Capítulo 6

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Dos pares de pasos avanzaban sincronizados por los pasillos de la Casa de Elrond. Sólo uno de ellos hacía el sonido necesario para alertar de su presencia, mientras que el otro se mantenía imperceptible. Lo único que podía delatar la segunda presencia era el deslizar de la tela del vestido contra la piedra del suelo.

A su espalda, Aragorn y Blyana habían dejado a los cinco hobbits preparándose para el banquete que se celebraría esa noche en honor de los recién llegados invitados. Cuando Lindir había irrumpido en la terraza, apenas unas horas más tarde del aviso de Merry, informándoles del banquete para festejar la llegada, tanto el hombre como la mujer se despidieron de sus amigos alegando que debían prepararse para la celebración. Apenas quedaban unas horas para el anochecer.

Ninguno de los dos hablaba, puesto que no necesitaban llenar los silencios con conversaciones banales. Ambos se sentían cómodos en compañía del otro, incluso en el aterrador silencio. Cada cual se hallaba sumido en sus pensamientos, a pesar de no diferenciarse mucho entre ellos. El concilio y su proximidad llenaba de dudas e inseguridades a los dos.

Ambos habían sido invitados, pero ninguno de los dos estaba seguro de si su verdadero lugar estaba entre esos asientos. Ya habría otros hombres representando a su raza, se decía Aragorn, mientras que Blyana no comprendía como la dama Galadriel no había considerado oportuno enviar a alguien más cualificado en vez de permitir que fuera ella quien formara parte del Concilio. Además, el lacerante pensamiento del destino del Único también los inquietaba. Cualquier decisión que se tomara al día siguiente sería lo que marcaría el futuro de toda la Tierra Media, y eso podía generar cierta intranquilidad en cualquiera.

Por otro lado, los dos eran conscientes de que no debían dejar que la congoja nublara su pensamiento, de modo que decidieron enterrar aquellos pensamientos y centrarse en la celebración que habría esa noche.

Llegaron hasta sus habitaciones y cada uno se internó en la suya.

Blyana disfrutó de un reconfortante baño, limpiando su piel y perfumando su cabello. En sus constantes viajes nunca podía disfrutar de comodidades como aquella, por lo que cuando estas oportunidades se presentaban, las gozaba como si fuera su última vez.

Se vistió con un sencillo vestido de tela vaporosa, azul y fresco. Como pocas veces sucedía, el dije brillante de su collar podía apreciarse sobre la piel del esternón. La miniatura de la estrella de Nénar resplandecía como pocas veces hacía. Blyana acarició el frio dije y sintió la melancolía embargar su corazón. La voz de su ada sonó clara en su cabeza.

Nénar silla anealimë nurtalë Isil (Nénar es la más brillante cuando la luna se oculta)

Cuando ella no era más que una simple niña, no comprendía qué quería decir su padre con eso. ¿Cómo una estrella podía brillar cuando el sol estaba en lo alto? No fue hasta más mayor que comprendió la verdad. Nénar era la única estrella que se mantenía visible incluso a plena luz del día. Su padre siempre la llamó «la guerrera», y no fue hasta que ella regresó a Lorien tras su primera salida en solitario que él la entregó aquel collar y la proclamó su «pequeña estrella guerrera».

Pestañeó con rapidez para mitigar el picor en los ojos. La tristeza nunca resultaba buena compañera.

Desenredó la hebras del cabello con lentitud, recreándose en el hipnótico y relajante movimiento del cepillado, y luego procedió a recogerlo en una sencilla trenza que apenas llegaba a la altura de los omóplatos. Cogió el broche de plata que tenía en el tocador y con él enredó la trenza hasta convertirla en un moño, sujetándolo con el pasador.

Una vez terminado, se vio reflejada en el agua de la pequeña pila de porcelana. Se sorprendió momentáneamente al ver en ella a una Blyana demasiado parecida a aquella niña que fue, ajena al sufrimiento, cuya vida poco tenía que ver con su actual situación. Una Blyana cuyo corazón no se ahogaba de dolor por el asesinato de su padre y sin estar corroída por el sentimiento de venganza. Una Blyana en cuyos ojos sí había felicidad verdadera. Las ondas del agua destrozaron aquel espejismo y devolvieron su verdadera imagen: una mujer perdida, llena de dolor y rencor, que busca excusar sus actos y cuyo sentimiento de culpa la impedía volver a su hogar. Sin duda, había un gran abismo entre ambas. Un agujero tan grande, que ella nunca volvería ser la que fue.

Blyana {El Señor De Los Anillos ~ Legolas} // #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora