Capítulo 46

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Golpes secos y rápidos, sus pies contra la tierra.

Las suelas deslizándose por la fina arena del camino.

Escalones subidos de dos en dos. Respiraciones erráticas.

La imagen de la llama surgiendo de entre las montañas, un aviso y el resurgimiento de la esperanza.

Aragorn arremetió contra las puertas de la sala del trono. La madera crujió, chocó fuerte contra la piedra, y rebotó.

Blyana se mantuvo a su espalda, fiel como una sombra, mientras intentaba calmar su respiración.

—¡Las almenaras de Minas Tirith! Las almenaras arden.

La sala quedó en silencio. Todas las miradas cayeron sobre la tensa figura del montaraz, que con ojos esperanzadores, se había dirigido sin titubeos a Théoden, rey de Rohan.

—Gondor pide auxilio.

La espera se hizo eterna.

La silenciosa pregunta quedó en el aire, a expensas de ser respondida.

El rey se irguió, con la cabeza en alto y el rostro imperturbable. Sus ojos pálidos brillaban bajo la luz de los candiles. Aragorn contuvo el aire, con el inicio de una súplica a los Valar picando en su interior.

Los segundos pasaron contundentes. Indecisos.

—Y Rohan responderá.

Y aquellas tres simples palabras, sellaron el destino de la Tierra Media.

Los Rohirrim fueron convocados

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Los Rohirrim fueron convocados.

Éomer de Rohan reunió a los caballeros, mientras Gamelin fue destinado a reclutar a lo largo de toda la región.

Tenían tres días para llegar al Sagrario. Y, desde ahí, partirían a la guerra.

Edoras cobro vida.

Las campanas retumbaban, tres toques seguidos del silencio, continuando una interminable sucesión que transformó el ambiente de la ciudad.

Los soldados comenzaron a vestir sus armaduras, a ensillar a los caballos, y a despedirse de sus familias.

La mañana se tornó inquieta, cargada de miedo, esperanza e indecisión.

Aragorn sentía aquellas emociones calar sus huesos, el sentimiento que todos transmitían a su alrededor. A su vez, Brego parecía poder sentirlo también, puesto que no paraba de removerse inquieto mientras ajustaba las cinchas.

Su antiguo caballo, Hasufel, se hallaba ahora en manos de un joven soldado, inexperto seguramente, cuyo fiel compañero había perecido en la batalla contra los huargos antes de la llegada al Abismo.

Sus sentidos se mostraron alerta cuando una familiar figura de pálida cabellera dorada pasó junto a él.

—¿Nos acompañas? —la cuestión escapó rauda de entre sus labios, movido por la curiosidad, casi olvidando aquella emoción que lo había llevado a evitar a la mujer los últimos días.

Blyana {El Señor De Los Anillos ~ Legolas} // #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora