¿𝓣𝓮 𝓬𝓸𝓷𝓸𝔃𝓬𝓸?

Capítulo 46

"Cuando la verdad es substituida por el silencio, ese silencio es una mentira".

- Yevgeny Yevtushenko

Entré a la oficina de Edeline. Ella estaba de pié esperándome.

— Cariño mío. — Me dijo.

— Hola, Edeline. — Dije frío.

— ¿Por qué tan serio? — Se acercó a mí. — ¿No me extrañaste? — Me abraza pero yo me quedo inmóvil. — ¿Por qué no me abrazas? ¿Pasa algo? — Dice separándose de mí.

— Ya no es necesario que finjas.

— ¿Qué finja? ¿De qué hablas? Me estoy asustando.

— Lo sé todo ya, Edeline. No finjas.

— Thatcher sí es una broma no me está gustando.

— ¿¡Creed que estoy jugando!?

Ella miró a mi rostro buscando un atisbo de risa o mentira pero mi rostro se mantuvo serio y neutral.

— Yo... no sé de qué hablas... — Su voz se puso temblorosa. Se dio la vuelta dándome la espalda pero me fije que sus manos estaban nerviosas.

— ¿Por qué jugar así conmigo, Edeline?

Ella se quedó en silencio.

— La giré hacía mí. — ¡Respóndeme!

— ¡No sé qué te hayan dicho pero quiero que sepas que todo lo hice por qué te amo!

— Me reí amargo. — Por favor, ¿eso es amar? ¿Lo que hiciste es por qué me amas? Por qué déjame decirte que eso no es amor. Yo solo fui un peón en tú juego, me manipulaste, me usaste...

— No, yo no... — comenzó a llorar. — Thatcher yo de verdad te amo.

— Pues yo no te amo, Edeline. — Ella puso cara de dolida. Mentirosa y falsa. — Nunca creí que fueras capaz de hacer algo así.

— ¡Tú no tienes derecho a decirme que debí hacer y que no!

Ahora yo estaba llorando de rabia y de traición.

— Sí no fuera por qué acudí a la bruja, nunca me hubieras dicho la verdad. Gracias a la bruja es que sé la verdad. — Mentí. Estaba tratando de no meter a Pilar en esto.

— ¡Mientes! ¡Yo sé que Quién te dijo la verdad fue Pilar!

— ¿¡Ah, sí!? ¿¡Qué Pilar!? ¡La Pilar del pasado! ¡Tú! ¡Por qué a la única Pilar que conozco es la de la vida pasada y esa eres tú! — Mentí para incubrir a la verdadera Pilar.

—

¡Perdóname yo...! — Se acercó a mí pero yo me alejé y le di una mirada fría e indiferente.

— No te me acerques. — Hablé con voz áspera y fría. — Pudiste haberme dicho la verdad y tal vez, solo tal vez te hubiera perdonado y a lo mejor había alguna oportunidad para ti.

— Perdóname por favor. Yo sé que es tarde y que ya sabes la verdad pero,  ¡dame una segunda oportunidad por favor! Te prometo que...

— Lo siento, ya es tarde. Ya no hay espacio en mí corazón para amor. — Hablé tratando de parecer cómo si hubiera apagado mí humanidad y sentimientos.

— No, tú... — Empezó a negar con su cabeza. — ¡No lo hagas! ¡No lo...

— Ya lo hice. — Me acerqué a ella. — Ya no hay vuelta atrás, Edeline... se acabó tú teatro y tú juego.

— ¡No te vayas por favor! — Se agarró de mi brazo pero yo me safé de su agarré y ella se tiró al suelo de rodillas llorando. — ¡Perdóname por favor! ¡Haré lo que sea! ¡Lo que sea pero no me dejes!

— Ya es tarde, ya lo hecho; hecho está, Ravencroft. — La llamé por su apellido.

Luego me giré y le di la espalda, caminé hasta la puerta y la abrí.

— ¿Eso quiere decir que no irás a verme el día de mi coronación? — Dijo tristemente y aún en el suelo.

Me detuve.

— Sí, iré pero luego de ese día ya no tendré nada que ver contigo. Adiós.

Iré pero no es para verte a ti si no para ver cómo la verdadera Pilar Ravencroft Kingsley reclama su título como le corresponde.