Decayendo

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Todo empeoró, eso lo sé. Ya he perdido la cuenta de los días que han pasado. Kanato casi había llenado el cuarto con animales de peluche, quería que no me sintiera sola. Teddy lo ayudaba a él, supongo que pensaba que algún peluche podría ayudarme a mí.

Todos los hermanos Sakamaki me visitaban de vez en cuando, a excepción de Raito, él venía a verme todos los días.
Siempre se quedaba a mi lado, acostado sobre la cama mientras yo escondía mi rostro en su pecho y él acariciaba el cabello o la espalda.
Era raro que de mi boca salieran palabras, pero tenía algo que pedir.
-Raito-
Él se acomodó para mirarme bien.
-¿Me harías un favor?- pregunté mirándolo a los ojos.
-lo que sea- respondió.
-¿Podrías matarme?-

Mis palabras lo dejaron helado. Sujetó mi mentón con delicadeza.
-vas a estar bien, yo estaré ahí para ti. No te dejes vencer- sonrió con tristeza - mi penitencia tiene que estar conmigo, ¿De qué otra forma podrá molestarme?- colocó detrás de mi oreja un mechón de cabello.

La chica que podía volar (Raito y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora