Sophie, agarrando a su amiga, la trasladó hasta el sillón cercano a la chimenea. Hablar en la habitación con la cotilla de Parvati no era una buena idea. Consolar no era su punto fuerte, así que lo único que hizo fue mirar a su amiga castaña y preguntarle:
- ¿Qué ocurre? - preguntó, mientras le quitaba el pelo de la cara.
Le miró un momento, con los ojos llorosos, y después bajó la mirada.
- Es... Ron - dijo, titubeando - Ron y Lavender se han... - hizo una pausa y dirigió la mirada al fuego -. Y delante de mi. Ni siquiera ha sido capaz de cortarse un poco. Ron no es idiota. Bueno, no tanto como parece... Tiene que haber notado que yo... Que yo y él... - murmuró, rompiendo a llorar de nuevo y escondiendo la cara entre las manos.
Sophie, sujetándola por los hombros, deja que se desahogue. Estúpido Ron. Era obvio lo que había entre ellos dos. Pero parecía que él no se daba cuenta. Y encima ahora eso. ¿Qué iba a decirle a su amiga? ¿Que el chico era un idiota y que él se lo perdía? Venga ya. Si a Sophie le dijeran algo así en una situación como esa le metería la varita en el ojo al autor de semejante estupidez. Respiró hondo y fue todo lo sincera que podía.
- Lavender no es más que una niña estúpida, con una obsesión muy enfermiza con Ron. Pero es pesada como solo ella y un dragón en brazos pueden ser. Ron se acabará cansando de ella. Sabes como es, no la soportará mucho tiempo. Además... ¡Es Ron, Hermione! Ese idiota acabará dándose cuenta de cuál es la Gryffindor dueña de su pequeño y tonto corazón. Pero déjale que pruebe con alguna que otra absurda por ahí - le dijo, guiñándole un ojo.
-¿De verdad crees eso?
-De todo corazón - contestó sinceramente -. ¿Y Ginny?
-Acababa de irse con unos chicos de Ravenclaw, supongo que ya habrá vuelto - contestó, encogiéndose de hombros-. Fue entonces cuando llegó la dichosa Lavender y se lanzó a los brazos de Ron, conmigo en la otra punta de la mesa...- murmuró entre dientes.
-Hermione... - le tranquilizó Sophie, instándola a que no siguiera.
Ella suspiró y se puso tensa un momento, escuchando. Sophie, a su vez, también atendió y escuchó subir gente por las escaleras del séptimo piso. Al atender un poco más, fue capaz de distinguir la estúpida risita de Lavender. Rápidamente, agarró el brazo de Hermione y la subió al dormitorio. No le parecía buena idea que Ron la viera en ese estado.
Esa noche Hermione y Sophie se quedaron dormidas en la misma cama, con las cortinas corridas, evitando que Lavender las vieras, como dos pequeñas amigas.
A la mañana siguiente fue Parvati la que las despertó, de forma brusca.
-¡Nos hemos quedado dormidas! ¡Despierta, Sophie! ¡DESPIERTA!
Sophie, sorprendida, abrió los ojos de golpe. Tenían clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Genia. Seguro que Snape les castigaba por llegar tarde.
Hermione se despertó a la vez que Sophie y comenzaron a prepararse lo más rápido que pudieron, vistiéndose y peinándose con magia.
Mientras se vestían, se fijó en la cama de Lavender, hecha. Extrañada, le preguntó a Parvati por su amiga.
- No ha dormido aquí - comentó la bruja, con un tono un poco reprochable. Sophie se fijó en Hermione, quien apretó la mandíbula con el comentario.
Llegaban tarde. Tardísimo. Y sabían que Snape no iba a dejar que salieran inmunes. Las tres Gryffindor tragaron saliva, preparando la cara para disculparse ante el profesor y abrieron la puerta.
El caos, para sus sorpresas, dominaba la clase. Todos los alumnos estaban hablando y riendo muy alto, sentados en las mesas en lugar de ocupar sus respectivas sillas. Decenas de pájaros de papel encantados sobrevolaban la clase. En la fila del centro, Ron y Lavender se besuqueaban, mientras Harry miraba, sentado en la silla, todo el espectáculo que habían montado los que era alumnos de sexto. Se acercaron al chico y, preguntando por el caos, se sentaron.
-Snape no puede venir y ha dejado a los prefectos a cargo. Pero ya ves - dijo, señalando a Ron y después girándose a Draco, que miraba divertido el caos apoyado en una mesa.
Hermione, furiosa, se acercó a Ron y le agarró por la oreja.
- Ronald Weasley - murmuró, reprimiendo las ganas de gritarle como una loca-. Eres prefecto, y como tal se espera de ti un cierto comportamiento. Si no estás preparado para el cargo y prefieres ir por ahí comiéndote las babas de Lavender - dijo, lanzándole una mirada de odio y asco a ésta -, solo tienes que ir a hablar con McGonagall para que le de tu puesto a alguien con dos dedos de frente más que tú.
Ron, sorprendido por la frialdad y dureza de su amiga, le miró con la boca abierta.
-Yo...-comenzó a decir.
Pero Hermione ya no le escuchaba, pues se dirigía a la tarima y, subiéndose en ella, se giró a la clase. Después, soltando un silvido sonoro, consiguió que todos la miraran en silencio.
-¿Vosotros sois alumnos de sexto curso, jugando con pájaros de papel y celebrando como salvajes que no hay clase? Haced algo bien por una vez y poneos a estudiar. Porque me niego a ayudar a ninguno después que venga haciendo pucheritos porque va a suspender. Si no quereis estudiar, bien. Pero guardad silencio, que ya tenéis una edad, no sois críos - dijo, mirando a Ron- por lo menos no todos.
Nadie, ni siquiera Slytherin, dijo nada. Todos se sentaron en sus asientos y, aunque no obedecieron las ordenes de Hermione de ponerse a estudiar, comenzaron a hablar tan bajo que apenas se escuchaba un leve murmullo en toda la clase.
Hermione, algo satisfecha, se sentó en su mesa y sacó sus libros. El resto de las brujas que le acompañaban la imitaron. Sophie se sentó a su lado y le puso un brazo en la espalda, tranquilizando a su amiga.
Sabía que acababa de descargar toda su frustración con la clase, pero no la recriminó por eso, pues había funcionado. La chica, girándose a su izquierda, se fijó en Draco, que la miraba con los ojos cargados de asco.
Maldito Draco. Sophie no entendía qué le había hecho. Aunque, al menos, esa vez solo la miraba, sin hacerle nada más.
La clase terminó y los alumnos se dirigieron a su siguiente aula. Por el pasillo se encontraron a Ginny que, ajena a toda la situación anterior, les sonrió.
-Sophie, ¿aún estás así vestida? Hay entrenamiento, ¿recuerdas?
-Oh, mierda - maldijo. No se acordaba en absoluto -. Lo había olvidado...
Hermione le miró y le puso la mano en el brazo, sonriéndole.
-Vete a cambiarte, yo se lo digo al profesor.
Sophie, devolviéndole la sonrisa, salió corriendo a ponerse el equipaje para su primer entrenamiento.
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La historia de la serpiente y la leona
FanfictionUna historia de amor, donde todo se mezcla con el futuro del mundo mágico. Sophie Slumber Una Gryffindor que siempre ha pasado desapercibida. Hasta que le salva la vida a Harry Potter, el famoso mago. Desde entonces, su vida cambia, convirtiéndose e...