No tengas miedo

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El resto de la semana transcurrió más lento de lo normal. Cada vez que me encontraba cerca de los demás me invadía un miedo. Quería huir, alejarme lo más lejos posible, lo más lejos que mis pies pudieran llevarme.
Estaba con Reiji en la biblioteca, ayudándole en organizar los libros. La incomodidad por mi parte era más que evidente.
-supongo que estuviste en el cuarto donde Kanato tiene su colección de muñecas- me sacó de mis pensamientos.
Mi cuerpo se erizó al escucharlo.
-¿Le gustan las muñecas?- fingí no saber de que hablaba.

Reiji soltó una ligera risa.
Extendió la mano para que le entregara el resto de los libros. Al dárselos sus dedos rosaron los míos, lo que provocó que temblara levemente.
-esa reacción solo confirma mi teoría- dijo y los colocó en el estante.
Retrocedí algunos pasos para poner algo de distancia.
-regresaré a mi cuarto- dije.

Al intentar abrir la puerta Reiji la empujó para que no se abriera.
Nuestros rostros quedaron a pocos centímetros de distancia, podía sentir su aliento mezclarse con el mío.
-no tengas miedo- susurró con excesiva tranquilidad.
Mi cuerpo se había quedado inmóvil. Su cercanía me ponía nerviosa.
Sentí su mano acariciar mi mejilla, se deslizó hacia mi mentón y lo sujetó suavemente.
Sus ojos estaban fijos en los míos.
No sabía por que no me movía, pero sus ojos me tenían ipnotizada.
-Reiji, no deberíamos...-
Sus labios se pegaron a los míos, por lo que no pude terminar lo que iba a decir.

Ahora entendía los celos que Raito sentía.
Tardé unos momentos en lograr entender lo que estaba sucediendo... Reiji me estaba besando.

Giré la cabeza para terminar con aquel beso.
-no puedo, lo siento- susurré.
Mi corazón estaba palpitando a mil por hora y mi respiración se había vuelto irregular. No quería mirarlo a los ojos.
Colocó ambas manos en mis mejillas y me obligó a verlo.
No habló pero se acercó lo suficiente para que nuestros rostros quedaran lo más cerca posible.

Su cuerpo se pegó al mío, tragué con algo de dificultad al sentirlo.
-soy la pareja de tu hermano, no puedo- agaché la cara.
-no pienses él, en este momento- se acercó a mi cuello y fue depositando besos por todo este- con él no tienes nada seguro- me besó con desesperación- pero conmigo tendrías todo-
Sus manos las pasó por mi espalda y mi cintura.
Ese tacto me era extraño, todo esto no me hacía sentir bien.

Logré liberarme antes de que me llevara hasta el sillón, corrí a la puerta y no intentó detenerme
Antes de salir por completo me habló.
-corre lo más rápido que puedas- me miró a los ojos - porque no dudaré en usar toda mi fuerza para atraparte-

La chica que podía volar (Raito y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora