La despensa

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Lo que Sophie no había calculado al entrar a la habitación es qué narices pensaba hacer después. Y menos aún se había planteado la opción de que la habitación tuviera el tamaño de un cuarto de la limpieza. Y muchísimo menos que fuera una despensa llena de botellas de bebida.

En el mismo instante que cerró la puerta detrás de ella, se arrepintió de no haber pensado un poco más sus acciones. Y más se arrepintió cuando se encontró a Malfoy mirándola como si su presencia allí fuera la cosa más imposible del universo. Aunque si Sophie lo pensaba un poco, tenía sentido la reacción del chico. ¿Qué narices hacía allí? Y en ese momento sí que decidió darse de cabezazos contra la puerta por imbécil. O ser invisible. Eso hubiera estado muy bien.

-¿Qué estás haciendo aquí, Slumber? - preguntó el rubio, que seguí en la misma postura que le encontró al entrar: con una botella de whisky a medio camino de su boca y apoyado contra la pared.

-Yo… - titubeó. Tenía dos opciones. O le decía la verdad a Malfoy (cosa realmente patética y sin sentido) o improvisaba algo en cuestión de segundos. Miró las innumerables botellas de alcohol -. Lo mismo que tú, supongo.

Malfoy se separó de la pared y bajó la mano, sujetando la botella por el cuello y dejando colgar su brazo. Miró a Sophie, como interrogándola con la mirada, y puso una mueca que oscilaba entre la curiosidad y la sorpresa, sin salir de sus aires de prepotencia.

-¿Ah, sí? ¿Y qué se supone que hago, según tú?

-Beber - se apresuró a decir -. Estás bebiendo. Y yo vengo justo a eso.

Draco abrió los ojos, realmente sorprendido, y soltó un pequeño sonido semejante a una carcajada.

-Sophie Slumber, ¿emborrachándose? ¿Desde cuándo tienes esos hábitos?

-Desde que paso más tiempo del debido contigo. Todo se pega, ¿no?

Malfoy puso una mueca y subió los hombros, con aire de suficiencia.

-Está bien, si has venido a beber, ¿quién soy yo para detenerte? - dijo, pasándole la botella -. Aquí tienes.

Sophie le miró y después miró la botella que el chico le ofrecía. Le estaba retando, estaba clarísimo. No terminaba de tragarse la excusa que le puso. ¡Y con cuanto sentido! Sophie no había bebido en su vida. Como mucho un par de copas de champán o vino en ocasiones especiales. ¿Pero whisky? Le repugnaba el olor. Pero no se iba a dejar vencer por Malfoy. No iba a quedar en ridículo de esa manera. Apretó los labios y agarró la botella. Sin pensárselo, acercó la botella a su boca y le dio un sorbo, tragando lo más rápido que pudo. Ahora comprendía por qué esa dichosa bebida se llamaba whisky de fuego. Intentó disimular la cara de asco y le pasó la botella a Malfoy de nuevo.

Y, milagrosamente, el chico pareció convencido. Cogió la botella y se sentó en el mismo sitio donde antes había estado apoyado, con una pierna estirada y la otra flexionada, apoyando la mano con la botella en la rodilla. Era curioso pero, incluso en esa postura en la que cualquiera parecería un sucio borracho, él seguía desprendiendo elegancia por todos lados. Maldito Malfoy, ¿es que siempre tenía que estar perfecto? ¿Y por qué narices había pensado eso?

Como si notara su mirada, Malfoy la miró.

-¿Es que vas a quedarte ahí parada toda la noche?

-Solo estaba… pensando.

-¿En mí? - preguntó, sarcástico.

-En qué beber - aclaró.

-Puedes beber de esta hasta que nos la acabemos. No eres una sangre sucia, no vas a contagiarme nada.

La historia de la serpiente y la leonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora