La Madriguera

62 12 2
                                    

Sophie cogió los regalos y los guardó en el bolso. También cogió el que su hermano le tenía a Ginny y e pequeño paquete que habían comprado para los Weasley por la invitación. Mientras metía el último paquete en el bolso, rio. Al final también llevaban regalos para los gemelos.
Cerró el bolso y se miró una última vez al espejo, colocándose un mechón detrás de la oreja. Finalmente se había cortado el pelo y ahora, en lugar de caerle hasta los riñones, le llegaba hasta la cintura. Así estaba mucho mejor, tan largo comenzaba a resultar molesto para el quidditch. Se ató las botas negras que su hermano le había regalado y contempló el conjunto.
Iba bastante simple, pero le gustaba. Se había decidido por unos vaqueros ajustados negros y una camisa azul oscuro metálica. La ropa negra siempre le había quedado muy bien; resaltaba sus ojos y su pelo, dejándole con la piel más clara. Se sonrió a sí misma y agarró el abrigo negro.
Bajó las escaleras para reunirse con su hermano y despedirse de Gary.
-¿Lista, pequeñaja? - dijo su hermano, ofreciéndole su brazo.
Sophie le dio un beso a Gary y, agarrándose del brazo de su hermano, cerró los ojos. Aún le mareaba mucho Aparecerse.
Mantuvo los ojos cerrados hasta que volvió a sentir el suelo firme bajo sus pies. Parpadeando, levantó la vista.
Estaban en La Madriguera.
***
-Aún así no comprendo que Hermione decidiera no venir estas Navidades. No puede enfadarse conmigo por Lavender, es una tontería... - dijo Ron, deteniéndose al ver que su amigo no le prestaba atención -. Harry, ¿me estás escuchando?
-¿Qué? Ah, sí - mintió Harry.
-¿Ah, sí? ¿De qué estaba hablando?
Harry le miró. No estaba prestando atención a su amigo. Ya habían tenido mil veces la misma conversación y Harry siempre se resistía a decirle a Ron lo que realmente opinaba. Además, estaba más atento de que Sophie llegara. La echaba de menos.
Entonces fuera se vio una luz blanca y Harry supo enseguida lo que significaba.
Ginny lo confirmó cuando bajó corriendo las escaleras, gritando "¡han llegado!" por toda la casa. Harry y Ron se miraron y también corrieron, siguiéndola.
Ahí estaban, en el recibidor de la entrada, tan sonrientes como siempre. Al verlos juntos, se apreciaban mucho mejor lo diferentes y lo mucho que se parecían al mismo tiempo los dos hermanos. Sophie llevaba su pelo más corto y más ondulado. Le quedaba muy bien. Y la ropa oscura resaltaba sus facciones de una manera increíble. Le daba un aspecto oscuro, salvaje... Diferente.
***
Harry. No se veían desde hacia unas escasas semanas, pero para Sophie parecía más tiempo. Le miraba, sonriente e inmóvil, con esa mirada con la que le miraba siempre, como si Sophie fuera algo inalcanzable para él. Entonces la chica se acercó y le abrazó en silencio, escondiendo su cara en el cuello del chico. Harry le apretó fuertemente.
-Te he echado de menos... - susurró Harry, acariciándole la cabeza.
-Yo a ti también...
Entonces, alguien tosió, rompiendo ese momento y recordándoles que no estaban solos en la habitación. Se separaron sonriendo tímidamente y saludaron al resto. El resto de la familia apareció entonces y empezaron a darse regalos. Sophie estaba feliz de ver a sus amigos, pero, por algún motivo, tenía un mal presentimiento.
***
Ya era cerca de la medianoche. Draco salió de su habitación y se reunió en el salón con su tía y los dos mortífagos que iban a acompañarles a la casa de los Weasley. El plan era simple: intentarían matar a Sophie y llevarse a Potter. Aunque el plan de Draco era un poco diferente.
Mientras se ponía una túnica negra, la madre de Draco se le acercó y le besó en la frente.
-Draco... No tienes que ir si...
-Sí, mamá. Lo has dicho cientos de veces. Voy a ir.
-Pero, ¿por qué? No tienes nada que demostrar...
Draco le miró fijamente. No podía contarle la verdad. No solo porque le tacharía de loco, sino porque era mejor que supiera lo menos posible. No quería meterla en problemas.
-Mamá, deja de insistir. Quiero ir.
Se separó de su madre y se acercó al resto de los mortífagos. Al momento, se Desaparecieron, dejando tras de sí una nube negra.
***
Remus Lupin y Nymphadora Tonks también estaban en la casa. Tonks, como le gustaba que le llamaran, había coincidido en algunos años de Hogwarts con Nick y ahora estaban hablando, junto con Ginny, en la mesa de la cocina, mientras ayudaban a la señora Weasley a recoger.
Sophie estaba ayudando al señor Weasley con el tocador de discos que le habían regalado. Cuando por fin consiguió que aprendiera a utilizarlo, le dejó solo escuchando un vinilo de Los Beatles que parecía gustarle.
Se dirigió al rellano de la escalera, donde estaban Ron y los gemelos probando alguno de sus trastos.
-Hola, chicos. ¿Puedo sentarme?
-Hola preciosa - le dijo uno de los gemelos.
-¡Fred! Harry es como de la familia - le reprochó George -. Respeta a la chica de "El Elegido".
Sophie bufó, divertida y se sentó entre los dos, sonriéndole a Ron.
-¿Qué es eso?
-Es un nuevo invento nuestro. Un sombrero acéfalo.
-¿Un qué?
-Si te lo pones, tu cabeza se hace invisible y parece que estás decapitado - dijeron a la vez.
-Que... interesante - masculló, no muy convencida.
En ese momento, Harry salió del salón, acompañado por Remus. Éste les dedicó una sonrisa y después se perdió en la cocina. Harry se acercó y se sentó con ellos. Los gemelos y Ron se miraron y se levantaron, desapareciendo escaleras arriba.
-¿A dónde vais? - preguntó Harry.
-A darte un momento de intimidad - se oyó decir a Ron antes de que se desapareciera.
Sophie le miró y, con el brazo, le indicó que se sentara a su lado. Le apetecía estar un rato con él y, además, así darle su regalo.
-Tengo algo para ti - dijo sonriéndole y buscando el pequeño paquete en su bolso. Agarró el regalo y se lo tendió a Harry -. Es una tontería, un detalle. Pero es importante para mí y quería que lo tuvieras tú.
El mago sostuvo el paquete entre las manos y miró a Sophie. Después, con mucho cuidado, comenzó a abrir el paquete. Miró la bola de navidad, sonriendo.
-Es un ciervo...
-Sí, al verla me recordó a ti. ¿Te gusta?
-Es preciosa, Sophie. Muchas gracias, de verdad - susurró, besándolo en la mejilla-. Yo también tengo algo para ti -. Y sacó un pequeño paquete de uno de sus bolsillos.
Se lo dio a Sophie y ésta lo abrió, sin pensárselo dos veces. Dentro había un pequeño colgate plateado en forma de ciervo. Al tocarlo, soltó un pequeño destello.
-¡Harry! Es precioso... - dijo, abrazándole -. Muchas gracias. Me encanta -. Se giró y se recogió el pelo, para que le pusiera el colgante. Después se giró de nuevo y le dio un beso.
Entonces se oyó un estallido fuera y se levantaron corriendo, mirando por una de las ventanas. Varias figuras vestidas de negro se aparecieron. Mortífagos.
Remus y Tonks abrieron la puerta, con la varita en las manos, seguidos de los señores Weasley y Nick.
-¡Quedaos aquí! - les ordenó, mirando a Sophie y a Ginny -. Harry, Ron. No salgáis ninguno de los cuatro.
Pero los cuatro sacaron sus varitas y salieron.
Bellatrix Lestrange, Greyback y varios mortífagos cubiertos estaban delante de la casa. En ese instante, Bellatrix lanzó un hechizo, prendiendo fuego a los alrededores de la casa y, riendo, miró a Sophie con los ojos propios de una desequilibrada mental. Después posó su mirada en Harry y Sophie, instintivamente, le agarró fuerte de la mano, haciendo que la mortífaga sonriera más perversamente aún.
Lanzó otro hechizo contra la casa, haciendo que varios cristales estallaran y salió corriendo.
-¡¡Yo maté a Sirius Black!! ¡¡Yo maté a Sirius Black!!
Harry, al escuchar esto, soltó la mano de Sophie y corrió detrás de ella.
-¡Harry! - gritó Remus.
Pero no pudo detenerlo. Uno de los mortífagos comenzó a atacarle y este perdió de vista a Harry al intentar defenderse.
Sophie miró a su al rededor una décima de segundo. Los Weasley estaba intentando defenderse de dos de los mortífagos, mientras Lupin luchaba con un tercero y Nick y Tonks intentaban reducir a Greyback. Al fondo, Harry corría, siguiendo a Bellatrix.
No lo pensó dos veces y salió corriendo detrás de Harry, ignorando a Ginny y esquivando a Ron, que intentó retenerla.
Se metió en el oscuro campo, intentando seguir a Harry, siguiendo los gritos de Bellatrix. Se paró cuando dejó de escucharlos y llegó a un claro. Su respiración estaba agitada, pero se obligó a sí misma a calmarse. Tenía que conseguir guardar silencio.
Escuchó algo crujir detrás suyo y, apuntando con la varita, se giró. Un mortífago apareció, pero iba desarmado, con las manos en alto.
-Sophie, baja esa varita - dijo.
Esa voz... Le resultaba muy familiar. Pero hizo caso omiso y siguió apuntando.
Entonces el mortífago hizo desaparecer su máscara y mostró su pálida piel y sus ojos grises.
-¿Malfoy?

La historia de la serpiente y la leonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora