Las últimas tres semanas todo había estado muy tranquilo, silencioso y pacifico, las cosas marchaban bien. Afortunadamente no descubrieron nada sobre nuestra escapada, sobre la pelea o sobre las mentirillas que dijimos. Se podía decir que estábamos tranquilos, pero con la conciencia algo sucia, cualquier mención de aquella vez, me ponía los pelos de punta.
La abuela se precipitaba con su compromiso, las cosas iban volando, al igual que las de mis tíos y mis padres. Todos parecían que se pusieron de acuerdo, para tener sus bodas el mismo día, en el mismo lugar y a la misma hora. La cosa me parecía una locura, era otro nivel de demencia, hasta para mi.
Descubrimos que el rompimiento de Jenny y Daniel, no fue más que por una cosa de infidelidad, al escuchar eso creí que Daniel había sido el infiel, me equivoqué, aún así no podía entender cómo Jenny pudo hacer tal cosa, aún tenía mis dudas y no creía del todo lo que llegaban a mis odios.
Por otro lado, efectivamente me habían quitado los puntos de la herida en mi abdomen, empezaba a hacer mis actividades normalmente, sin preocupación y sin tener que descansar en cada momento, un gran paso que me urgía pasar.
Santiago y yo pasábamos mucho tiempo juntos, estar a su lado era lo mejor que me había pasado en mucho tiempo, siempre estábamos riendo y avergonzándonos mutuamente con nuestros traumas de pequeños.—¿Quieres ir a mi casa?
Mentalmente estaba gritando un "Claro que si" físicamente estaba negándolo.
—No puedo, tengo cosas que hacer.
Había quedado con Pamela, si, efectivamente iríamos a averiguar por nuestra propia cuenta, a pesar, de que Jenny no era tan unidas a nosotras, queríamos ir y conversar... bueno, si, chismear, pero eso era lo que quería Pamela, yo en realidad me preocupaba por esa relación que todavía dejaba estragos.
—¿Cosas más importantes que venir conmigo?
Odiaba el tono que utilizaba, me hacía sentir culpable y miserable por no elegir otro día para la fabulosa visita a casa de Jenny.
—En mi defensa —fui interrumpida por una chica, que tropezó ferozmente con mi amado.
La chica parecía que venía a toda velocidad, chocándose con el pecho de Santiago.
—¡Oh! ¡Discúlpame, no te vi!
La chica levantó su cara, avergonzaba.
Recordé su cara como si la hubiera visto ayer, tan fresca en mi memoria. Aquel mujer era la misma chica que hablaba con su madre en la fiesta de cumpleaños de mi abuela. Podía recordar que hablaba muy bien de Santiago y de su belleza e inteligencia.
Respira.
Lillie, no seas celosa.
—Me resulta curioso, que no lo hayas visto —Hablé, llamando la atención de la chica.
Recuerdo que pense en algún momento que aquella chica era muy hermosa, digo, parece una diosa. Bueno, sostengo mi punto.
—Si, disculpa soy muy torpe, vengo por mi mejor amiga, se llama Vanessa, la conocen?
No te lo pregunté, quería decirle.
¡¡ahh!!
¿Desde cuando me había vuelto tan culta con lo que debo decir?
—Amor.
Santiago me arrastró de mis propios pensamientos, al escuchar tan loca palabra, que provocaba toda una maraña de sentimientos y emociones. Él pronunció esa palabra con total naturalidad, como si estuviera diciendo mi nombre y no ese apodo afectuoso.
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Mi exilio con la abuela
Teen FictionLibre y salvaje, al menos eso se cree de Melina, una chica muy inusual para un pueblo muy anticuado. Porque entre ser y no ser, Lillie es un desastre, pero vamos, un desastre muy divertido. Acusada de ser ladrona ✔️ Expulsada del colegio ✔️ Remode...