A la mañana siguiente, Sophie bajó al comedor sin esperar a ninguno de sus amigos. Era domingo y anoche todos se habían acostado tarde, así que posiblemente prefirieran dormir un rato más.
Para sorpresa de Sophie, el Gran Comedor ya estaba lleno de alumnos de todos los cursos y casas. Comparado con el día anterior, resultaba agobiante. Se sentó al lado de Neville y Seamus Finnigan, que discutían sobre qué pasaría si el útlimo añadiera baba de dragón a una poción reductora.
-Te digo que si haces eso, acabará explotando - dijoLongbottom.
-¡Y yo te digo que la haría más eficaz!
-Em... Hola, chicos.
-¡Sophie! ¿Qué crees que pasaría si...?
-Boom - interrumpió Sophie a Seamus-. Explotará seguro, Seamus.
El chico, resignado, miró a los otros dos Gryffindor y abrió la boca para contestar, pero en su lugar se encogió en su asiento y cruzó los brazos.
-Gracias - susurró Neville a Sophie-. Si no llegas a decir eso, posiblemente lo habría intentado en la próxima clase de Pociones... Y yo soy su compañero...
Neville se estremeció al pensarlo y Sophie se rio por lo bajo. Justo iba a empezar a desayunar cuando un ruido de lechuzas invade la sala. Correo. Miró hacia arriba, buscando a Yumi. Hacía semanas que no recibía noticias de sus padres y su hermano tampoco los mencionaba en sus cartas. Yumi voló muy cerca de ella dejó caer el correo: una carta, un pequeño paquete y El Profeta. Como si aún leyera ese periódico. Tenía que acordarse de cancelar la suscripción. Dejó a un lado el periódico y cogió el paquete, intrigada.
-Sophie, ¿me prestas el periódico?
-Claro, Neville. Todo tuyo - contestó, sin apartar la vista del pequeño paquete cuadrado.
Le dio la vuelta, examinándolo, buscando el remitente, pero no tenía. Con cuidado lo abrió. Envuelto en el papel marrón, había una caja de cuero marrón oscuro. Sophie la abrió y vio dentro una especie de collar plano, con un pequeño reloj de arena en el centro. Sophie lo reconoció al momento. Era un giratiempo. Su madre tenía uno. Dentro de la caja había una pequeña nota y, antes de que alguien pudiera verlo, la cogió y cerró la caja. No era buena idea que la gente supiera que tenía uno de esos porque, en teoría, en la batalla del Ministerio que sucedió el año pasado, todos habían sido destruidos. Desdobló la nota y la leyó. "Esperamos que esto te ayude en más de una ocasión y que sepas usarlo adecuadamente. Con nuestros mejores deseos". Venía sin firmar y no reconocía la letra. ¿Quién mandaba un regalo de esas dimensiones de forma anónima? Sophie dobló la carta y la guardó en el bolsillo, junto a la caja.
Entonces abrió la otra carta, que tenía remitente español.
"Querida Sophie:
Me alegro de que consiguieras entrar en el equipo de Quidditch, están ganando a una cazadora excelente, hermanita. Por España las cosas siguen como en mi última carta. Los magos y brujas de aquí son muy apasionados y muy simpáticos, pero no he conseguido avanzar en mi estudio debido al tiempo del océano, que impide que salgamos a navegar mucho tiempo.
¿Qué tal las clases? ¿Y el Quidditch?
Espero que me cuentes novedades en tu próxima carta.
Te quiere:
Nick.
PD: Deja de darle tanta comida a Yumi, se está poniendo gorda, ¡irresponsable!"
La carta de Nick era más breve de lo habitual. Demasiado breve. Tampoco le contaba nada sobre sus padres.
-¿Qué te han mandado? - le preguntó Neville.
-¿Eh? Ah nada, calcetines limpios.
Sophie se levantó. Quería ir a la biblioteca a escribirle una carta a sus padres. Hacía casi un mes que no sabía nada de ellos. Recogió sus cosas y caminó hacia el pasillo. En ese momento entraron Harry y Hermione.
-¡Sophie! Te estábamos buscando, ¿a dónde vas?
-A la biblioteca - contestó, sin apenas prestar atención a sus amigos.
-Vale, desayunamos y nos vemos allí, ¿vale?
-Sí, claro. Os espero allí, quiero escribir un par de cartas.
Y salió en dirección a la biblioteca. Pero antes de llegar a ella recordó un detalle importante: no tenía nada con lo que escribir. Giró sobre sí misma con la intención de subir a su habitación a por una pluma y papel, pero chocó con alguien que estaba de espaldas a ella. Y ambos cayeron al suelo.
-¡Maldita sea! - gritó el chico al que había tirado, incorporándose y girándose de cara a ella -. Mira por dónde...
Y las miradas de Malfoy y Sophie se encuentran, con ella tirada en el suelo.
-Perdona, Malfoy. Como comprenderás no voy empujando por los pasillos. Ha sido un accidente - dijo, incorporándose y recogiendo del suelo su correo.
-Si no fueras a todas partes como una loca, no te pasaría esto.
-¿A ti qué mas te da como vaya yo? ¿No tienes que ir a espiar a alguien hoy?
-Me importa si a la persona que te llevas por delante soy yo, Slumber.
Sophie se fijó en su mano vendada. Tenía los nudillos ennegrecidos y con restos de sangre ya seca. Tenía pinta de haber sido un puñetazo a algo más duro que una persona. Draco se dio cuenta de lo que ella miraba y puso su mano detrás de la túnica, fingiendo una postura relajada.
-Mira, no tengo tiempo ni ganas para tus tonterías de niño mimado. Si quieres tocarme las narices, por favor, pide cita- y diciendo esto, comenzó a caminar otra vez hacia el séptimo piso.
****
Draco la miró mientras se alejaba. Maldita Slumber. Seguro que había quedado con el imbécil de Potter para terminar lo que habían empezado el día anterior. Bah. Qué mas le daba a él.En ese momento, como si se hubiera Aparecido, llegó Pansy y, agarrando a Draco del bazo, le susurró al oído ir "a pasar un rato juntos". Draco, sonriendo maliciosamente por el desahogo que se le presentaba, condujo a la chica hasta un aula en desuso.
Cerró con llave y se lanzó sobre Pansy, aprisionándola contra la pared. Comenzó a besarle salvajemente, jugando con su lengua, mordiéndole el labio. Ella, como siempre, se dejaba llevar, respondiendo a los movimientos del chico. Le pasó las manos por el cuello y enredó sus dedos en el pelo rubio de un Draco descontrolado. Draco, gimiendo, le agarró por la cabeza y la cintura, aprentándola contra él. Y la chica gimió también, justo cuando Draco le besó el cuello, sin dejar de mordérselo. Pansy olía a Lavanda, como casi todas las chicas. Nada que el aroma de frutas de la Gryffindor pudiera envidiar.
Maldita sea, ¿por qué pensaba en eso ahora? Mezclando la rabia y el deseo, tiró de la camisa de la chica, rompiendo varios botones. Se paró un segundo, apartándose de ella un milímetro para mirarla. Sus senos, perfectamente redondos, descansaban dentro de un sujetador de encaje negro y verde serpiente. Su pecho subía y bajaba rápidamente, hambrienta de Draco, y su tripa, plana y dura, temblaba del deseo. Pansy tenía un físico impresionante. Prieto y liso.
Draco volvió a acercarse a ella y, cogiéndola de la cintura, le apartó de la pared, dirigiéndola a unas mesas del aula. La montó sobre una de estas y empujó de ella hacia atrás, haciendo que Pansy se tumbara. Salvajemente, le besó el torso desnudo, quitándole el sujetador con la boca y jugando con su ombligo. Tiró fuertemente de la falda de la chica, arrancándola hasta el suelo y siguió besándola, más abajo del ombligo.
-Draco...que fogoso...estás hoy - gimió la chica, con la respiración entrecortada y sujetando la espalda del chico.
Draco la miró un momento, confuso. Por un segundo había escuchado la voz de Slumber. Se acercó a la oreja de la chica y le agarró las manos, poniéndolas por encima de su cabeza.
-Cállate, Pansy - le gruñó.
Después de morderle la oreja, se desnudó y le quitó la ropa interior a la chica, provocando que ella gimiera de placer.
Y siguió. Se acostó con Pansy cargado de rabia y pensando en frutas.
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La historia de la serpiente y la leona
FanfictionUna historia de amor, donde todo se mezcla con el futuro del mundo mágico. Sophie Slumber Una Gryffindor que siempre ha pasado desapercibida. Hasta que le salva la vida a Harry Potter, el famoso mago. Desde entonces, su vida cambia, convirtiéndose e...