Hogsmeade

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Pasar las noches en el aula vacía del segundo piso se hizo una costumbre para Sophie y Draco. Sus amigos ni siquiera preguntaban a Sophie por esas salidas nocturnas. Simplemente lo atribuían a un insomnio por las pesadillas. Los de Draco no se atrevían a preguntar. Durante las siguientes tres semanas se reunieron en esa habitación para beber y hacerse compañía en silencio. Al principio las únicas palabras que se soltaban eran algún que otro insulto, pero en los últimos días, en momentos de ebriedad, habían llegado a hablar, aunque siempre sin salirse de la línea de la intolerancia mutua. Y siempre a distancia. Nunca llegaron a sentarse cerca.

La vida fuera de esa aula seguía de la misma manera: insultos en los pasillos y enfrentamientos en clase. Pero, aunque no lo admitieran, muchas veces se encontraban a sí mismos mirando al otro.

El método del alcohol, aunque no muy ortodoxo, había mejorado el sueño de Sophie que, aunque no dejó de tener esos sueños al cien por cien, sí conseguía dormir del tirón la mayoría de las noches. Y eso mejoró mucho su humor. Pasaba la mayor parte del tiempo con sus amigos o entrenando y los fines de semana iban a Hogsmeade. Su hermano seguía escribiéndole y contándole novedades de sus estudios y de Ginny. Y Ginny parecía igual de encantada con su hermano. Habían sido unas semanas buenas.

Draco, por otro lado, también había logrado relajarse un poco y, aunque seguía arreglando el armario, al menos no se pasaba el día pensando en eso. Comía más y se pasaba el día de mejor humor (dentro de su continua apatía). Seguía siguiéndole el juego a Pansy, pero rehuía de acostarse con ella. Cuando llegaba la noche, iba animado a esa cita no pactada que tenía con Slumber cada día y pasaban horas bebiendo y distrayéndose de los problemas que tenían fuera de esa clase. Disfrutaba de esos momentos, aunque ni en sueños lo admitiría. Además, se estaba esforzando en conseguir ese pase al Club del profesor de Pociones. Por algún motivo quería ir a esa maldita fiesta.

En definitiva, esas horas perdidos en esa aula en desuso les gustaban a los dos. Y les hacían bien.

Y esa mañana en Pociones, un día antes de la cena de Navidad, el humor de ambos no pudo ser mejor.

Sophie revisaba su Amortentia distraídamente mientras ayudaba a Ron con la suya. Quería que el chico consiguiera el premio. Tal vez así consiguiera que Hermione y él pasaran una noche juntos. Pero llevaba un par de días dudando que lo consiguiera. La poción del pelirrojo dejaba mucho que desear.

Dejaron que reposaran los veinte minutos restantes mientras el profesor les explicaba la preparación de una poción calmante muy simple, para matar un poco el tiempo de espera.

Despu.es comenzó a pasar por las pociones una a una. Ni la de Neville ni la de Hermione estaban mal, pero no estaban perfectas. Con Crabbe y Goyle no tardó mucho en decidir que estaban demasiado lejos de ser un filtro amoroso. Pansy y Ron, desgraciadamente, recibieron una respuesta similar: sus pociones no estaban mal del todo, pero no estaban bien tampoco. La de Sophie y Harry, como era de esperar, no fueron las elegidas, ya que ambos la habían hecho mediocre con la esperanza de que Ron consiguiera superarles. Y eso dejaba la poción de Romilda y Malfoy como finalistas.

Draco esperó mientras el profesor comparaba su Amortentia con la de Vane, decidiendo cuál ganaría. Su cara era de indiferencia, incluso de aburrimiento, pero lo cierto era que por dentro deseaba ganar. Quería ir a esa fiesta. Pero Slumber no tenía nada que ver, claro.

-Bueno - dijo Slughorn, sacándole de sus pensamientos -, ya he decidido al ganador… o ganadora. Creo que el filtro más poderoso de esta clase, que posiblemente conseguiría que todos quedáramos absoluta y tontamente prendados del elegido, es el de… Romilda Vane, enhorabuena, querida - dijo.

La historia de la serpiente y la leonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora