La primera cena en Howarts

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El frenazo del tren despertó a Sophie. Había acabado recostada en el asiento, abrigada con la chaqueta y el libro tirado en el suelo. Ya habían llegado a Hogwarts. Se miró y se dio cuenta de que aún llevaba la ropa muggle puesta.

Se cambió lo más rápido que pudo. Tenía que darse prisa si no quería que los carros se fueran y acabar yendo caminando hasta el castillo. Recogió todo y lo metió en la pequeña bolsa de cuero. Se puso la túnica y salió corriendo del compartimento, con la mala suerte de volver a tropezar con alguien.

Esta vez no tuvo la misma suerte y acabó en el suelo. Al caer, vio como un pelo rubio platino también lo hacía.

Pero, en esa ocasión, no fue Draco Malfoy con quien tropezó, sino Luna Lovegood, que llevaba unas curiosas gafas de colores y sonreía desde el suelo. Sophie se levantó rápidamente y ayudó a la rubia a incorporarse.

- Perdona, Luna, de verdad. No sé por dónde voy - se disculpó con Luna.

-Oh, no te preocupes - dijo, despreocupada y distrída como siempre -. No habrás visto una rana lunar por aquí, ¿verdad?

Sophie miró a la chica, extrañada. ¿Había dicho rana lunar? Sabía cómo llamaba a Luna todo el mundo: Lunática. Pensaban que estaba loca, pero ella no la veía así, sino como una chica con mucha imaginación.

-Perdona, ¿una qué? - preguntó, solo para asegurarse de haber escuchado bien.

-Una rana lunar - repitió, esbozando una sonrisa y mirándole con sus grandes ojos.

-Eh... No, lo siento.

-Vaya... - dijo, pareciendo realmente afligida.

Las dos chicas se quedaron en silencio un momento. Entonces Sophie escuchó a Hagrid, desde fuera del tren, avisando a los rezagados de que se dieran prisa en salir.

-Oye, Luna, deberíamos irnos - comentó.

Pero se dio cuenta de que hablaba sola, pues Luna ya estaba caminando hacia otro vagón. Sophie dudó un momento si ir tras ella o no y, finalmente, decidió bajarse del tren. Luna bajaría pronto, no era tonta.

Hagrid, el hombre más grande que había visto nunca pero el más amable también, estaba por fuera del tren, esperando a los últimos. Ella se acercó al semi-gigante y le sonrió tímidamente a modo de saludo.

-Hola, pequeña - le dijo -. ¿Queda alguien dentro? - le pregunta el hombre.

-Luna Lovegood está paseando por los vagones - dijo, encogiéndose de hombros.

-Está bien, yo me ocupo. Sube al carro con ese grupo - señaló a unos chicos de sexto o séptimo.

Al acercarse, pudo fijarse en los colores de la corbata de los chicos: amarillo y negro. Se sentó en silencio en el carro. Uno de los chicos de Hufflepuff le dedicó una mirada y le sonrió cálidamente. Ella le respondió con una sincera sonrisa y bajó la mirada, algo cortada. Le sonaba del campo de quidditch. Si no se equivocaba, era el guardián del equipo. Volvió a sumergirse en su conversación sobre dragones en cuanto la chica bajó la cabeza.

Cuando llegaron a la entrada de los terrenos de Hogwarts, Sophie pudo ver que varios aurores vigilaban la zona. Se bajó del carro con ayuda del chico, del cual ya recordaba el nombre. Herbet Fleet.

- Gracias - dijo la chica, sonriéndole de nuevo.

- Ha sido un placer - respondió amigablemente el chico, dedicándole una bonita sonrisa y mirándole directamente a los ojos con sus dos brillantes lunas de color verde césped. Se echó el pelo castaño a un lado y recogió una pequeña bolsa del carro -. Nos vemos por Hogwarts...

La historia de la serpiente y la leonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora