No está bien

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Cerré con seguro la puerta de mi cuarto y también la del baño, no quería que nadie viniera.
Me acerqué al espejo que estaba frente al lavabo y mi reflejo me devolvió la mirada.

Esto estuvo mal, esto estuvo muy mal.
Sentía mi cuerpo ardiendo en llamas. Negué con la cabeza varias veces, tratando de sacar de mis pensamientos lo que acababa de ocurrir.

Puse a llenar la tina con agua helada, en verdad lo necesitaba en ese mismo momento. No me molesté en agregar las burbujas, solo quería que el calor bajara.
Me sentía tan nerviosa y estaba tan distraída que no me di cuenta cuando la bañera se había llenado hasta el tope.

Comencé a quitarme la ropa y con cuidado entré a la tina. El agua se desbordó cuando estuve completamente dentro. Mi cuerpo comenzó a temblar por el frío.
Abracé mis piernas y me quedé en esa posición.

Tu hermano es lindo.

Los recuerdos de el día que le dije eso a Raito llegaron como un golpe.

NO ES EL MOMENTO PARA ESO. Me regañé a mi misma.

Golpeé mi cabeza con la esquina de la bañera, tratando de olvidar todo.

Maldición, maldición, maldición, MALDICIÓN.

¿Qué se supone que debería hacer ahora?, ¿Hablar con Raito?, ¿Fingir que no pasó nada?

No sé con exactitud el tiempo que estuve ahí dentro, pero sabía que era mucho ya que mis dedos se habían arrugado. Ya no sentía frío, no podía sentir nada.
Con dificultad me puse de pie, me dolía cada parte de mi cuerpo, supongo que se debió al agua helada.
Me miré al espejo y me asusté al ver lo pálida que me encontraba, los colores de mi cuerpo me habían abandonado.

Me cubrí con una bata de baño, que me llegaba a la mitad del muslo y envolví mi cabello en una toalla.
Abrí la puerta del baño y me encontré con Raito.

-ya me comenzaba a preocupar, Fary-chan- se acercó a mí - pensaba que te habías ahogado-
-esto bien- le di una ligera sonrisa - solo necesitaba....pensar-

Raito me miró de arriba a abajo y tocó mi brazo.
-estás helada- murmuró.
-algo- me alejé de su tacto y busqué algo de ropa abrigada. Afuera no hacía frío, pero yo sí lo sentía.
Me puse unos pantalones largos de lana y una camisa de manga larga del mismo material.

-quiero hablar contigo sobre algo- me dijo - y quiero que seas sincera-
Lo miré y asentí, suponiendo de lo que se refería. Sobre Reiji.
-¿Entraste al cuarto de las muñecas de Kanato?- preguntó.

Había olvidado por completo aquel cuarto del terror. Mi cabeza solo estaba pensando en lo que había ocurrido en la tarde.
-no son muñecas...¿Verdad?- hablé.
-ahora lo son- respondió - pero no siempre lo fueron-

Apreté mis manos con fuerza.
-eso es enfermizo... Eso es...- no pude encontrar una palabra adecuada para describir lo que pensaba.
-lo sé- me interrumpió - lo sé, hasta el resto de nosotros pensamos lo mismo que tú, créeme-

Raito acarició mi cabello y me envolvió en un abrazo.
-no te preocupes, no dejaré que te ocurra nada malo-

La chica que podía volar (Raito y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora