Rincones ocultos de Howgarts

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Ese día Hermione y Sophie comieron solas. Mientras que Harry aún no había aparecido y que Ron estaba comiendo en la otra punta de la mesa con Lavender (y no comida, exactamente), las dos chicas se encontraban solas. Hermione intentaba contarle a Sophie algo sobre Ron, pero la chica no hacía más que mirar hacia la puerta.

-Sophie, ¿me estás escuchando?

-¿Qué? Oh, perdona, Hermione... ¿Qué decías?

-Decía que he quedado con Cormac esta tarde, para darle celos a Ron. ¿Crees que funcionará?

-Probablemente sí. Si no, es que Ron es mas tonto de lo que realmente pensábamos.

En ese momento, la pequeña de los Weasley apareció en la mesa de los Gryffindor, sentándose con las dos chicas.

-Hablando de la capacidad intelectual de Ron, ¿eh? Entonces la conversación será muy corta, no hay mucho que contar. ¿Y Harry, Sof?

-Dumbledore le llamó hace unas horas y aún no ha vuelto.

-Bueno... deberías acostumbrarte a las misiones de Harry y Dumbledore si estás con él porque son bastante frecuen...

-¡Ginny! Yo no estoy con Harry - interrumpió la chica, poniéndose muy roja.

-¿Y seguro que Harry lo sabe? - rio la pelirroja, pegándole un mordisco a un pedazo de manzana-. Es broma, es broma. Aunque tendrás que admitir que algo hay entre ustedes.

Hermione, interesada en la nueva conversación, levantó la vista y la miró, divertida.

-Anda, cuéntale lo de la otra noche, a ver si hay o no hay algo...

Sophie, suspirando, le contó a Ginny el momento en los jardínes de la otra noche. Notaba la mirada de sus dos amigas fija en ella, sin necesidad de mirarlas, deseosas de más.

-¡Lo sabía! Además, Dean me contó que antes os pilló en la habitación...

-Solo estábamos hablando, cotilla.

-Sí, eso es lo que siempre se dice... - bromeó la pelirroja.

Un rato después, terminaron de comer y Ginny se fue con Dean a pasear. Hermione, en cambio, se quedó un rato más esperando con su amiga a que Harry llegara. Pero al dar las tres, tuvo que irse, pues había quedado con Cormac.

Entonces, el comedor se quedó casi vacío, quedándose a penas unos alumnos hablando o leyendo el periódico. Al final, Sophie se dio cuenta de que Harry no iba a ir, por lo que acabó cogiendo sus cosas y yéndose.

Mientras caminaba por los pasillos, fue consciente de que no tenía nada que hacer. Había aprovechado esa misma mañana para adelantar tareas con Hermione y el resto de la tarde la había reservado para Harry. Así que, viéndose sin nada con lo que ocupar su tiempo, decidió hacer algo que no hacía desde el comienzo del curso: leer libros muggles. Se dirigió a su habitación y cogió el último que había comprado antes de llegar a Hogwarts, "El señor de los Anillos". Aún no había empezado a leerlo y era un buen día para hacerlo. Además, era bastante extenso, por lo que era mejor que empezara cuanto antes.

Paseando por los rincones de Hogwarts, se dedicó a buscar un buen sitio donde ponerse a leer sin que nadie le interrumpiese. Pero, al ser domingo, todos los alumnos (y profesores) estaban en cualquier rincón de Hogwarts, aprovechando el tiempo libre.

Suspirando, subió al séptimo piso de nuevo. Era de los más desiertos y tal vez lograra encontrar algún hueco por las escaleras que le sirviera.

Después de un rato caminando, consiguió llegar a un gran pasillo, en cuyo final había una gran jaula redonda con dos canarios que a Sophie se le antojaban adorables y fuera de lugar. Afortunadamente, estaba desierto y a uno de los lados encontró una ventana con un hueco en el que sentarse. Acomodándose, comenzó a leer, pero antes de que pudiera avanzar ni una sola página, escuchó unos pasos acercándose hacia el lugar donde ella estaba. Asomándose un poco, pudo distinguir como un Slytherin de cabellos rubios platino avanzaba por el pasillo. Como acto impulsivo, la chica volvió a esconderse en el hueco.

La historia de la serpiente y la leonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora