Capítulo 18

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Cuando el sol comenzaba su lento ascenso por el firmamento, la reunión de Blyana con Galadriel llegó a su fin.

La joven, tras despedirse de la Dama, se encaminó de nuevo hacia la zona central, donde les habían habilitado la carpa donde habitar durante su estancia en Lórien. Recorrió los caminos de la plaza principal, ahora más concurridos que cuando pasó antes del amanecer, y sonrió al ver como los niños corrían en dirección contraria a la suya en su camino a la escuela.

A su llegada al campamento, Blyana se encontró con que casi todos sus compañeros se hallaban despiertos y alrededor de la mesa. En ella habían colocado pan, mantequilla, miel, fruta fresca y leche caliente. Merry y Pippin daban buena cuenta de ello, al igual que Gimli, mientras que Frodo y Sam parecían mantener un mínimo de decencia y modales en la mesa. Por su parte, Legolas solo mordisqueaba una manzana. En cuanto a Boromir y Aragorn, no había ni rastro.

—Has madrugado— la suave voz del elfo pareció alertar a todos sobre la presencia de la mujer. Ella se sentó junto a su amigo y le dedicó una sonrisa y un asentimiento.

—Mi tío partía temprano de nuevo al puesto fronterizo y he ido a despedirle. Luego Celerian me avisó que la Dama deseaba hablar conmigo— cogió una rebanada de pan y agradeció a Sam cuando le pasó la miel. Con un ojo puesto en su tarea de no impregnar en exceso la rebanada, miró al resto de sus compañeros.

—¿Ha ocurrido algo malo? —curioso, Merry dejó de engullir por unos segundos para prestarle atención a ella. Negó.

—Teníamos una conversación pendiente, nada más— se llevó el pan a la boca y casi gimió del placer ante el dulce sabor de la miel. Hacía demasiado que no la probaba. Con lo golosa que era ella, además, esos días de simples salchichas, tomates asados y caza salvaje le resultaban insustanciales. —¿Qué hay de los demás?

—No estaban al despertar, suponíamos que estaban contigo— respondió Legolas mientras daba un último mordisco a su manzana.

—No los he visto, pero dormían cuando marché— negó ella. El elfo se encogió de hombros.

—Habrán ido a explorar entonces— zanjó Gimli mientras se servía su ¿cuarta? ¿sexta? rebanada. —A los elfos no les haría nada de mal comer un poco más de carne. Por ello están tan esmirriados— gruñó mientras devoraba el pan.

Legolas levantó las cejas y rápidamente frunció el ceño. Sus labios se abrieron dispuestos a iniciar un contrataque y Blyana, viéndose obligada a ello, intervino antes de que iniciase entre ellos un nuevo enfrentamiento.

—Oye, Legolas, ¿por qué no enseñas a nuestro querido amigo Gimli las bellezas de Lórien? Estoy segura de que un enano como él sabrá apreciar la belleza de la arquitectura élfica.

Tal fue el impacto de sus palabras en la mesa que todos dejaron de comer.

Un par de ojos azules parecía intentar taladrarla con la mirada mientras los otros se mantenían entre curiosos e impresionados. Luego también los había divertidos, aquellos pertenecientes a los que habían comprendido en cierta parte las intenciones de la mujer. Y, a pesar de toda esa repentina atención volcada en ella, se hizo la desentendida.

—Por lo que tengo entendido, maese Gimli, sois un férreo amante de la belleza de las buenas edificaciones. ¿Me equivoco?

Se llevó la taza llena de leche caliente a los labios y bebió mientras miraba al enano pelirrojo. Él parecía igual o más sorprendido que el resto, pero no parecía haber captado sus intenciones. Ella ocultó la sonrisa tras la madera de la taza.

—En efecto, siempre he sido un amante de la arquitectura. Junto a mi padre hemos esbozado muchas edificaciones y construido otras tantas, he de decir.

Blyana {El Señor De Los Anillos ~ Legolas} // #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora