El hermano de Sophie tuvo que irse esa misma tarde. Después de acompañarles al entrenamiento y de dedicarle a su hermana mil felicitaciones, Dumbledore le solicitó en su despacho y los dos Slumber se despidieron, recibiendo la promesa de su hermano de verse en Navidad.
El resto del día, Sophie tuvo que aguantar como todo el mundo que se cruzaba en su camino le mirara y cuchicheara a su paso. Todos hablaban y especulaban sobre la maldición y lo que había pasado realmente, creando sus propias versiones. Al principio, lo llevó con tranquilidad, pero al par de horas comenzaba a resultar enervante.
En clase de Alquimia, la chica no aguantó más cuando escuchó a dos alumnos de Slytherin diciendo que posiblemete la maldición le había caído después de haber comprado un objeto maldito en Bogin y Burkes para conseguir hacer magia oscura, pero le había salido mal. Al oir semejante estupidez, la bruja se levantó y salió del aula, sin siquiera pedir permiso.
Bien. Ella seguía dándole motivos a todo el mundo para que siguieran hablando de ella. Entró en el baño y cerró la puerta de un portazo. Necesitaba refrescarse. Y transformar en ratón a esos idiotas cotillas. Pero se tuvo que conformar con lo primero.
La cabeza seguía doliéndole bastante y, aunque su hermano le hubiera dicho que no pasaba nada raro, seguía preocupada por sus padres. Para colmo, ahora era la protagonista en todas las conversaciones de Hogwarts, que ni siquiera tenían la consideración de hablarlo a sus espaldas.
Resoplando, se mojó la cara. Deseaba que la clase hubiese terminado ya y así no tener que volver a toparse con los tontos de turno.
Asomó la cabeza al pasillo, escuchando. Silencio. Las clases no habían terminado aún. Suspiró y salió, dirigiéndose despacio a su aula. Tenía que volver igual a por sus cosas. Doblando la última esquina, chocó con alguien, haciendo que los papeles que la persona llevaba salieran volando por todas partes.
- Profesor Slughorn, lo siento mucho. No le había visto - se disculpó, recogiendo los papeles y entregándoselos.
-Oh, lo siento yo, querida. Iba pensando en mis cosas.
- No se preocupes, yo tampoco estaba muy centrada.
El profesor le dedicó una de esas sonrisas características de su persona, tan raras que uno nunca tenía claro por qué lo hacía.
- Veo que se encuentra mucho mejor, señorita Slumber. Me alegro, me alegro mucho. Una pérdida como la suya hubiera sido una pena - dijo. Sophie forzó una sonrisa, suponiendo que se trataba de un macabro cumplido. Aunque, viniendo de él, carecería de mala intención -. Estoy deseando que vuelva a asistir a mis clases. Hace unos días el señor Potter recibió un gran premio por realizar bien una tarea de clase. Estoy más que seguro de que, si usted hubiera acudido a dicha clase, se lo habría puesto muy difícil a nuestro joven amigo.
- Es muy amable, profesor. Yo también estoy deseando retomar sus clases - dijo, dedicándole otra sonrisa, esta vez más sincera -. Si me disculpa, me voy a clase antes de que me meta en algún problema.
- Por supuesto, por supuesto - respondió, agitando las manos. Después abrió los ojos como platos, recordando algo -. Ah, Sophie, querida; esta noche voy a dar una pequeña cena para alumnos selectos. ¿Le apetecería asistir?
- Claro. Me encantaría.
- Bien, bien. Hable con Granger y Potter, ellos le explicarán los detalles. Hasta esta noche - se despidió, alejándose.
A Sophie no le apetecía mucho la idea, pero no le parecía de buena educación rechazar una invitación tan directa. Además, tal vez así desconectaba un poco de tanto cotilleo. De repente, los pasillos se inundaron de alumnos que abandonaban las aulas. La hora había terminado y Sophie se vio rodeada de alumnos. Una melena rubia platino se distinguió de entre el resto, pasando por el lado derecho de Sophie, rozándole. El cuerpo de Sophie sintió una oleada de frío y calor al mismo tiempo que una especie de sueño inundó los recuerdos de la bruja, donde un Draco con voz suave, e incluso amable, le pedía que despertara, ofreciéndole a cambio algún tipo de regalo. Los girasoles vinieron a la mente de Sophie, en respuesta a la duda sobre el confuso recuerdo. Pero ¿era realmente un recuerdo? Siguió al chico con la mirada mientras se perdía entre la multitud. Podría preguntarle. Le siguió, acelerando el paso, y lo vio aproximarse al baño de prefectos. Lo alcanzó justo antes de que cerrara la puerta, colándose y dejando que ésta se cerrara detrás suyo.
El chico no fue consciente de su presencia hasta que vio a Sophie reflejada en el espejo. Por un momento, su expresión fue desconcertante, como si no solo le hubiera sorprendido, sino que parecía que, por un instante, se alegara de verla. Pronto, ese ápice de la supuesta alegría desapareció y volvió a ser sustituida por la mirada fría y de superioridad de siempre.
- ¿Qué haces aquí? ¿Quieres perder más puntos de tu casa? Tus compañeros de Gryffindor van a acabar odiándote como hagas que queden los últimos - dijo, girándose y mirando hacia la ventana con aire de indiferencia.
- ¿Por qué me evitas? - preguntó. Se mordió el labio inferior, sorprendida por sus propias palabras, que no se acercaban ni de lejos a lo que esperaba decir.
Él, mirándola, también parecía sorprendido por la pregunta de la chica. Se aclaró la garganta y contestó a Sophie.
- Yo no te evito. Para evitarte, primero tendríamos que tener alguna clase de trato. Y, hasta donde tengo entendido, no lo tenemos.
- ¿Y cómo llamas a la visita a la enfermería? ¿A los girasoles y el libro?
Sophie se fijó en los hombros del chico, que se tensaron. Después de un instante de silencio, que a ella se le hizo una eternidad, él miró fijamente a los ojos verdes de la chica, entrecerrándolos.
- No tengo ni idea de qué estás hablando.
- Pensaba que mentías un poco mejor. Sí que lo sabes. El libro lo tenías tú. Y cada madrugada me dejabas un girasol en las manos, ¿verdad? - soltó sin pararse a coger aire. Estaba sorprendida. Su boca no obedecía a las órdenes que mandaba su cerebro y actuaba por cuenta propia. Ni siquiera sabía qué intentaba sacar de todo eso.
- Creo que te equivocas. ¿Por qué iba a ir yo a verte a ti a la enfermería?
- Dímelo tú. Intento averiguarlo.
- Mira - suspiró -, lo que pasó en la Sala de los Menesteres lo hice por molestarte, ¿vale? Ya que te empeñas en no olvidarlo. Y sí, el libro lo tenía yo. Y al enterarme de que estabas en la enfermería, le pedí a uno de primero que te lo dejara allí. No pienses cosas raras ni te montes escenas de amor en las que te voy regalando tu flor favorita para que despiertes.
- Yo no he dicho que sea mi flor favorita... - murmuró, levantando una ceja, realmente sorprendida. ¿Era posible que Malfoy supiera que adoraba los girasoles?
El chico guardó silencio un segundo y después recobró la compostura.
- Solo lo he dado por hecho. Ya te he dicho que no deberías imaginarte cosas raras, porque vas a llevarte el chasco de tu vida.
El Slytherin pasó a su lado sin tocarla y abrió la puerta.
- Vete ya. No puedes estar aquí - le dijo, en tono neutral.
Sophie le miró directamente, cabreada. Después salió del baño bruscamente y caminó hacia su sala común. No entendía cómo narices había sido tan tonta como para decirle todo eso. Estaba cabreada, realmente cabreada consigo misma por haber sido tan imbécil. ¿Cómo había podido, siquiera, pasársele por la cabeza que Draco Malfoy le regalara girasoles?
*****
Draco cerró la puerta cuando la Gryffindor abandonó el baño y se apoyó en ella. ¿Cómo era posible que lo supiera, si estaba inconsciente cuando sucedía? Se levantó y abrió uno de los grifos, mojándose la cara. Por un momento había estado tentado de decirle la verdad pero ¿por y para qué? Ella ya estaba bien, no la había matado. Ya podía despreocuparse, su responsabilidad había terminado. Pero en lugar de despreocuparse, no hacía otra cosa que darle vueltas a lo que acababa de pasar. Se mojó más la cara, empapándose el cuello de la camisa y la corbata. Ya estaba bien de pensar en la dichosa Gryffindor. Ella no le importaba más allá de sus propios beneficios, ni debía hacerlo. Y no iba a preocuparse más por ella. Eso no era propio de un Malfoy.
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La historia de la serpiente y la leona
FanfictionUna historia de amor, donde todo se mezcla con el futuro del mundo mágico. Sophie Slumber Una Gryffindor que siempre ha pasado desapercibida. Hasta que le salva la vida a Harry Potter, el famoso mago. Desde entonces, su vida cambia, convirtiéndose e...