Capítulo 9

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Ya puestos en camino, Gandalf tomó la iniciativa y fue quien los guio por sendas que algunos de ellos desconocían, y otros no tanto.

El invierno acechaba y las temperaturas otoñales eran cada vez más heladas, enfriando los riachuelos que fluían a su alrededor y calando en sus pieles. Sin embargo, todavía podía soportarse con una prenda de abrigo. Hacia horas que habían dejado el camino tras llegar al Vado de Bruinen y caminaban por senderos de vegetación salvaje. Ligeramente dispersos pero sin separarse, la Compañía seguía el rumbo marcado y caminaba entre altos árboles desnudos y sobre marchita hojarasca. El aire era todavía puro, de brisa ligera y fragancia fresca. El ambiente distendido iba acompañado de amenas conversaciones entre ellos y pequeñas risas cada tiempo.

Abriendo la marcha, Gandalf y Frodo conversaban sobre temas que ninguno escuchó, pero por la forma de sonreír del mago más de uno interpretó que parecía intentar tranquilizar al moreno. Por otro lado, y unos pasos por detrás, Merry y Pippin acribillaban a Boromir a preguntas sin aparente sentido, quien respondía con simples monosílabos, apenas dejándole estos terminar una frase antes de lanzar su siguiente incógnita. Legolas y Aragorn acompañaban el camino del otro, pero en un cómplice silencio que los permitía sumergirse en sus pensamientos. A su vez, Gimli murmuraba por lo bajo cosas que nadie parecía escuchar. Y, al final, Blyana caminaba junto a Sam Gamyi, que sujetaba las riendas de su poni Bill.

La mujer veía como el rubio caminaba de forma automática, apenas consciente de su alrededor. Su semblante mostraba cierta preocupación que no pasó desapercibido para ella.

—¿Sería demasiado descortés por mi parte preguntar qué es lo que te mantiene en este estado? —Dejando a un lado la sutileza, la castaña intentó que el hobbit le devolviera la mirada.

Sam, sabiendo que había llamado inconscientemente la atención de quien lo acompañaba no pudo evitar sonrojarse.

—¿Tan obvio soy? —elevó la mirada y se topó con la sonrisa indulgente de la mujer. Suspiró. —En verdad no es gran cosa.

—¿Temes el destino de este viaje? —habiendo dado la mujer en el calvo, Sam asintió.

—En parte, lo hago— se tomó unos segundos para ordenar sus pensamientos. —En un primer momento, se suponía que regresaríamos a casa una vez el Señor Frodo devolviera el anillo a Rivendel. En cambio, ahora nos hallamos en camino a Mordor para destruirlo. Y, a pesar de haberme ofrecido a acompañar a Frodo en su misión, no puedo evitar el pensamiento de que este no es mi lugar. Quiero decir, es la primera vez que he salido de la Comarca, o que me he enfrentado a peligros que nunca pensé conocer más allá de las historias heroicas. Pero prometí a Gandalf que nunca dejaría al Señor Frodo, y Sam Gamyi nunca incumple una promesa. Aun así, temo no ser lo suficiente para el lugar al que nos encaminamos.

El puño que envolvía las riendas del caballo se había tornado blanco, a causa de la fuerza que el hobbit contenía impotente. A su lado, Blyana lo miraba en absoluto silencio, respetando su momento de expresarse.

—Pensarás sin duda que soy demasiado débil para esta misión— acabó por murmurar.

Blyana se mantuvo seria.

—No lo hago— afirmó, contundente. Sam la miró curioso y ella lo atravesó con sus orbes ámbar. —No hay mayor valor que enfrentar los propios miedos, Sam. Y tú no sólo lo has hecho, sino que a pesar de ser consciente continuas tu camino. No desestimes tu valía porque te sorprendería saber que todos los aquí presentes tememos lo mismo que tú.

—Pero vosotros sois guerreros experimentados, yo sólo soy un hobbit.

Ella negó.

—Haber combatido no te hace inmune al temor, simplemente te vuelve más seguro a la hora de enfrentarlo. De hecho, si no temieras tu destino en estos momentos, serías un incauto y un necio.

Blyana {El Señor De Los Anillos ~ Legolas} // #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora