El valle de Godric

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Draco no hacía más que decir su nombre. Una y otra vez. Le llamaba Sophie mientras le miraba con esos ojos grises tan fríos, ahora llenos de calidez. Posó su mano en el rostro de la chica, acariciándole suavemente la mejilla y volvió a repetir su nombre. Pero esta vez estaba tan cerca de su boca que tuvo que hacerlo en un susurro. Sus labios estaban rozándose y Sophie podía notar su respiración...

Entonces comenzó a escuchar varias voces.

-Creo que se está despertando.

-Sí, mira acaba de fruncir el ceño.

-Sophie, abre los ojos.

Ella obedeció y muy despacio abrió los ojos. Sus amigos y otros Gryffindor la rodeaban y le miraban. Se incorporó y miró a su alrededor. Estaba tumbada en un sillón de la sala común.

-¿Qué narices...? - empezó a preguntar.

-Te desmayaste en la puerta - le dijo Ron.

Sophie hizo una mueca al recordar lo sucedido. El mareo. Miró a todos los presentes, suplicando con la mirada a Ron que quería estar sola.

Y, sorprendentemente, Ron le entendió.

-Chicos, despejad esto. Vais a agobiarla. Venga -dijo, moviendo las manos para que todos se fueran. Miró a Lavender, pegada a su brazo y se intentó separar de ella -. Eh... Lav, tú también, por favor.

-Pero Ro-Ro, Sophie es mi amiga. Y quiero estar contigo...

Sophie soltó un bufido y se sentó en el sillón. Ron suspiró y le lanzó una mirada de disculpa a su amiga.

-Lavender, vamos a dar una vuelta.

Y, tirando de la pesada de su amiguita, salieron.

Cuando se quedó a solas con Harry y sus dos amigas, Ginny le preguntó.

-¿Qué te ha pasado? ¿Dónde estabas?

Sophie suspiró. Aún no les había contado a sus amigos lo del primer desmayo. No les había contado nada de nada. Y tampoco podía contarles casi nada. Se sentía mal, no hacía más que mentirles, pero la verdad tampoco es que hiciera mucho bien. No creía que les hiciera mucha gracia saber lo de Draco, por ejemplo. En cambio, debía contarles lo de los mareos. Eran sus amigos, y tenían que saberlo.

-Subamos a tu habitación, Harry. Podremos hablar más tranquilamente - dijo Sophie.

Sophie les contó sobre los mareos que le han dado e incluso las voces. Les contó todo lo que había pasado y que se suponía que eran efectos de la maldición, pero evitó hablar de la conversación con Dumbledore, como él le había pedido. Y sobre todo evitó hablar de todo lo relacionado con Draco.

-¿Y no nos habías contado nada? - le recriminó Hermione -. ¿Y si te hubiera pasado algo?

-Lo sé, lo sé. Pero es que todo ha sucedido en tan poco tiempo...

Pasaron unas dos horas hasta que las chicas comenzaron a tener sueño y decidieron irse a dormir. Sophie iba la última y Harry le detuvo antes de que saliera.

-Sophie, ¿tienes planes para mañana? - le preguntó, llevándose la otra mano al pelo.

-No, no pensaba hacer nada especial. ¿Por qué?

-Me estaba preguntando que, como tenemos el día libre, podríamos llevar a cabo esa excursión a los lugares asombrosos de Hogwarts que aún no hemos hecho. ¿Qué te parece?

-Me parece genial - sonrió sinceramente la chica.

-¡Bien! - dijo, muy emocionado -. Esto, bien, vale. Mmm, ¿te parece bien después del desayuno?

-Vale, nos vemos en el comedor por la mañana. Buenas noches, Harry.

-Buenas noches, Sophie.

Después de ponerse el pijama, Sophie se tiró en la cama y se quedó mirando el techo. Soltó todo el aire que pudo. Había sido un día demasiado intenso. A decir verdad, llevaba una época de no parar. Por suerte mañana podría relajarse un poco y disfrutar de la compañía de Harry. Ahora que lo pensaba, ¿tenía una cita con Harry Potter? No, solo son amigos. Debería dejar de imaginarse esas tonterías que se le ocurren. Aunque... no era tan locura, ¿no? En realidad podrían haber ido también con Ron, Hermione o Ginny, incluso con Luna o Neville. Todos tenían el día libre mañana al ser sábado. Pero solo se lo propuso a ella. Ellos dos, solos. El pensamiento le produjo una sensación muy extraña en la boca del estómago, como si estuviera volando en la escoba y cayera en picado. Fuera lo que fuese, no iba a preguntárselo a Harry, eso sería patético. Tal vez sí que se estaba imaginando cosas. O no. En cualquier caso, ya lo descubriría mañana.

Se metió debajo de las sábanas y se acomodó entre todos sus cojines. Cerró los ojos pensando en el día de mañana y en que, por fin, podría tener un día sin que nada extraño le sucediera. Por si acaso, cruzó los dedos al estilo muggle y se quedó dormida así.

Soñó con sus padres y su hermano. Estaban en el valle de Godric, visitando a unos amigos suyos. Su madre estaba guapísima y llevaba el pelo castaño por la cintura. Su padre no tenía ni una sola arruga y se le veía más delgado y fuerte. Su hermano no era más que un crío de unos nueve o diez años que jugaba con la nieve mientras sus padres caminaban hacia la entrada. Nieve. Era invierno. En la puerta de la casa les esperaba una pareja de una edad similar a la de sus padres. Ella era guapísima, con un pelo rojizo oscuro que resaltaba sus bonitos ojos verde esmeralda. Y él... su cara le resultaba tan familiar a Sophie. Al igual que los ojos de ella... Llevaba a un bebé entre sus brazos y sonrieron cuando sus padres llegaron a la puerta. Su madre abrazó a la mujer y después al hombre, haciendo que su abrigo se abriera, dejando ver su barriga hinchada. Su madre estaba embarazada. ¿Embarazada de Sophie? "Hola, Eileen. Hola, David. ¿Qué tal el viaje?" dijo la mujer. "¿Cómo estás Nick? ¿Preparado para la Navidad?" añadió, dirigiéndose a su hermano. "Lily, querida" contestó su madre. "¿Puedo coger al pequeño?" preguntó. "Vaya, tiene tus ojos... Hola, chiquitín. Qué bonito eres... Serás compañero de mi pequeña en Hogwarts en unos años, ¿sabes? Cuídala, porque sé que seréis muy buenos amigos, Harry. " ¿Harry? ¿Esa era la familia Potter? Pero era imposible que Sophie supiera eso, no había nacido. El escenario cambió, transformándose en un salón, el salón de su casa. Ahora veía todo desde dentro de una cuna, así que tendría alrededor de un año. Su madre y su padre estaban sentados en el sillón y se abrazaban. Su madre lloraba desconsoladamente. "Voldemort ha vuelto, David. Ha vuelto y ha matado a los Potter... Lily, dios mío..." sollozaba. "¿Y Harry? ¿Es cierto que ha sobrevivido?" preguntó su padre. "Sí, el pequeño está vivo... Pobre chiquitín..." "¿Qué va a ser de él?" "No lo sé. Me ofrecí para hacernos cargo de él, pero Dumbledore no me dejó. Dice que debemos escondernos. Que debemos esconder a Sophie" dijo su madre, mientras los dos se giraban hacia ella y le miraban. Su madre se levantó del sillón y la cogió en brazos. "Mi pequeña... Nunca dejaremos que te pase nada. Te protegeremos, lo prometo, mi amor".

Sophie despertó jadeando y muy agitada. ¿Qué acababa de soñar? ¿Era real? Se incorporó y miró a su alrededor. Sus compañeras dormían. Debían ser las tres o las cuatro de la mañana. Volvió a dejarse caer, respirando más despacio. Solo había sido un sueño muy raro producto de los mareos. Una alucinación. Pero qué real... Se obligó a sí misma a dejar de pensar en ello e intentó volver a dejarse dormir, consiguiéndolo.

Esta vez solo soñó con un montón de duendecillos que jugaban un partido de Quidditch en medio del lago.

La historia de la serpiente y la leonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora