, una que al fin esta tomando forma y sentido, tengo a mi lado personas a las que les agrado y se siente bien.

Sus ojos se entristecieron y una lágrima rodó por su mejilla.

—No hemos terminado— susurró.

—Te lo he dicho desde que llegaste... ya lo hicimos.

—Sigues siendo mi novia, yo todavía te amo, te amo desde que te recuerdo, desde que eras una muchachita loca y traviesa, no puedes dejarme...

Resople, sin saber que decir o qué hacer.

—Claro y cuantas novias tienes ahora? Carla cuenta o no?

Él abrió sus ojos, con esperanza.

—¿Estas celosa? Es eso?

—No, por supuesto que no. Mira, escuche que están saliendo y bien, yo necesito que te marches, es más, te dedico esa canción de Luis Miguel que se llama— su rostro se alegró— "ahora te puedes marchar"— termine de decir, eso lo dejo devastado por un momento.

—Estas celosa, admítelo— trato de hacerme cosquillas.

Empecé a reírme porque las cosquillas eran mi debilidad.

—Ya suéltame, que me haces cosquillas— pedí, segundos después que él no paraba, lo cacheteé en el rostro— ¡te dije que me soltarás!

El se puso la mano en el rostro, pasmado con mi reacción, Al menos paro de hacerme cosquillas.

—Necesito devuelta ese pendrive— advirtió— si no me lo entregas a la buena, entonces será por las malas.

—¿Me estás amenazando?

—Te estoy amenazando...sabes perfectamente lo que soy y lo que puedo hacer cuando me molesto.

—Pues, bájate de esas nubes porque no te voy a devolver nada— respondí y me voltee para irme, me detuvo fuertemente del brazo— suéltame.

Mi exilio con la abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora